Cuando el primer ministro Naftali Bennett juró el cargo, en junio de 2021, había esperanza de que Israel finalmente estuviera saliendo de una larga crisis política. Después de cuatro elecciones nacionales en menos de dos años y una sociedad polarizada caracterizada por un discurso amargo y a menudo virulento, los israelíes necesitaban un descanso de la política.
Hace un año, muchos pensaron que el nuevo gobierno colapsaría rápidamente.
"Contra todo pronóstico, fue un año en el que la normalidad volvió a la sociedad israelí y al sistema político", señaló Eran Vigoda-Gadot, profesor de administración pública en la Universidad de Haifa. "Estaba claro, sin embargo, que no completaría su mandato".
Casi un año después de que asumiera el cargo, un solemne Bennett anunció el lunes su decisión de disolver la Knesset. Todavía no ha dicho si se presentará a las próximas elecciones. Sin embargo, su papel en la escena política puede estar lejos de terminar.
El miércoles, la Knesset aprobó en una votación preliminar, 110-0, el proyecto de ley para disolverse y allanar el camino para la quinta elección de Israel en tres años y medio volátiles. Se espera que se convierta en ley la próxima semana.
Una mirada retrospectiva a un año del gobierno de Bennett muestra el éxito junto con los fracasos y las promesas incumplidas.
Asumió el cargo después de más de 12 años en los que el primer ministro Benjamin Netanyahu dirigió el gobierno, mientras el país salía lentamente de la crisis de COVID-19 e inmediatamente después de la sangrienta guerra de mayo de 2021 con Hamas en Gaza.
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El sistema de defensa antimisiles Cúpula de Hierro en funcionamiento durante los combates de mayo de 2021 con Hamás.
(AFP)
Quizás el mayor éxito, aparte de su supervivencia de un año, fue la aprobación de un presupuesto estatal. Esto se produjo después de tres años en los que el país funcionó sin presupuesto debido a la parálisis política.
"Esto fue muy importante, al igual que los nombramientos de altos funcionarios de justicia y otros nombramientos de alto nivel", dijo el doctor Emmanuel Navon, experto en Relaciones Internacionales de la Universidad de Tel Aviv. "El gobierno también comenzó reformas críticas en la agricultura, la educación y la economía. Había muchas cosas que no se habían hecho en años", añadió.
Ahora, las cosas se han detenido. Con el mapa político prácticamente sin cambios, según las encuestas, es difícil ver cómo se avanzará. De hecho, Israel puede estar entrando en otro bucle interminable de elecciones consecutivas.
Con el mapa político prácticamente sin cambios, según las encuestas, es difícil ver cómo se avanzará. De hecho, Israel puede estar entrando en otro bucle interminable de elecciones consecutivas.
Al pronunciar la muerte de la coalición, Bennett enumeró lo que vio como sus logros durante sus 12 meses en el poder. Israel luchó contra dos grandes olas del coronavirus sin imponer confinamientos. La violencia a lo largo de la frontera de Gaza disminuyó y se aprobó un presupuesto masivo sin precedentes para el gran sector árabe de Israel.
La coalición fue la primera en tener un partido árabe independiente (Ra'am) en ella, lo que provocó que muchos se refirieran al gobierno como un experimento político. Bennett tenía las manos llenas de desafíos, liderando un grupo diverso de ocho partidos que iban desde la extrema izquierda hasta su propio partido ultranacionalista Yamina. Con una mayoría muy delgada que rápidamente se convirtió en una minoría parlamentaria, fue una batalla cuesta arriba destinada al fracaso.
Quizás su mayor derrota fue su incapacidad para mantener una coalición tan heterogénea.
"Bennett eligió a las personas equivocadas. No tenía personas a su alrededor que le proporcionaran un respaldo sólido, personas en las que pudiera confiar", dijo Navon. "Con una mayoría tan escasa para empezar, necesitaba socios disciplinados que no tenía".
Uno de los miembros del propio partido de Bennett nunca votó a favor de la coalición desde el principio. Cuando otros dos legisladores de Yamina finalmente se unieron al diputado Amichai Chikli, Bennett luchó por controlar a su propio partido.
Cuando Bennett habló ante la Knesset en la toma de posesión del gobierno, dijo que la coalición dejaría de lado los temas polémicos. Fue un intento de evitar sacudir el barco, con el objetivo de garantizar la estabilidad de la improbable asociación. La realidad seguía poniéndolo a prueba a él y al gobierno.
En los últimos meses, Israel se ha enfrentado a un aumento de los ataques terroristas perpetrados tanto por palestinos como por ciudadanos árabe-israelíes. Este fue el desafío que muchos pensaron que un gobierno con participación árabe no podía soportar.
"Bennett eligió a las personas equivocadas. No tenía personas a su alrededor que le proporcionaran un respaldo sólido"
"Se abrió una puerta; fue un ejemplo de cómo la cooperación es posible", dijo Vigoda-Gadot, "Este fue un éxito que cambió el discurso en el país y abrió la opción para que los ciudadanos no sionistas se sentaran en el gobierno", añadió.
Navon, por su parte, agregó: "Este es un progreso muy interesante y un precedente positivo que rompió un tabú. En lugar de la polarización, vimos la opción de cooperación en ciertos temas para el beneficio tanto de los árabes como de los judíos".
En última instancia, no fue la lucha árabe-judía lo que llevó a Bennett a concluir que la coalición había llegado a su fin. Fue la constelación política imposible con una inmensa presión de la oposición de derecha lo que hizo de las tareas en cuestión un desafío insuperable.
"El gobierno no cayó debido a las recientes tensiones de seguridad", explicó Vigoda-Gadot. "Más bien por los políticos que no veían nada más que sus propios intereses personales".
El pegamento que unió al gobierno, es decir, mantener a Netanyahu alejado del timón, no fue suficiente para algunos de los miembros de la coalición, especialmente aquellos con afiliación al bloque del ex primer ministro.
Durante el año y una semana en la que Bennett estuvo en el poder, también hubo un marcado cambio en las relaciones internacionales de Israel. Bennett y el ministro de Relaciones Exteriores Yair Lapid repararon los lazos bipartidistas con Estados Unidos.
Después de años de tensiones con Jordania y Egipto, hubo un diálogo abierto con los líderes de ambos países. Los lazos con las naciones del Golfo, que comenzaron durante la era Netanyahu, se profundizaron.
Sobre el programa nuclear iraní, Bennett dijo que "se aseguró de que los intereses de Israel estuvieran garantizados" a través del diálogo con Estados Unidos.
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Los Acuerdos de Abraham firmados en Washington se mantuvieron y se consolidaron durante la era Bennett.
(AP)
La decisión de Estados Unidos de no eliminar al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní de su lista de grupos terroristas fue vista por algunos, incluido Bennett, como el resultado de la presión israelí sobre el asunto.
"La administración Biden estaba mucho más inclinada a trabajar con Bennett que con Netanyahu", expresó Navon. "Claramente, las buenas relaciones con Bennett permitieron más acuerdos sobre el tema iraní, y éste es uno de sus logros".
Una vez más, el destino político de Israel se decidirá por cambios muy leves que podrían inclinar la balanza después de las elecciones. Aquí es donde Bennett, por muy políticamente maltratado que sea, podría ser determinante.
"La arena es muy turbulenta y podrían pasar muchas cosas. Unos pocos miles de votos podrían conducir a un cambio importante", opinó Vigoda-Gadot.
Mientras la Knesset avanzaba el miércoles con la legislación que permitirá una elección anticipada, Bennett, de 50 años, estaba como de costumbre. Varias encuestas muestran que su partido apenas cruza el umbral de votos del 3,25% necesario para ingresar a la Knesset.
"Bennett tiene muchos años por delante; podría tomarse un tiempo libre de la política, lo que sería el fin de su partido político", dijo Vigoda-Gadot. "Si se postula y obtiene un pequeño número de [escaños], aún podría desempeñar un papel decisivo como hacedor de reyes".
