En la madrugada del sábado pasé por el teatro nacional de Israel, Habima, en el centro de Tel Aviv.
Mientras las luces del teatro estaban encendidas, en el lugar en sí y en la plaza adyacente casi no había gente.
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Una calle en un área comercial de Tel Aviv está casi vacía ya que las tiendas y los negocios están cerrados.
(Moti Kimchi)
Sin embargo, decenas de jóvenes estaban sentados muy cerca unos de otros en las dos cafeterías ubicadas frente al teatro, y me llevó a pensar en la situación por la que está atravesando Italia.
En este caso hubo un total desprecio por parte de los clientes y propietarios de las cafeterías a las duras lecciones de los italianos, quienes continuaron sus rutinas diarias sin preocuparse, a pesar de la propagación del coronavirus en todo el mundo y las advertencias de su propio primer ministro.
Es por eso que las precauciones anunciadas por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, para detener la propagación del virus deben tomarse en serio y aplicarse.
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Benjamin Netanyahu se dirige a la nación acerca del brote de coronavirus
(Yoav Dudkevitch ))
De todos modos, se podría argumentar que la crisis del coronavirus en Israel se está manejando bien, ya que Netanyahu se encuentra liderando un equipo interministerial para lidiar con el asunto.
La comunicación de Netanyahu con el público es una buena manera de intentar detener la propagación del virus.
Dada la gravedad de las situación, la tarea del primer ministro y el equipo interministerial sirve para que las personas adopten un patrón de comportamiento con el fin de protegerse a ellos mismos y a sus familias y, además, les permite prepararse para cualquier escenario imprevisto.
Sin embargo, otra consecuencia casi inevitable de los discursos de Netanyahu son las grandes compras que realizan las personas debido al pánico. Esto sucede cuando la gente se encuentra ante una situación previamente desconocida.
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Los israelíes están comprando suministros a granel, incluido papel higiénico.
(Shmulik Davidpur)
El acaparamiento de alimentos, agua potable e incluso papel higiénico es una especie de trastorno de estrés postraumático genético que los humanos heredaron de aquellos que vivieron durante las dos guerras mundiales y la gripe española de 1918.
El ministro de Economía, Eli Cohen, y el ministro de Finanzas, Moshe Kahlon, nos aseguran que hay suficientes alimentos y medicinas y que el mercado está listo para enfrentar un estado de emergencia.
Esto no sirve de consuelo para aquellos que experimentaron el modo decepcionante por el cual el el gobierno se ocupó de la población durante la Segunda Guerra del Líbano en 2006, durante la cual los empresarios del sector privado, como el magnate Arcadi Gaydamak, se encargaron de brindar asistencia y atención al público; algo que debería haber sido el trabajo del gobierno.
Y aunque el público ha decidido mostrar su desconfianza acudiendo en masa a los supermercados para abastecerse de lo esencial, el pánico seguramente disminuirá una vez que los mercados y las farmacias demuestren que lo esencial se está reabasteciendo y los servicios de electricidad y agua continúan funcionando sin inconvenientes.
Aún así, Israel no está correctamente preparado para la crisis en la que nos encontramos.
Un equipo compuesto por integrantes de diferentes ministerios no es suficiente para administrar adecuadamente un país en un momento de incertidumbre.
En tiempos de guerra, el Gabinete de Seguridad ayuda al primer ministro a dirigir el país, y lo mismo debería hacerse ahora durante la crisis del coronavirus.
A pesar de que Netanyahu tiene excelentes habilidades comunicacionales, su tendencia a mezclar la política y a realizar expresiones narcisistas socava sus esfuerzos y genera que los ciudadanos desconfíen de él.
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Un trabajador rocía desinfectante contra el coronavirus dentro de la Knesset.
(Prensa Knesset)
Además se necesita un presupuesto para gestionar adecuadamente la economía, la seguridad y el Ejército, que también se ven afectados por la situación actual.
Este hecho, sumado a que la gente piensa que Netanyahu está abusando del pánico para su propio beneficio personal y político, es la razón por la que necesitamos un gobierno de emergencia nacional.
Hay algunas fallas que se pueden remediar fácil e inmediatamente sin mucho esfuerzo. Por ejemplo, el seguimiento digital de los posibles portadores de coronavirus a través de las redes sociales debe terminarse; no sólo por que es muy invasivo, sino que también implica un desperdicio de esfuerzos.
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El Centro Médico Sheba en Tel Hashomer ofrece capacitación remota para médicos palestinos en la lucha contra el coronavirus.
(Centro Médico Sheba)
El brote del virus entre los palestinos que viven en Gaza y Judea y Samaria podría muy bien diezmar todos nuestros esfuerzos para combatirlo y, por supuesto, nadie debería avergonzarse de afirmar que hay razones humanitarias para darles una mano a nuestros vecinos.
Es justo decir que la respuesta de Israel al virus es, como manifestó el ministro de Defensa Naftali Bennet, flexible, proporcionada y adaptativa. Porque nadie puede predecir qué sucederá mañana.
En última instancia, nadie puede decirnos hacia dónde nos dirigimos. Debemos hacer lo que esté a nuestro alcance con la información disponible para minimizar el daño económico y a la salud cuya escala no podemos predecir.
