El primer ministro Naftali Bennett y su gabinete nunca alcanzarán la madurez del gobierno mientras continúen viviendo bajo la sombra de Benjamin Netanyahu, comparando cada acción y decisión con la del ex primer ministro y su administración.
Estas comparaciones no les otorgan ningún respeto a los funcionarios actuales, son erróneas y, en última instancia, irrelevantes.
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El líder de la oposición, Benjamín Netanyahu, y el primer ministro israelí, Naftalí Bennett
(Knesset Channel, Yoav Dudkevich)
Comparar el manejo de Bennett de la cuarta ola de infección por coronavirus con el tratamiento de Netanyahu de las tres anteriores oleadas es, simplemente, incorrecto debido a una razón importante: esos brotes ocurrieron antes del lanzamiento de las vacunas, por lo que la única herramienta a mano fue el confinamiento. Esos cierres llevaron el número reproductivo (R) del virus a 0,5 y la tasa de infección al 0,3%.
Ahora las vacunas han sustituido al confinamiento como principal medida contra la pandemia, no sólo en Israel sino en todo el mundo.
Aquí está el lugar para comentar sobre la indiferencia del gobierno en funciones ante la tasa preocupantemente alta de la población que aún no está vacunada, especialmente los jóvenes y los niños.
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Una niña recibe una dosis de vacuna contra COVID-19 en una clínica de Jerusalem.
(EPA)
La ingenuidad con la que los altos funcionarios de salud pública hablan sobre el derecho de los padres a deliberar y decidir por sí mismos si vacunar o no a sus hijos es desconcertante. ¿Desde cuándo el padre israelí promedio se convirtió en un experto en epidemiología?
El gobierno continúa hablando débilmente, temiendo comparaciones con sus predecesores, pero no se detuvo a pensar en lo que conviene hacer para el bienestar de la población.
Otro asunto es el tema del presupuesto estatal. Netanyahu navegó el barco llamado "el Estado de Israel" sin un proyecto de ley de gastos durante más de dos años, mientras que Bennett logró aprobar uno dentro de los seis meses posteriores a la toma de posesión del cargo.
En el apogeo de la pandemia, los gobiernos de todo el mundo excedieron el gasto asignado por sus respectivos presupuestos, aprobando enormes gastos adicionales. Para salvar a la economía del efecto destructivo del virus, se requirieron medidas inmediatas en esos meses críticos, y es bueno que se tomaran, ganando elogios de las instituciones monetarias internacionales.
Otro evento que trajo a relucir comparaciones erróneas entre el público fue la liberación bastante "silenciosa" de la pareja israelí que fue arrestada en Turquía a principios de este mes, por presunto espionaje, después de tomar una foto del palacio del presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
Si se compara esto con la liberación "rimbombante" de Naama Issachar de la prisión rusa en 2019, notaremos grandes diferencias. La mujer israelí fue arrestada en un aeropuerto de Moscú por presunto contrabando de drogas después de que se encontraran unos 10 gramos de marihuana en su bolso durante una escala desde la India.
Issachar fue capturada en posesión de sustancias prohibidas, arrestada, sentenciada y encarcelada. Su liberación requirió un indulto del presidente Vladimir Putin, un movimiento atípico del líder ruso.
Los cargos contra Mordy y Natali Oknin, por otro lado, fueron absurdos y falsos desde el principio: no se presentó ninguna acusación, y el juez de Estambul insinuó a las autoridades turcas que los iba a liberar.
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El entonces primer ministro Benjamin Netanyahu y su esposa Sara con Namaa Issachar después de su liberación de una prisión rusa el año pasado.
(MCT)
En resumen, se trata de dos eventos completamente separados que requirieron estrategias diplomáticas completamente separadas.
En otro esfuerzo casi hercúleo para diferenciarse de Netanyahu, el gobierno de Bennett aprobó un proyecto de ley que se supone que limita el cargo de primer ministro a ocho años.
El Instituto de Democracia de Israel, que está tan lejos como se puede de ser un aliado de Netanyahu, publicó un artículo de opinión a principios de este año afirmando que tal restricción no existe en ninguna democracia parlamentaria liberal.
El profesor Yedidia Stern, presidente del instituto, reiteró esta posición en un artículo de opinión para la publicación hermana de Ynet, Yedioth Ahronoth.
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El primer ministro Bennett y el ministro de Relaciones Exteriores Yair Lapid en el pleno de la Knesset.
(Alex Kolomoisky)
"No hay ningún ejemplo en el mundo de una democracia parlamentaria en la que el cargo de primer ministro sea limitado"
Profesor Yedidia Stern
"No hay ningún ejemplo en el mundo de una democracia parlamentaria en la que el cargo de primer ministro sea limitado. ¿Nos gustaría llevar a cabo experimentos de régimen en el cuerpo de la sociedad israelí?", se preguntó retóricamente.
Bueno, el profesor Stern obtuvo su respuesta cuando ni siquiera un ministro se opuso al proyecto de ley cuando llegó al gabinete para su aprobación, antes de presentarse a una votación del pleno de la Knesset en un movimiento que recuerda más a los regímenes menos ilustrados.
Bennett y sus ministros necesitan crecer. Sus logros hasta ahora son muchos y hablan lo suficientemente bien por sí mismos.
Mirar hacia atrás en los días de Netanyahu s+olo erosiona aún más su poder. Si realmente desean llevar a Israel a una nueva era, es hora de dejar de compararse con el ex líder.
