Es una práctica encomiable de nuestros hermanos y hermanas y de todo el pueblo de Israel, pedir el perdón de amigos y conocidos en la víspera de Yom Kippur. Algunos pueden preguntarse si este arrepentimiento "total" es honesto y profundo, pero yo no.
Los pecados contra el prójimo, nos enseñaron nuestros mayores, no pueden ser expiados en Yom Kippur. Por tanto, debemos estar atentos y evitar tales transgresiones. También debemos pedir perdón a aquellos contra quienes hemos pecado.
Pero, ¿qué pasa con los pecados cometidos por el hombre contra Dios? ¿Serán expiados en este día santo? ¿Trataremos de arrepentirnos de los pecados que ningún hombre sabrá que hemos cometido? ¿Y nuestros pecados contra la nación? ¿Hemos hecho lo suficiente para preservar el hilo de las generaciones judías? ¿Hemos cumplido el propósito por el cual Dios nos ha dado la vida? ¿Hemos hecho todo lo posible para hacer de este mundo un lugar mejor? ¿Nuestra nación más unida? ¿Nosotros mismos mejores y más merecedores?
Nadie sabrá jamás las decisiones que hemos tomado por debilidad, esos momentos de fragilidad en los que elegimos no actuar, no luchar por el bien.
Es fácil echar la culpa a otros: políticos, líderes religiosos o circunstancias. Pero en nuestro corazón, sabemos que no debemos acusar a los demás. Estos son los pecados que hemos cometido contra nuestro creador que espera de nosotros año tras año, que seamos fieles a nosotros mismos y al propósito por el cual hemos sido bendecidos con todo lo que nos ha dado en el mundo, por su creador.
Solo nosotros lo sabremos. Esa es nuestra propia introspección. Y ese es nuestro arrepentimiento ante Dios. ¿Hemos cumplido nuestro destino?
Por nuestros pecados contra Dios, las puertas del cielo están abiertas. Maimónides proporciona expiación por todos los pecados acompañados de arrepentimiento. Todos debemos mirar dentro de nuestras almas y descartar nuestros pecados, eliminarlos de nuestros pensamientos y aceptar que con la ayuda de Dios, tendremos un año bendecido en el que nos conectaremos con nuestro cuerpo, nuestro legado y nuestro propósito en este mundo.
El rabino Shmuel Rabinovitch es el rabino del Muro Occidental y los Lugares Santos de Israel.