“No hay ni habrá un proceso político con los palestinos”, se apresuró a declarar el primer ministro Naftalí Bennett luego de una reunión entre Benny Gantz, ministro de Defensa de Israel; y Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina.
El entorno de Bennett se encargó de enfatizar que se trató de una reunión sobre “situaciones coyunturales”, en una apresurada carrera para dejar claro a todos los medios de comunicación que no hay un proceso político en vista. Es una situación desconcertante, especialmente cuando se trata de un primer ministro sin un apoyo que lo fuerce a expresarse de acuerdo con las expectativas de sus electores.
Todo israelí cuerdo comprende que el gobierno actual no podrá liderar un proceso político con los palestinos. Hasta los miembros de Meretz, el partido más izquierdista de la coalición, comprenden que sus sueños de lograr la paz deben esperar. Así como el sueño de la derecha de anexar territorios de Cisjordania tampoco será posible. Aunque, en verdad, no hay ningún gobierno que pueda anexar a casi tres millones de palestinos.
De todas formas es triste que expresiones como “proceso político”, “negociaciones políticas” o “proceso de paz” se convirtieron en palabras despectivas en el discurso político israelí del año 2021. Los políticos israelíes atacan estas expresiones en cada oportunidad que se les presenta.
Después de 12 años con Netanyahu en el gobierno, Israel lo sacó del cargo de primer ministro pero todavía no se puede liberar de su narrativa. Para el gobierno israelí es más redituable informar al público que negocia con la ONU y Catar la transferencia de fondos a Hamás, que apoyar a un ministro de Defensa que se reúne con el líder de la Autoridad Palestina.
Es cierto que la cuestión palestina no está en la agenda hace muchos años, y que no es el tema más candente para la sociedad israelí. De hecho, hace mucho Israel dejó de ser un estado que promueve la paz con los palestinos. También es cierto que del lado palestino no pierden oportunidad de perpetuar sus conflictos internos, situación que le hace el juego al gobierno israelí para continuar con el status quo y mantener la ocupación.
Es triste que expresiones como “proceso político”, “negociaciones políticas” o “proceso de paz” se convirtieron en palabras despectivas en el discurso político israelí del año 2021.
¿Pero desde cuando la palabra “paz” se convirtió en mala palabra? ¿Por qué es tan redituable pronunciarse contra una reunión cuyo objetivo es fortalecer a la Autoridad Palestina, debilitada durante tantos años por el primer ministro anterior que trabajó constantemente para fortalecer a Hamás?
En la historia de Israel más de una vez un primer ministro de derecha intentó avanzar en procesos políticos, bajo la premisa de que a Israel le interesa la promoción de fuerzas moderadas del lado palestino. Antes de Netanyahu nunca hubo mandatarios que tuvieran miedo y evitaran frases como “proceso político”.