Los días de vacaciones a bordo del lujoso "Diamond Princess", se han convertido en una verdadera pesadilla. Durante una semana, todos los pasajeros, entre ellos 15 israelíes, han estado encerrados en sus habitaciones, tratando de apelar a la creatividad para pasar el tiempo. Pero el temor de que se contagien de coronavirus, o de que se vean obligados a permanecer aislados durante mucho tiempo, va en ascenso.
Luego de que 136 pacientes con el virus fueran retirados del crucero atracado en la costa de Japón, ayer no se diagnosticaron nuevos pasajeros infectados.
La condición de la mujer israelí que había tenido fiebre, también mejoró. Y los resultados de las pruebas han demostrado que no porta coronavirus.
Pese a las noticias relativamente alentadoras, a medida que pasa el tiempo, la vida cotidiana en la embarcación se vuelve más compleja. "Pasamos 23 horas al día encerrados en la habitación", señala Shimon Dahan, de 69 años, uno de los pasajeros israelíes en el barco.
"Desafortunadamente, no podemos dormir mucho, cinco horas más o menos, a las siete nos traen el desayuno", relató Dahan. "Si necesitamos toallas o sábanas nuevas, ponemos las sucias en la puerta y las reemplazan, lo mismo con la comida. Entre comida y comida estoy constantemente en YouTube o leyendo noticias".
El israelí contó que, para romper con la monotonía de la rutina, decidió hacer algo particularmente inusual: "Le ofrecí a mi esposa un segundo matrimonio".
"Compré un anillo de plástico, me puse de rodillas y le dije que la amaba, lo cual no suelo decir", relató.
Pese al momento de diversión, Dahan expresó su frustración respecto a que el gobierno israelí no ha hecho nada respecto a su situación: "Estamos desconectados, y no sentimos a nadie del gobierno, nadie llama, no verifican, no existimos para ellos".
La esposa de Shimon, Shalva, colgó una bandera de Israel en la ventada de la habitación del barco: "Lo hice para que periodistas de todo el mundo vean nuestra situación, vinimos al crucero para celebrar un cumpleaños, disfrutamos cada momento, y luego se convirtió en una pesadilla, una película de terror".
Guy Dahan, cuyos padres y tíos están atrapados en el barco, indicó: "Poco a poco, de conversación en conversación, nos dimos cuenta de que están empezando a desvanecerse, hoy me llamaron desde el Ministerio de Relaciones Exteriores y exploté, me preguntaron qué estaba pasando, en lugar de explicarme ellos lo que sucedía, no vi a ninguno de los funcionarios del gobierno decir una palabra sobre el barco en los medios", y agregó: "No estamos buscando lismosnas, estamos buscando respuestas, saber qué pasará mañana, son personas mayores y no pueden continuar aislados".
Como resultado de la situación, los miembros de la familia de los israelíes decidieron exigir al Estado que interviniera y los retirara, para que pudieran atravesar el aislamiento en un centro médico, y no en el barco.
La familia solicita que se establezca un equipo de emergencia que incluya al Ministerio de Relaciones Exteriores, al Ministerio de Salud, y a un ingeniero experto en sistemas hospitalarios, para que se encarguen de realizar un espacio protegido en el país, y permitir así su regreso al Estado judío.