El acuerdo de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos convierte a Abu Dhabi, además de la capital de un Estado con el que existen relaciones, en un destino turístico atractivo para miles de israelíes que quieren conocer este rincón de Medio Oriente.
En ese contexto, horas después de que ambos países acordaron la realización de 28 vuelos semanales, la aerolínea emiratí Etihad Airways invitó a un periodista de Ynet para que conociera de primera mano los atractivos que valen la pena visitar y de qué manera vincularse con la población local.
“Quien venga y respete nuestras costumbres, la pasará muy bien”, afirma Shakir Ashraf, un guía turístico de Abu Dhabi que acompañó el recorrido y trató de resumir la idiosincrasia emiratí: “Por un lado es un país islámico y por el otro conviven más de 200 nacionalidades, y en 20 años que vivo aquí aprendí que se respetan las diferentes culturas, y se espera de los turistas que también respeten la nuestra”.
Originario de Kerala, un estado del sur de India, Shakir recomienda que los israelíes que pretendan viajar “conozcan las costumbres locales de antemano” ya que existen normas de modestia y conservadurismo en la vía pública. “Si tú te besas en público con tu pareja nadie te arrestará, pero te pedirán que te detengas”, ejemplifica el guía. “En una mezquita debes vestirte con modestia para que la gente no se sienta incómoda, pero por otro lado se puede usar bikini en el mar”, agregó.
La oficina de turismo de Abu Dhabi destaca como sus principales atractivos la mezquita Sheikh Zayed, considerada de las más grandes e impresionantes del mundo, un viaje al desierto que incluye una visita a una granja de camellos y recorridos por centros culturales, comerciales y gastronómicos que por estos días no se pueden disfrutar en su plenitud debido a las restricciones de circulación para evitar la propagación del coronavirus.
El principal paseo costero de la ciudad recuerda a las playas de Miami o California, aunque en el contexto actual el movimiento de personas es escaso: algunas personas en el agua, otras caminan por la rambla y un grupo practica deportes acuáticos con botes y tablas de surf.
“Si no fuera por el coronavirus, esto estaría repleto de gente”, asegura Samir, uno de los anfitriones. Mientras que Mansour, un residente local, recomienda especialmente un paseo por el desierto emiratí: “No existe otro con una arena tan especial”, afirma.
La jornada de paseos finaliza en el hotel, que además de un protocolo que incluye una medición de temperatura y pautas de distanciamiento social, espera a la delegación de israelíes con un servicio de comida kosher certificado especialmente por un rabino de Dubai. Eso demuestra que para ellos el turismo israelí es cosa seria. Y que, como dijo el guía Shakir al principio del día, “aquí se respetan las diferentes culturas”.