Gadi Ma-Tov, un habitante de 60 años de la localidad israelí de Mevaseret Tzión próxima a Jerusalem, casado y padre de tres hijos, se dedica a hacer maquetas: desde miniaturas de atracciones turísticas hasta prototipos de armas de guerra para los organismos de Defensa de Israel.
¿Cómo llegó a construir maquetas?
Todo empezó con el Lego. Yo era un niño hiperactivo, y el Lego me mantenía ocupado. De ahí pasé a juegos de guerra. Me encantaba construir escenas de batallas, y a los 8 años ya hacía tanques y aviones de plástico. Después estudié grabado y soldadura en un colegio secundario de profesiones manuales. Y al terminar el servicio militar, esto se convirtió en un medio de vida.
Incluso ahora, la mayoría de los “juguetes” que veo en su estudio son armas.
Es cierto. La mayor parte de mi trabajo consiste en construir maquetas para el ejército israelí y las industrias militares. Esto comenzó cuando, hace años, vino a verme alguien que había dirigido una organización que se dedicaba a construir maquetas de tanques en Rusia. Justo acababa de recibir el primer encargo del ejército. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) querían maquetas de vehículos, y me vino muy bien. La persona que me había venido a ver construyó un modelo en miniatura del tanque soviético T55. Y lo hizo con trozos pequeñísimos de envases de queso Cottage, que pegó uno a uno en un trabajo de hormiga.
Hoy en día, lo que hago para el ejército israelí son sobre todo maquetas de piezas para juegos de guerra, que utilizan como ejercicios. Tengo docenas de maletas con pequeñísimos piezas de ese tipo, que después abren en las comandancias, las despliegan sobre una pieza en relieve de los altos del Golán y, digamos, comienzan a jugar.
¿Y por qué necesita maquetas el ejército israelí?
La maqueta es un medio para explicar cosas, un medio de comunicación, ya sea para un constructor o contratista que le quiere explicar a un cliente cómo será su casa, o para quienes diseñan escopetas, por ejemplo, y quieren mostrar cómo funciona.
Las industrias militares utilizan maquetas sobre todo para comercializar sus productos en exposiciones que se organizan en todo el mundo. La mayoría de los proyectos más importantes han pasado por nuestras manos, como por ejemplo el cohete ‘Jetz’ (‘Flecha’, en español, y conocido en inglés como ‘Arrow’) y el sistema antimisiles ‘Cúpula de hierro’.
Pero éste no es el único propósito. Una maqueta es la forma más cómoda de hacer ejercicios con muchas personas, y permite que cada soldado o comandante vea el panorama completo, y no solamente su función en el equipo.
En el Museo Beduino del Néguev hemos construido la maqueta de un campamento de tiendas de campaña con tal nivel de precisión que se veía el aspecto que tenía a las seis de la mañana en otoño, después de la primera lluvia. Pasamos días enteros en el campamento de tiendas de campaña a fin de estudiar cómo están hechos, y sacamos docenas fotos para ver desde qué ángulo da la luz en la tela.
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"La mayor parte de mi trabajo consiste en construir maquetas para el ejército israelí"
(Calcalist)
Además de las industrias militares, ¿para quién más trabaja?
Trabajo mucho para museos, y les preparo dioramas (una maqueta con un gran número de pequeños detalles que muestra o simula un terreno o una situación). El primer proyecto que hice fue en el Centro Joe Alon, el museo beduino próximo a Beer Sheva, en el que hicimos todos los dioramas.
Hace veinte años también entré en el terreno del problema de los accesos para personas con discapacidad, ya sea de visión como mental. Por ejemplo, diseñamos una maqueta que demuestra a grupos de visitantes ciegos cómo funciona una fábrica de aceite de oliva. Uno puede explicarlo verbalmente durante horas, y también puede darle a una persona ciega el modelo reducido o maqueta que hicimos, y en el que hay un elemento de juego que le permite al no vidente entender enseguida cómo funciona. Lo mismo es válido en otros terrenos, como la arqueología. ¿Cómo explicarle a un invidente qué es un ‘montículo’? Hemos hecho un modelo de Tel Meguido (el conocido yacimiento arqueológico que lleva el nombre de ‘Montículo de Meguido’) construido como un rompecabezas, en el que cada capa histórica es un elemento separado, de modo que una persona ciega pudiera colocar una capa encima de otra”.
¿De qué material están hechas las maquetas?
De plástico y madera. Rara vez también de vidrio.
¿Es una profesión que se estudia en algún lugar?
No en Israel. Para saber qué son los dioramas, visité museos en Gran Bretaña. Me arrastraba por debajo, y cuando el guardia no me veía raspaba las figuras para saber de qué estaban hechas.
Cuando volví a Israel, comencé a emplear a inmigrantes de la ex Unión Soviética que estudiaron cómo construir maquetas porque allí es una verdadera profesión. Y les debo mucho por todo lo que me han enseñado.
¿Hasta qué punto usted es cuidadoso en todos los pequeños detalles de la maqueta?
Eso depende en gran medida de hasta qué punto el cliente está interesado en un estudio preliminar y nos da el tiempo para ello. La Dirección para la Naturaleza y los Parques, por ejemplo, encargó una maqueta que reproduce la ciudad bizantina de Avdat. Pero las excavaciones arqueológicas que se habían hecho allí eran parciales, y no teníamos una verdadera idea de cómo había sido la ciudad. Lo que hice fue pasar varios días con el arqueólogo de esa institución, en los que tomamos los resultados de las excavaciones, los comparamos con reproducciones de edificios de otras ciudades bizantinas de la zona, como Shivta, y ensamblamos una maqueta que muestra una reconstrucción fiel.
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"Tenía 30 años cuando me di cuenta que era esto a lo que quería dedicarme"
(Calcalist)
En el Centro Joe Elon, por ejemplo, la comisaria o curadora del lugar insistió en cambiar el modelo del camello para que fuera el típico del Sinaí y no el del norte del Néguev, como el que habíamos hecho. Hicimos el diorama con una precisión hasta el punto de mostrar qué aspecto tendría determinado lugar de campamento beduino a las seis de la mañana en otoño, después de la primera lluvia. Estuvimos muchos días en la tienda de campaña, estudiamos cómo estaba hecha y de qué tipo de tela. Sacamos docenas de fotos solamente para saber desde qué ángulo da la luz en la tela.
¿Siempre supo que quería dedicarse a hacer maquetas?
No. Para nada. Sucedió por casualidad. Estudié Arquitectura en la Escuela de Bellas Artes Bezalel de Jerusalén, y el primer año se dirigió a mí un veterano arquitecto que me pidió que le hiciera una maqueta. En esa época era habitual que los estudiantes hicieran este tipo de trabajos para ganarse la vida. La mayoría de las veces pedían a los estudiantes maquetas básicas de cartón. Pero ese arquitecto me pidió una maqueta compleja de madera. Como graduado de un colegio secundario en el que se estudiaban profesiones, yo tenía la preparación necesaria. Trabajé un año en esa maqueta, y vi que podía ganarme la vida mientras estudiaba.
Debido a mis trastornos de atención, no puedo hacer cosas que no me gustan. Trabajé tres años como arquitecto en un estudio en el que me encargaron proyectos importantes. Por ejemplo, diseñé todo el barrio de Guiv’at Zeev de Jerusalén. Tenía muchas responsabilidades, y pienso que era bueno en lo que hacía, pero me aburría. Al mediodía ya miraba el reloj pensando en la hora de volver a casa.
Tenía 30 años cuando me di cuenta que era esto a lo que quería dedicarme: volver a ser el niño que construye aviones en su cuarto.
