Las nuevas normas e instrucciones aprobadas esta semana, que prohíben todas las actividades deportivas, y según las cuales está permitido salir de casa por poco tiempo y a una distancia de solamente 100 metros, indignaron a muchos israelíes que suelen correr solos en espacios abiertos y sin contacto con otras personas. Y sostienen que se trata de normas exageradas, que sólo causarán daño.
Dubi Miller, un habitante de 52 años de la localidad de Kfar Iona, que dirige un grupo de gente que corre y él mismo lo hace todos los días, le dijo a Ynet: “Me gusta mucho correr por los senderos de Israel, pero ahora eso ya no es posible. Hace poco salí de casa y corrí como un loco en torno de los cien metros permitidos. Aunque tengo un andador en casa, no hay nada como correr al aire libre”.
Y agregó que las restricciones no deberían aplicarse a la actividad de correr en espacios abiertos. “No veo ningún problema en que las personas que quieran salgan a correr por los senderos, huertos, naranjales u otros espacios abiertos. El problema está en los lugares abarrotados de gente. El deporte es saludable y nos hace mucho bien, ¿y nos quieren encerrar en casa para que no corramos? Especialmente en tiempos de coronavirus, que es una enfermedad respiratoria y es necesario hacer trabajar a los pulmones”.
Miller sostuvo que “a largo plazo, el daño a la salud será mayor. Al coronavirus le encontrarán solución, pero las personas que no se van a mover, que engordarán, con diabetes y problemas cardiacos, y que quieren correr, hay que permitirles correr solos por un sendero o con otra persona, manteniendo la distancia. Es cuestión de autodisciplina”.
A su vez, Einav Elmaliaj, de 41 años y que vive en Kfar Iona, y corre todos los días al aire libre, contó que las nuevas normas realmente la estresaron. “Correr es como respirar, y hacer una pausa de la rutina diaria. Por eso, las nuevas normas me estresaron más, y me hicieron pensar en lo desconocido. Ahora no tengo la posibilidad de descargar la tensión. Por supuesto que voy a actuar según las normas, pero me resulta muy difícil porque estamos todo el día en casa con los niños, mirando los informativos, poniéndonos al día con las restricciones y preguntándonos qué va a pasar y qué nos espera. Pero ahora no tengo la posibilidad de relajarme, y de descargar la tensión y los nervios”.
También Elmaliaj afirmó que las nuevas instrucciones son exageradas. “Últimamente hemos sido muy cuidadosos en lo que respecta a mantener la distancia entre quienes corremos, y cuando lo hago sola no tengo contacto físico con nadie. Y aun si paso cerca de alguien, es a una distancia de más de dos metros. Esta nueva restricción es negativa, y sólo hará daño porque el límite de cien metros y las aglomeraciones en torno de un espacio pequeño son precisamente lo que desembocará en que hará que haya más contacto entre personas. Además, hay que tener en cuenta que no hacer deporte puede causar enfermedades”.
Otro deportista que se vio afectado por las nuevas normas es Liran Zak, de 31 años y que se dedica a entrenar a personas que corren en grupo en la ciudad de Petaj Tikva. Él mismo suele correr cinco días a la semana. “Corro doscientos kilómetros al mes desde hace cinco años. No tengo contacto físico con las personas con las que corro. Según los datos del Ministerio de Salud, al parecer la gente se contagia sobre todo en hoteles y en sinagogas. La gente no se contagia cuando hace actividades deportivas al aire libre; se han equivocado al tomar esa medida. Si hubiera un confinamiento absoluto, todavía… Pero no estamos en esa situación. ¿Por qué los lugares de baños rituales para mujeres religiosas (mikve, en hebreo), donde dicen que la gente se contagia, siguen abiertas, y sin embargo correr al aire libre está prohibido?”
También Oren Mivne, que corre todos los días y que hace poco participó en la maratón de Tel Aviv, está indignado. “¿Qué sentido tiene que esté permitido rezar en un grupo de diez personas en un espacio abierto, y que se prohíba correr en el campo? ¿Dónde está la lógica? Un país normal alentaría las actividades físicas en tiempos como éstos, y lo que prohibiría sería fumar”.
También Rotem Glickman, una habitante de 36 años de la localidad de Tsoren y propietaria de un gimnasio, está acostumbrada a correr en espacios abiertos, y dijo: “Correr está hecho para mí; es el tratamiento que me hago a mí misma. Hasta ayer corría, y ahora entiendo que tengo que dejar de hacerlo. Da mucha rabia, pero ésa es la situación. Los últimos días hemos visto que hay una nueva realidad. Y ahora hago más ejercicios aeróbicos dentro de casa”.
Glickman señaló asimismo que cuando se corre al aire libre no hay contacto físico con otras personas que hacen lo mismo. “Como mucho, alguien pasa cerca durante una décima de segundo. Pienso que las nuevas normas son muy duras y muy estrictas. Tengo intenciones de acatarlas, pero son realmente injustas. A quienes corremos en forma habitual, la nueva norma afectará nuestra constancia y persistencia. Es como empezar de nuevo a andar en bicicleta. Esto realmente va a tener resultados negativos, y además nos bajará la moral. Habrá más enfermos. Y todo será un enorme caos”.
*Ilana Curiel participó en la preparación de esta nota.
