Galina Parbuzkina (89), una sobreviviente de la Shoá que reside en Bat Yam, mira por televisión a los líderes que llegan a Israel para participar del Quinto Foro Internacional del Holocausto en Jerusalem. “Escuché que muchos presidentes vienen y no logré entender por qué lo hacen”, afirma. Y agrega: “Pienso que en lugar de llevar a cabo eventos deberían ayudar a los ancianos y a los sobrevivientes del Holocausto”.
Decenas de líderes mundiales llegaron a Israel para participar del 75° aniversario de la liberación de Auschwitz, el campo de exterminio que se convirtió en el símbolo de los horrores de la Shoá. En el Estado de Israel residen hoy 192 mil sobrevivientes del Holocausto, y un cuarto de ellos –alrededor de 48 mil– se encuentran por debajo de la línea de la pobreza.
Según datos publicados por la Autoridad por los Derechos de los Sobrevivientes de la Shoá, el 67% de los sobrevivientes pobres reciben una asignación mensual de unos pocos cientos de shekels, en tanto que el 33% restante recibe unos pocos miles.
De acuerdo con el organismo, 14.800 sobrevivientes fallecieron en 2019.
El 39% de los sobrevivientes tiene más de 85 años, el 16% superó los 90 y el 0,4% tiene más de 100 años.
"Estamos atravesando una dura situación física y económica”, manifiesta Boris Vrabobtzki (79), un sobreviviente ciego que reside en Beit Shemesh y que hizo aliá (emigró a Israel) hace 30 años. “Nosotros vivimos sólo con el seguro social, ya que no tengo pensión de Rusia. Mi mujer y yo recibimos un total de sólo 5.000 shekels mensuales, y con eso debemos sustentarnos mes a mes. Tenemos nietos, queremos hacer cosas para ellos, pero no podemos. Pero, más allá de los problemas económicos, nosotros queremos que nos acompañen, no sentirnos solos”, añade.
Dany Janoj (88), un sobreviviente de la Shoá que reside en Karmei Yosef, también critica el Foro Internacional del Holocausto. “En un evento relacionado con la Shoá y la liberación de Auschwitz, hubiera sido apropiado generar más interacción entre los sobrevivientes y los líderes invitados”, sostiene.
“El Estado de Israel recaudó dinero para construir fábricas y se olvidó a los sobrevivientes, quienes debieron luchar para recibir la asignación mínima”, expresa. Y agrega: “Nos robaron el dinero que nos correspondía. Es un crimen. Muchos sobrevivientes están en una mala condición. Hay ancianos que están solos y sin plata para medicinas. La mayoría de mis amigos ya murieron. Ellos estaban en una situación muy difícil y no recibieron la asistencia que necesitaban. Hay que aumentar drásticamente las jubilaciones para que nos permitan terminar nuestras vidas honradamente”.