“Aquí no hay supervisión médica, ni médicos, ni paramédicos, nada", expresa sorprendido Yair Rosenhaft, de 35 años, enfermero del hospital Ichilov. Se contagió de coronavirus mientras trabajaba en la guardia y fue enviado al Hotel Shaarei Jerusalem para evitar contagiar a su esposa y sus tres hijos.
"Hubo un brote de corona en uno de los pabellones del hospital. Un paciente que había sido examinado y que no había recibido todavía el resultado, fue enviado a nuestra área. Después se confirmó que era positivo. Me hice una prueba y dí negativo, pero tres días después me hice otra y me dió resultado positivo", cuenta Rosenhaft a Ynet.
Cuando llegó al hotel, el enfermero se sorprendió al descubrir que no había supervisión médica de ningún tipo. “Llegué con mi maletín de enfermero y al ver el panorama avisé a las autoridades para que se comunicaran conmigo si alguno de los pacientes necesitaba algo. Desde ese momento, me llaman unas diez veces al día”, detalla.
Rosenhaft relata que sus respuestas no siempre son simplemente para enfrentar síntomas leves, sino algunos tratamientos más complejos: “Un paciente que no se sentía bien fue trasladado al hospital. Al regresar, llegó con una lista de medicamentos que nunca había tomado y comenzó a sentir náuseas porque tomó las píldoras equivocadas y sin respetar los tiempos entre dosis", explica.
Según el Mando del Frente Doméstico, la división del Ejército a cargo de los centros de aislamiento, unas 9.000 personas se alojan en 24 hoteles en Israel. El portavoz de las FDI declaró en respuesta: “El tratamiento médico en los hoteles de aislamiento es proporcionado por los prestadores de salud. Si la condición médica de un paciente empeora, el Mando Doméstico ordena una ambulancia y lo dirige al hospital más cercano. El personal del hotel junto al Mando del Frente Doméstico hacen todo lo posible para ayudar y hacer que la estadía de las personas en recuperación en el lugar sea placentera; cada queja y problema se resuelve de manera individual y con total atención”.