Los primeros días de una empresa a menudo determinan sus características centrales: decisiones comerciales, elección de su arquitectura tecnológica, selección de equipos de liderazgo e inversores. Todo esto es parte de las acciones que marcan significativamente el rumbo de la compañía. Al mismo tiempo, los primeros días también se establecen la cultura y los valores organizacionales a seguir.
Durante nuestra primera semana en Piggy, comenzamos discusiones maratónicas. Los seis miembros de la empresa nos reunimos por videoconferencia e intentamos tomar decisiones vitales sobre el enfoque de los productos de nuestra compañía.
La actividad fue una manera maravillosa de comenzar nuestro trabajo en equipo, conocernos a través de discusiones conjuntas, confrontar los temas centrales de nuestra visión y planes operativos, y aprender sobre los desafíos y oportunidades que se nos presentan. Al final de la semana, armamos un plan de acción de desarrollo detallado para las próximas semanas, que también tuvo un impacto significativo en nuestro modelo comercial y estrategia de marketing.
Durante una de nuestras discusiones, analizamos exitosas aplicaciones como Instagram y Tik Tok. Aunque el producto que estamos planeando no tiene la intención de parecerse a ellos, dado que están dirigidos al mismo público objetivo de jóvenes, era importante para nosotros conocerlos bien.
En nuestro análisis, identificamos varios patrones de comportamiento del usuario que los diseñadores de las aplicaciones alentaron con sus decisiones. Después de observar la lógica y el razonamiento del producto, comenzamos a fantasear con la implementación de los mismos métodos en Piggy.
Sin embargo, junto con el entusiasmo, un sentimiento diferente comenzó a roernos. La idea de que nuestras ideas pudieran hacer que las personas se volvieran adictas al uso de nuestra aplicación despertó nuestra imaginación sobre su potencial popularidad, pero al mismo tiempo, se apoderó de nosotros la amarga sensación de que podríamos estar equivocando a nuestros usuarios. No es una cuestión legal, de ninguna manera, sino más bien de valores: ¿el deseo de triunfar justifica los medios para llegar allí?
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Los primeros días de una empresa a menudo determinan sus características centrales.
( Shutterstock)
La crítica pública sobre las cualidades adictivas de las redes sociales que impactan a cientos de millones de personas en todo el mundo ha ganado terreno, particularmente debido a “The Social Dilemma”, el exitoso documental de Netflix. Personalmente, estoy de acuerdo con las críticas y me he pronunciado al respecto en varias apariciones en los medios. La idea de adoptar lo que considerábamos prácticas problemáticas era inaceptable para nosotros y acordamos unánimemente no seguir ese camino.
Las empresas emergentes se esfuerzan por triunfar. De hecho, con las estadísticas que indican que el 90% de ellas cierran en dos años, la ambición es vencer las probabilidades y crear algo enorme. Aunque nuestros inversores son amables y los miembros del equipo que reclutamos están comprometidos, por un momento no me olvido de la magnitud del desafío que tenemos ante nosotros: tener éxito en poco tiempo y con recursos relativamente limitados.
Es desafiante y estresante y nos obliga a ser creativos y encontrar soluciones casi milagrosas para superar los obstáculos en nuestro camino. Pero en este momento, es vital que recordemos que el éxito no es el único objetivo y que, aunque realmente queremos triunfar, tenemos que llegar allí de manera ética y sintiéndonos orgullosos.
Los atajos que comprometen nuestros valores personales pueden resultar atractivos, ya que marcan un camino más claro y seguro hacia el éxito. Además, cuando otras empresas que nos rodean no dudan en utilizar este tipo de prácticas, la competencia puede ser abrumadora y, en ocasiones, parece que la única forma de triunfar es comprometiendo nuestros valores. Ese es precisamente el punto en el que usted, como fundador y como miembros del equipo de la empresa, debe tomar una decisión y determinar hasta qué punto está dispuesto a ceder sus valores para tener éxito.
A lo largo de mi carrera, tuve algunas oportunidades de pecar, prometiéndoles a los clientes cosas que no estaba seguro de poder cumplir, presumiendo o insinuando logros que eran más grandes de lo que realmente eran, o brindando a los futuros inversores informes detallados sobre nuestros éxitos mientras omitía algunos aspectos menos alentadores. Pero en mi opinión, hay una gran diferencia entre intentar pulir la realidad y crear valor para su empresa a expensas de sus usuarios o emplear métodos que son fundamentalmente incorrectos.
Entonces, o construyes una organización consciente de sí misma y comprometida con los valores que defiendes o caes en la tentación de tomar atajos que pueden poner a la empresa en el camino hacia la gloria, pero te arriesgas a que el éxito te lleve más lejos. Estoy muy feliz y muy orgulloso de que el equipo de Piggy haya decidido elegir la primera opción.
