Recoverix
El casco de Recoverix
Recoverix
Recoverix es capaz de detectar o “leer” la actividad cerebral.

La tecnología que devuelve movimiento a víctimas de un derrame o ACV

Llega a Israel el casco especial que detecta la actividad cerebral y, por medio de estímulos, permite que los miembros afectados vuelvan a funcionar adecuadamente.

Inbal Toizer - Adaptado por Beatriz Oberlander |
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Volver a funcionar con el poder del pensamiento: una nueva tecnología que ha llegado a Israel ayuda a quienes han sufrido un accidente cerebro-vascular (ACV), y tienen problemas crónicos, a recuperar la capacidad que han perdido, como el uso de una mano o de una pierna.
El sistema, llamado Recoverix, consta de varias partes: la primera es un casco que lleva 16 electrodos, se coloca en la cabeza del paciente y es capaz de detectar o “leer” la actividad cerebral e identificar qué acto físico imagina que está haciendo.
Otra parte es una aplicación computarizada, que “traduce” las ondas, y hace que una figura imaginaria en una pantalla ubicada frente al paciente “repita” los actos que imaginó. La tercera parte la constituyen los electrodos, que envían una corriente eléctrica al órgano o extremidad que el paciente imaginó que activó.
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Recoverix
Recoverix
Recoverix es capaz de detectar o “leer” la actividad cerebral.
(Recoverix)
Tanto la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA, según la sigla en inglés) como la Unión Europea han autorizaron el uso del sistema. Cabe señalar que, a diferencia de los ensayos clínicos que se llevan a cabo con los medicamentos nuevos, este tipo de sistemas no tienen que demostrar su eficacia a fin de obtener la autorización para comercializarlo. Basta con que su uso sea seguro. En todo caso, el sistema ya se utiliza en veintisiete países, fuera de Israel.
Nadav Shejter, director de la empresa NBT, que importa el sistema en Israel, explica que “el paciente recibe cientos de instrucciones en cada sesión del tratamiento. Por ejemplo, ‘imagine que mueve la muñeca’. Cuando el paciente logra imaginarlo, el casco puede detectar en la actividad cerebral la intención de hacer el movimiento. Esto se llama ‘imaginen motora’. En el momento en que el sistema lo ve, envía una corriente eléctrica a la mano, lo que hace que lleve a cabo el acto en la realidad, y al mismo tiempo activa una imagen en la pantalla, que también hace el movimiento. La combinación de todos los estímulos a lo largo del tiempo le enseña al cerebro a hacer el movimiento, sin la ayuda del sistema”.
¿Cómo funciona exactamente?
El doctor Ofer Keren, ex director del Departamento de Rehabilitación de Lesiones Cerebrales del Hospital Shiba, explica: “Como resultado del daño neuronal en el cerebro, se interrumpe la actividad cerebral, que implica recibir señales a través de los sentidos, procesarlas y enviar instrucciones a los sistemas de respuesta muscular. Existen varios métodos de rehabilitación. Uno es el ‘tratamiento a través del espejo’: los estudios han demostrado que cuando se observa un acto hay neuronas activas, y a partir de allí se desarrolló una técnica de rehabilitación que estimula al cerebro a repetir ese acto”.
“Otra técnica consiste en ‘imaginar el movimiento’: el sistema nervioso extrae de su memoria el patrón del movimiento con vistas a llevar a cabo la acción requerida. También en este caso hay electrodos que recogen la actividad cerebral. La lógica detrás de este sistema se basa en una cadena de métodos de rehabilitación fisiológica, pero aún no se han hecho suficientes estudios que demuestren su efectividad.”
En Israel, el presente tratamiento se hace únicamente de forma privada. La duración de cada sesión es de alrededor de una hora y media, el doble que se utiliza en el tratamiento estándar para pacientes que han tenido un ACV. El costo también es doble: 740 shékel (la moneda israelí, que equivale a un 3,50 por 1 dólar) por tratamiento. En Israel ya hay quince “graduados de accidentes cerebro-vasculares” que han comenzado a usar el casco. Uno de ellos es Mikey Atzmon, que tiene 60 años y vive en Kiriat Ono, y cuenta: “Hace veinte años tuve cinco episodios de ACV seguidos. Después se dieron cuenta de que la causa era un cáncer. Desde entonces, mi pierna y mi brazo izquierdos estaban rígidos y no podía moverlos”.
“Hice fisioterapia durante años –añadió Atzmon–, pero no hubo ningún cambio importante, y no pensé que después de tanto tiempo mi situación podría mejorar. Era incapaz de sostener una bolsa con el brazo izquierdo. Y ahora, después de una serie de sesiones con la nueva tecnología, puedo sostener una bolsa durante una hora. También mejoró mi caminar. Y si antes del tratamiento no podía subir escaleras sin ayuda, ahora soy capaz de hacerlo solo.”
Los importadores del sistema presentan un estudio que se llevó a cabo en Austria con cincuenta pacientes de edades comprendidas entre los 30 y los 80 años, que fueron tratados con la nueva tecnología. En el 96 por ciento de los casos hubo una mejoría, y los pacientes lograron hacer movimientos de los que eran incapaces desde el ACV. Según Shejter, una de las buenas nuevas es que se suele pensar que es posible recuperar la capacidad de ciertos movimientos sólo durante los dos años posteriores al ACV, pero el nuevo sistema logra hacerlo también después.
Cabe señalar que el sistema de salud de Israel financia a quienes han tenido un ACV el tratamiento en un centro de rehabilitación durante un máximo de tres meses después del episodio y doce sesiones con especialistas en comunicación por alteraciones del habla.
First published: 19:50, 05.12.19
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