En el apogeo del verano pasado, cuando muchos israelíes aún se recuperaban de la crisis económica provocada por la pandemia, las empresas de alta tecnología organizaban fiestas fastuosas para complacer a sus empleados mimados.
Algunas de estas fiestas incluso se llevaron a cabo simultáneamente en varios husos horarios, para que los trabajadores de la empresa en todo el mundo pudieran celebrar juntos. Este fenómeno parece convertirse en un símbolo irónico de un problema nacional: nuestro éxito en la alta tecnología se nos subió a la cabeza.
Estos eventos son parte de una campaña en la que las empresas de alta tecnología están tratando de atraer e impresionar a posibles candidatos para que se unan a sus compañías. En una era en la que el dinero invertido en el sector está más allá del alcance de la imaginación, muchas empresas de rápido crecimiento se encuentran constantemente escasas de empleados.
Por lo tanto, a medida que aumentan los desafíos de contratación, también lo hace el apetito por más empleados y la carrera para atraer a posibles candidatos se vuelve cada vez más ridícula. Como resultado, parece que nos acercamos al "punto de no retorno" en la relación entre nuestro próspero sector de alta tecnología y el resto del público israelí.
Por un lado, la economía israelí no puede sobrevivir sin alta tecnología ya que su contribución, en todos los aspectos, es vital. Por otro lado, a medida que el sector de la alta tecnología derrocha mucho dinero en eventos alucinantes, una crisis en la relación con la sociedad es solo cuestión de tiempo.
Por ejemplo, ¿cómo crees que se siente un oficial de la Policía Fronteriza de Israel, que pasó años arriesgando su vida en los puntos de control, cuando ni siquiera pueden obtener una hipoteca, mientras que su amigo de la Unidad 8200 del Cuerpo de Inteligencia de Israel gana millones justo después de ser dado de baja de las Fuerzas de Defensa de Israel y está siendo buscado por desarrolladores inmobiliarios.
Este problema plantea la pregunta: ¿alguien que sirvió tres años en una unidad de combate merece menos disfrutar de los frutos de su trabajo que aquellos que sirvieron en unidades de inteligencia o tecnología?
Cuando surgen este tipo de preguntas, el sector de alta tecnología se acerca un paso más a la situación del sector inmobiliario en Israel hace 50 años o a la del sector financiero hace 30 años. Es decir, a ser odiado por la mayoría del público israelí.
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Las oficinas de NSO Group en Herzliya, donde se encuentran muchas empresas de alta tecnología de Israel.
(Ynet)
Este escenario ya sucedió en Jerusalem en la década de 1980. Las élites de la ciudad, que eran en su mayoría funcionarios gubernamentales y académicos, comenzaron a sentirse mal recibidas. Como resultado, comenzaron a trasladarse a otras ciudades como Modi'in o Mevaseret Zion, y esta medida aplastó económicamente a Jerusalem.
Todos debemos ver los eventos en Jerusalem como una metáfora y ayudar a detener este comportamiento depravado, codicioso e inmoral de la industria de alta tecnología antes de que sea demasiado tarde. Porque organizar fiestas lujosas para impresionar a los candidatos mientras el resto del país todavía está lidiando con los efectos de la pandemia hace exactamente lo contrario.
Es como el chocolate: cuando lo comes en cantidades moderadas es genial, pero cuando comes demasiado, te sientes mal. Y, finalmente, el público israelí se cansará del sector de alta tecnología.
