Solo en la última semana y media se han visto más de cuatro casos de violencia de colonos israelíes dirigida contra palestinos y activistas que los ayudan con la cosecha de aceitunas en Cisjordania.
En una demostración particularmente atrevida, los colonos se apoderaron de un patio de recreo en la aldea palestina de Susiya un sábado por la tarde. Como en casi todos estos casos, los militares les permitieron entrar en el pueblo, irrumpir en el patio de recreo y utilizar las instalaciones para niños. Las autoridades tardaron casi una hora en dispersarlos.
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Colonos y palestinos se enfrentan en Cisjordania, el 16 de octubre de 2021.
(Yesh Din)
Israel usa innumerables mentiras y excusas para desviar las acusaciones de violencia de los colonos: es un hecho "estacional", limitado a la cosecha de aceitunas; es un puñado de adolescentes fundamentalistas descontentos; sucede fuera de la vista, en puestos de avanzada ilegales remotos; los organismos encargados de hacer cumplir la ley están en ello...
La verdad es que los colonos utilizan la violencia contra los palestinos durante todo el año en Cisjordania: en asentamientos establecidos, en puestos de avanzada aislados y en las decenas de "granjas" formadas en los últimos años. Algunas áreas sufren más que otras, pero ninguna está exenta.
Cada pocos años, la violencia alcanza un nuevo nivel de sofisticación. Hace veinte años, los colonos de los puestos de avanzada expropiaron violentamente tierras palestinas privadas. Luego vinieron los incidentes de “precio”, en los que destrozaron casas palestinas y quemaron campos, arboledas y mezquitas en nombre de la venganza. Ahora, estamos en medio de una toma violenta de decenas de miles de dunams.
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Colonos y palestinos se enfrentan en Cisjordania, el 16 de octubre de 2021.
(Yesh Din)
A lo largo de los años, el estado ha protegido a los colonos violentos. Los militares los protegen mientras se apoderan de tierras y las ramas estatales subvencionan los puestos de avanzada (asentamientos establecidos sin permisos formales) en las tierras expropiadas. A su vez, las autoridades los protegen del desalojo. En las pocas ocasiones en que el Estado se ha visto obligado a evacuar a los colonos de la tierra palestina, los ha compensado generosamente.
Además, los colonos violentos y quienes los envían y financian gozan de una inmunidad casi completa frente al daño resultante a los palestinos. Muy rara vez son arrestados, investigados o procesados. Los soldados a menudo se quedan de brazos cruzados mientras los colonos hacen estragos. En mayo pasado, un colono armado que vestía pantalones militares fue filmado disparando contra palestinos en la aldea de Urif, cerca de Nablus, mientras estaba de pie junto a un soldado.
Nunca hay suficientes soldados o policías para detener a los colonos violentos, pero siempre lo suficiente para demoler una cisterna de agua en una comunidad palestina aislada (que Israel se niega a conectar a la red de agua), o para evitar que los voluntarios hagan una visita solidaria a los niños de Susiya, armada con rotuladores y un libro para colorear, como vimos el sábado pasado.
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Borrosa imagen captada en video que muestra el momento en que las FDI son agredidas por colonos.
(Arik Asherman)
Nada de esto es aleatorio. La intimidación de los palestinos por los colonos en Cisjordania es una herramienta en manos del régimen israelí. Después de todo, el régimen hace exactamente lo que hacen estos colonos: expropia la tierra, el agua y los recursos naturales y bloquea el desarrollo palestino sostenible.
Oficialmente, el Estado cumple con la ley, con la ayuda de una serie de órdenes militares, fallos de tribunales civiles y militares y procedimientos detallados. Extraoficialmente, pero bajo los auspicios del Estado, los colonos violentos utilizan otros medios de opresión: agredir a los palestinos, asaltar casas, expulsar a los pastores de los pastizales, robar cosechas, talar árboles, instigar incendios y más. Tanto la vía formal como la informal tienen el mismo propósito: un intento de expulsar a los palestinos de sus tierras y hogares.
Es conveniente para los israelíes jugar a la fantasía: pretender que la violencia de los colonos está separada de nosotros, un vandalismo que no tiene nada que ver con el Estado. Sin embargo, es más de la misma violencia llevada a cabo a través de otros canales. Cuando la violencia es legítima, permitida y respaldada durante tantos años, no es obra de un puñado de colonos, es violencia estatal.
Eyal Hareuveni es un periodista israelí e investigador de derechos humanos de B'Tselem.
