Un 15 de diciembre pero hace 59 años, el genocida nazi Adolf Eichmann fue condenado a morir a la horca por crímenes de lesa humanidad. Previamente había sido capturado por agentes del Mossad en Argentina y trasladado a Israel en un avión de la compañía aérea El Al. El proceso judicial despertó el interés internacional, llevando, una vez más, las atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial a las primeras planas.
Tras la derrota del Eje a manos de los Aliados, Eichmann huyó de Austria hacia la Argentina, en donde vivió bajo el nombre de Ricardo Klement. En mayo de 1960, agentes del servicio de seguridad israelí lo identificaron, llevaron a cabo un plan para capturarlo y lo llevaron a Jerusalem para enjuiciarlo en una corte israelí. Declaró desde una cabina de cristal a prueba de balas.
A la hora del juicio, fueron claves los testimonios de muchos sobrevivientes del Holocausto, quienes se sintieron capaces de compartir sus experiencias mientras que el país enfrentaba un capítulo de su historia traumático. El procurador general de Israel, Gideon Hausner, firmó una acusación contra Eichmann por 15 cargos, incluyendo crímenes contra los judíos en particular y la humanidad en general.
Entre otras tareas, el jerarca nazi coordinó la deportación de prisioneros desde Alemania y otras partes de Europa a los campos de exterminio. Fue el encargado de planear los movimientos de judíos y más de 10.000 gitanos. Además, trabajó con el jefe principal de la Gestapo, Heinrich Mueller.
El 15 de diciembre de 1961, Eichmann fue declarado culpable. Casi seis meses después, el 1 de junio de 1962, lo ahorcaron. Fue la primera y única vez que se declaró la pena de muerte en el Estado judío. Su cuerpo fue cremado y las cenizas esparcidas en el mar, más allá de las aguas bajo jurisdicción israelí. Se trata
