Judy Shalom Nir-Mozes.
Judy Shalom Nir-Mozes.
Ynet
Shireen Abu Akleh, la periodista que murió en zona de guerra en Jenín.

Israel debe dejar de disculparse por un asesinato que no cometió

Opinión. Los periodistas que cubren guerras saben que se ponen en peligro, como lo hizo Shireen Abu Akleh, de Al Jazeera. Independientemente de quién haya efectuado el disparo, la ONU, el Departamento de Estado y el Washington Post deben a Israel una disculpa por acusaciones infundadas.

Judy Shalom Nir-Mozes - Adaptado por Marcos Olivera |
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La reportera de Al Jazeera, Shireen Abu Akleh, asesinada este sábado en Jenin, murió mientras realizaba su trabajo mientras cubría los acontecimientos en las proximidades de un tiroteo entre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y varios militantes palestinos armados en un campo de refugiados.
Su muerte fue desafortunada, pero también es resultado de informar desde zonas de guerra. Por esto, hago un llamamiento a ministros, funcionarios de policía y militares, para que dejen de darse golpes de pecho, mantengan la cabeza alta y hagan caso omiso de todas las acusaciones infundadas.
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Shireen Abu Akleh
Shireen Abu Akleh
Shireen Abu Akleh, la periodista que murió en zona de guerra en Jenín.
(AP)
No sabemos de quién fue la bala que mató a Abu Akleh, y probablemente no lo sabremos en un futuro próximo. Pero eso no tiene importancia.
En los últimos treinta años murieron veinte periodistas que cubrían el conflicto palestino-israelí.
Contrariamente a la incitación del lado palestino, la periodista no fue asesinada por Israel y no fue objetivo de las FDI. Supongo que lo mismo ocurre con los atacantes palestinos, cuyos disparos no iban dirigidos a ella.
Cualquier reportero que cubra guerras, sabe que se pone en peligro. Abu Akleh era muy consciente de este hecho y hablaba de eso a menudo.
Por desgracia, en todo el mundo mueren periodistas en zonas de guerra.
En los últimos treinta años murieron veinte periodistas que cubrían el conflicto palestino-israelí. Solo en 2021, 45 reporteros fallecieron en conflictos en todo el mundo, y en 2020, unos 65 periodistas.
En los últimos 30 años, 1.523 miembros de la prensa perecieron cubriendo conflictos armados en Irak, México, Siria, Pakistán y Afganistán. Algunos murieron incluso en Europa y Estados Unidos. Aun así, salen valientemente a informar desde zonas de guerra, tal y como había hecho Shireen Abu Akleh.
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Un fotógrafo cubriendo a las tropas durante los combates.
Un fotógrafo cubriendo a las tropas durante los combates.
Un fotógrafo cubriendo a las tropas durante los combates.
(Shutterstock)
Por lo tanto, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel debería dejar de buscar a quienes efectuaron el disparo y decir públicamente que los militares lamentan su muerte, pero que en la batalla pueden ocurrir estos incidentes.
El ejército también debería decir que, aunque la identidad del tirador sigue sin estar clara, las FDI ciertamente no "asesinaron" a la reportera, como afirman los palestinos, lo que no es más que propaganda despiadada.
No hay lugar para un tono de disculpa. De hecho, Israel debería cambiar su tono defensivo por uno ofensivo.
Los israelíes deberían criticar a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que se apresuró a condenar a Jerusalem por la muerte de Abu Akleh, pero se olvidó de condenar el asesinato de dos periodistas en México, ocurrido días antes.
Y con el debido respeto a nuestros amigos estadounidenses, cuando el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, exigió una investigación de los hechos y pidió responsabilidades, Israel debería haber preguntado si había exigido la misma determinación para la llamada justicia cuando los periodistas fueron asesinados cubriendo guerras en Kuwait, Irak y Afganistán...
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Ned Price
Ned Price
Ned Price, portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos.
(AFP)
Israel también debería exigir al Washington Post, que publicó artículos en los que afirmaba que las FDI eran responsables de la matanza de Jenín, que presentara pruebas que apoyaran sus acusaciones, más allá de afirmaciones sin fundamento de los palestinos. Esto merece más de una disculpa.
En cuanto a la conducta de la policía israelí en el funeral de Abu Akleh, sólo intentaban evitar que los disturbios se les fueran de las manos. Pidieron al hermano de la reportera que se abstuviera de entonar cánticos y eslóganes nacionalistas durante la procesión, ya que temían que pudieran provocar estallidos violentos, pero la familia hizo caso omiso de la petición.
Cuando la multitud que participaba en la procesión empezó a lanzar piedras y a ondear banderas palestinas, los agentes se vieron obligados a actuar.
Lo que el mundo vio, sin embargo, fueron imágenes de palestinos cargando el féretro de una heroína local, que estaba cubierto por la bandera palestina, mientras luchaban contra fuerzas policiales vestidas de negro y con bastones.
Estas imágenes sólo sirvieron para aumentar las publicaciones en las redes sociales en torno a un acontecimiento ya de por sí volátil. Eso fue ventajoso para la narrativa palestina y, en retrospectiva, quizás debería haberse evitado.
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Funeral Abu Akleh
Funeral Abu Akleh
Disturbios en el funeral de Abu Akleh.
(AFP)
Así pues, es hora de poner fin a las autorrecriminaciones y a justificaciones apologéticas, así como a intentos de aclarar y a promesas de investigación.
La muerte de Abu Akleh no fue culpa de nadie, y si hay que culpar a alguien, hay que hacerlo a quienes usan esta tragedia para promover su propaganda.
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