Yosef Friedman: "Soldados Solitarios Sin Apoyo Familiar es una verdadera familia".
Yosef Friedman: "Soldados Solitarios Sin Apoyo Familiar es una verdadera familia".
Cortesía
Yosef Friedman abandonó todo lo que conocía por una nueva vida.

“Son la familia y amigos que me faltaban”

Con sólo 22 años, Yosef Friedman dejó a su familia, el mundo ortodoxo y todo lo que conocía, para embarcarse en un nuevo camino en las FDI, y recibió el apoyo de la Fundación para Soldados Solitarios Sin Apoyo Familiar.

Ynet – Adaptado por Alejo Sanzo |
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El rechazo en el mundo ultraortodoxo hacia aquellos que se enrolan en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) no detuvo a Yosef Friedman, un joven ex miembro de la comunidad de Kiryat Yearim.
Dejando atrás a su familia y todo lo que conocía, Yosef dejó la religión, salió del armario y se unió a una unidad de combate en las FDI.
"Crecí como ortodoxo hasta la edad de 17 o 18 años. Asistía a una yeshivá vistiendo ropa blanca y negra, y llevaba el sombrero, el traje, todo. Nunca sentí que pertenecía y siempre quise dejar la religión", explicó. "Enrolarme en el Ejército era mi salida", añadió.
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Yosef Friedman abandonó todo lo que conocía por una nueva vida.
Yosef Friedman abandonó todo lo que conocía por una nueva vida.
Yosef Friedman abandonó todo lo que conocía por una nueva vida.
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Después de hacerlo, Friedman se mudó a la Casa de los Soldados, donde conoció a amigos y decidió salir del armario. "No he estado en contacto con la familia durante un año y medio", mencionó.
"El programa Soldados Sin Apoyo Familiar está compuesto por soldados solitarios que provienen de dos sectores principales: los ortodoxos que han abandonado la comunidad y cuya familia se niega a reconocerlos, y los jóvenes en riesgo que tienen diferentes orígenes", explicó la teniente coronel Liora Rubinstein, directora del programa en el Centro Memorial Michael Levin.
La fundación recibe a los jóvenes unos seis meses antes del reclutamiento y los guía a través de un proceso para conocer su nueva realidad y la nueva vida que están comenzando.
Rubinstein comentó un caso particularmente memorable de sus dos años trabajando para la fundación.
"Unas semanas después de que entré, el coordinador me pidió que acompañara a una nueva recluta. Fui el día de su reclutamiento y allí estaba una joven, ex miembro de una comunidad ortodoxa, que había decidido enrolarse, y cuando me vio, me sonrió, y estaba tan feliz que me derretí", recordó con felicidad.
Este es solo un ejemplo de muchos de estos casos de jóvenes que están tan envueltos en la soledad que "cualquier cosa con la que podamos ayudarlos; una sonrisa, un pequeño abrazo, algo de atención, una conversación o una comida caliente, significa todo para ellos", explicó Rubinstein.
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Liora Rubinstein, directora del programa Soldados Solitarios Sin Apoyo Familiar.
Liora Rubinstein, directora del programa Soldados Solitarios Sin Apoyo Familiar.
Liora Rubinstein, directora del programa Soldados Solitarios Sin Apoyo Familiar.
(Cortesía)
Hacia el final de su servicio militar, el padre de Yosef murió de cáncer.
"Tuve que ir a casa para su funeral, me aceptaran o no", relató.
Poco antes de la muerte de su padre, un amigo que también lo presentó al Centro Michael Levin para Soldados Solitarios Sin Apoyo Familiar.
"Enviaron a dos voluntarios a visitarme y fueron las únicas personas que vinieron", recordó.
"No vinieron amigos, nadie vino. Y fue entonces cuando me di cuenta de que esta organización realmente es diferente de las demás. Es una verdadera familia, son los amigos que nunca tuve".
Y esta relación continúa incluso después del alta de los soldados, ya que para los soldados solitarios israelíes que regresan a la sociedad civil, la vida puede ser muy complicada.
"Cuando estaba a punto de ser dado de alta, me estresé, tuve un ataque de pánico y me desmayé en la base. Da miedo. Vas a un mundo desconocido donde no sabes nada", explicó Friedman.
"El día que un soldado solitario sin apoyo familiar es dado de alta y comienza la vida civil, mira a su alrededor y no ve a nadie allí, se hunde en un pozo de ansiedad", remarcó.
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"Es por eso que, antes de ser liberados, hablamos con ellos, averiguamos qué están buscando, a dónde quieren ir, qué quieren hacer: ir a la universidad o encontrar trabajo. Cuáles son sus prioridades, cuánto lograron ahorrar en el transcurso de su servicio, y cuál es su punto de partida".
El programa apoya a los candidatos al servicio militar a prepararse para el enrolamiento en las Fuerzas de Defensa de Israel, a los soldados que ya están en el servicio y a aquellos que son dados de baja hasta cinco años después de su alta. El centro asiste a 1.000 soldados solitarios cada año.
"Dejé la comunidad ortodoxa, me enrolé, luché para entrar en una unidad de combate, cumplí un período completo de servicio, y ahora estoy completando mi matriculación y soñando con convertirme en diseñador de interiores", señaló Friedman.
En estos días, como la epidemia de coronavirus nos afecta a todos, para estos soldados solitarios que están aislados, la soledad tiene un impacto mucho mayor y más significativo.
"Ahora estoy de vacaciones sin sueldo. Estaba trabajando como mesero. Así que tengo que conformarme con muy poco. Cuando compro comestibles, planeo con anticipación y decido qué comprar y qué no. Intento no mirar hacia el futuro porque es estresante", añadió Friedman.
"Aquí es donde nuestra presencia es más importante que nunca, brindando ayuda y ayudándoles en su difícil situación", manifestó Rubinstein.
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