El catedrático en Medicina, Avi Héfetz.
El catedrático en Medicina Avi Héfetz.
Gentileza
Blum Lotus. “Estoy dispuesta a hacer todo lo necesario”.

De una escuela talmúdica para varones a mujer transgénero en la mili: "Estaba presa en un cuerpo de hombre"

¿Cómo es criarse como varón en un hogar religioso, estudiar en una escuela talmúdica (yeshivá, en hebreo) y desear ser mujer? En una valiente entrevista, Blum Lotus, de 20 años, cuenta su salida del armario, y explica en qué consiste la operación innovadora a la que se sometió para aplanar la prominencia laríngea (popularmente conocida como “nuez” o manzana de Adán) por medio de una endoscopia interna y sin dejar cicatrices: la primera de ese tipo en Israel y en el resto del mundo.

Nehama Shirley Farkash - Traducido por Beatriz Oberländer |
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En Israel viven en la actualidad miles de personas transgénero (también se utiliza la abreviatura ‘trans’). Los números indican que son entre el 0,6 y el 1 por ciento de la población adulta, en comparación con el 2 por ciento de las personas de hasta 25 años, tanto en Israel como en el resto del mundo. Y cada año son un 15 por ciento las personas que se definen a sí mismas como transgénero. Y la demanda de operaciones para adaptar las características del sexo con el que se nació a lo que la persona siente interiormente (la identidad de género) no hace más que aumentar.
La operación de la “nuez”, situada en la zona de la garganta y que constituye uno de los rasgos masculinos más prominentes, se ha convertido con los años en el sello distintivo de quienes se han sometido a un cambio de sexo. En el último año se están haciendo en Israel operaciones de aplanamiento de la “nuez” por medio de endoscopia, que no dejan cicatriz. Se trata de una nueva técnica, y la primera de su tipo en el mundo. La técnica es un invento del catedrático Avi Héfetz, experto en otorrinolaringología y jefe de equipo del Centro Médico ARAM. Es el único médico que hace este tipo de operaciones actualmente, tanto en Israel como en el resto del mundo.
La última paciente que se ha sometido a esa operación fue Blum Lotus, una soldada trans de 20 años, que en estos días se encuentra en el posoperatorio de esa intervención. Es la primera de una serie de operaciones a las que planea someterse, incluida una cirugía completa de cambio de sexo. “En cuanto me enteré de la posibilidad de someterme a una operación que no deja cicatriz, no tuve ninguna duda de que lo iba a hacer”, dice.
“Una mujer con genitales masculinos es una mujer a todos los efectos”
“El cambio de hombre a mujer es complejo y nada fácil. Hay muchas pequeñas diferencias exteriores e interiores entre hombres y mujeres”, señala Blum. “Desde una cirugía de nariz hasta el pulido de la frente y el mentón, pasando por la depilación o el implante de pelo. Son cambios menores, pero muy importantes. En el extranjero se conoce más el tema, pero en Israel no tanto, y es difícil recibir ayuda”.
Pregunta: ¿Qué otras operaciones la esperan?
Respuesta: Dentro de seis meses terminará el estudio de mi caso en la Comisión de Cambio de Sexo del Hospital Tel Hashomer, próximo a Tel Aviv. Entonces podré fijar una fecha para la cirugía de cambio de sexo. Ahora estoy ocupada planeando diferentes operaciones faciales que me quiero hacer, obviamente después de recibir asesoramiento y de hacerme las pruebas necesarias.
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Blum Lotus. “Estoy dispuesta a hacer todo lo necesario”.
Blum Lotus. “Estoy dispuesta a hacer todo lo necesario”.
Blum Lotus. “Estoy dispuesta a hacer todo lo necesario”.
(Gentileza)
Hace ya seis meses que Blum Lotus toma hormonas. “Lo aprendo todo en carne propia. Cuando se escribe sobre los efectos secundarios, más de una vez se dice ‘no se conocen’. Al principio esto tenía efectos negativos en estado de ánimo y me deprimía, y también me había bajado la libido. Hay asimismo cambios físicos: un cuerpo más femenino y una distribución diferente de la grasa. Entre hombres y mujeres hay una diferencia incluso en el olor de la transpiración. Y las hormonas también hacen crecer el pecho. A mí me pasaron todas estas cosas.”
–¿No la asustan todos los complejos procedimientos médicos que le esperan?
–Lo trans tiene un amplio espectro. Hay quienes quieren quedarse con el órgano sexual con el que nacieron, pero son mujeres a todos los efectos. También una mujer con genitales masculinos puede ser una mujer. Yo me defino a mí misma como transexual, que es alguien que se somete a una operación de cambio se sexo. Odio tanto mi órgano sexual, y estoy tan impaciente por no tenerlo, que estoy dispuesta a pasar por lo que haga falta para ello.
“Tenía tantas ganas de ser mujer…”
Blum nació como varón en el seno de una familia religiosa de Jerusalem. Era el varón del medio de tres hijos, y tenía un nombre especial: Sohar [que significa ‘media luna’]. “Me sonaba demasiado masculino, por lo que busqué otro nombre más femenino: el de una de flor”, cuenta. “Blum significa ‘florecimiento’, y poco a poco todos se acostumbraron a ese nombre nuevo. Para mí, ese nombre significa que floreceré y que seré la hermosa flor que siempre estuve destinada a ser”.
–¿Cuándo ocurre eso? ¿Cuándo un varón se da cuenta de que es una chica?
–Eso comienza por pequeñas cosas de las que al principio ni siquiera te das cuenta; sólo mirando hacia atrás les encuentras sentido. Por ejemplo, siempre le tuve envidia a mi hermana cuando en Purim se disfrazaba de princesa. O cuando la acompañaba a ella y a unas primas a comprar ropa de chicas. Me daban muchas ganas de comprarme un vestido, o de jugar con una Barbie.
Blum estudió en la yeshivá Or Torá (‘La luz de la Torá’, en español) como varón. Su hermano mayor es ultrarreligioso, y la hermana forma parte de la corriente religiosa-nacionalista. “No conocía para nada el mundo de los homosexuales. Ni siquiera sabía qué era gay o lesbiana. Llevaba un diario íntimo, y cuando escribía allí me imaginaba a mí misma como una chica con pelo largo y con ropas bonitas. “Tenía tantas ganas de ser una chica…”
“Empecé a maquillarme cuando salía de casa, y también les contaba a mis amigos que me sentía incómoda con mi cuerpo. Y comencé a hablar en femenino. Fue entonces cuando empezaron los primeros acosos y maltratos.”
–¿A qué se refiere?
–Yo reprimo todo lo relacionado con esa época, pero tengo el recuerdo muy fuerte de un día en el que, en mitad de una actividad en Bnei Akiva, todos los niños del grupo de mi edad me tiraron piedras. Hasta que apareció un chico más grande y les dijo: “¿Les parece justo?” Pero no recuerdo exactamente cómo terminó.
[Bnei Akiva es el movimiento juvenil sionista más importante del sionismo religioso en el mundo. Y el más numeroso de todos los movimientos juveniles sionistas en general.]
“Yo reprimo el pasado hasta el punto de que soy incapaz de referirme a mí misma como varón. Cuando me preguntan si tuve bar mitzvá, no sé qué responder… Aunque sí tuve. Estoy aprendiendo a aceptar el hecho de haber tenido un pasado como varón”.
Mamá, papá, quiero ser mujer
Sus padres religiosos la acompañaron a la operación para eliminar la “nuez” o “manzana de Adán”, algo excepcional en ese medio. “Ellos siempre me acompañan, y quieren estar a mi lado”, dice. “Es que todo me resulta difícil. Y el apoyo de ellos me parece asombroso, extraordinario, y no se da por sentado”.
–¿Cuándo les contó?
–Cuando tenía 13 años, aun antes de saber que había algo llamado "transgénero". Les escribí a mis padres una carta en la que les contaba todas las cosas que me molestaban en el colegio. Que me obligaban a ponerme las filacterias (tefilim, en hebreo) y que yo no quería ser religiosa, y también que los varones veían porno en clase. Y les escribí asimismo que quería ser mujer.
[Filacterias son unas pequeñas envolturas o cajitas de cuero en las que se encuentran o guardan pasajes de las Escrituras en la religión judía. Y tienen correas para atar al cuerpo: una sobre el brazo izquierdo (o derecho, si la persona es zurda), dando siete vueltas, y la otra se coloca sobre la cabeza. A partir de los trece años, los varones judíos deben colocárselas diariamente, con excepción de Shabat y demás festividades judías.]
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Blum Lotus después de una operación
Blum Lotus después de una operación
Blum Lotus después de una operación.
(Gentileza)
–¿Cómo reaccionaron sus padres?
–Mis padres se dedicaron primero a la cuestión social, y me sacaron del colegio. Hubo una época en la que me fui de tres colegios, uno tras otro, y al final abandoné los estudios por completo. En cuanto a mi deseo de ser mujer, tal vez pensaron que se me pasaría. Ellos no conocían ese mundo, y no supieron prestarle toda la atención que hacía falta. Los padres que oyen que un hijo les dice algo así, lo primero que tienen que hacer es incorporarlo. No pasarlo por alto, no hacer como si eso no existiera, sino estudiar el asunto, analizar, verificar. Porque cuando llega la adolescencia y el cuerpo empieza a desarrollarse en la dirección equivocada, la situación es terrible.
–¿Cuándo empezó a hablar en femenino?
–Con mis padres no hablaba en femenino, pero tenía mucho cuidado en hablar en un lenguaje neutral. Fue muy difícil, pero hice una separación entre mi mundo y el mundo de ellos. Y quería que ambos mundos se mantuvieran separados. Ahora ya hablo en femenino también en la casa de ellos.
–¿Y qué hay de la ropa y el maquillaje?
–Empecé a maquillarme relativamente pronto, pero sólo fuera y no en casa. Un día mi madre descubrió mi bolsita de maquillaje en el baño, y me preguntó si era mía. En ese momento sentí tanto miedo que salí corriendo. Mis padres me fueron a buscar, y cuando me encontraron lo único que querían era calmarme.
Da la impresión de que para sus padres el hecho de que Blum decidiera dejar de ser religiosa les resultó más difícil que la cuestión de género. “Ya en octavo grado decidí que el estilo de vida religioso no era para mí”, dice Blum. “Eso les resultó realmente difícil a mis padres. Al principio temí que me descubrieran llevando una vida laica, y lo hacía en secreto, paso a paso”.
Al Ejército se alistó como trans. Vivía en La Casa del Soldado, y comenzó una nueva vida fuera de Jerusalem. “Empecé a buscar en Internet, y a recoger toda la información que podía sobre el tema. Entonces oí por primera vez la palabra ‘transgénero’, y me enteré que existía tal cosa como cambiar de sexo, y que era posible. Al principio me dio mucho miedo, pero poco a poco me acostumbré a la idea. El cambio, y como consecuencia de ello la decisión de cambiar de sexo, se produjo porque había llegado a una situación en la que ya no podía ser diferente de lo que era y vivir en dos mundos. Hasta tal punto me dolía la situación”.
–Trate de describir lo que sentía.
–Yo era una mujer presa en un cuerpo de hombre. Me miraba al espejo y veía una “nuez” de hombre, y las manos grandes. Oía mi voz masculina; era un suplicio. Hasta ahora, cuando voy por la calle la gente se dirige a mí en femenino, pero después me miran otra vez y me hablan en masculino. Se hacen un lío, y me duele mucho cuando me doy cuenta de que todavía me ven como varón. Lo que más me hace sufrir es el hecho de no tener el aspecto de lo que soy de verdad.
–¿Le emociona maquillarse y vestirse como mujer fuera de casa?
–Todavía no he llegado a eso. Aún tengo un largo camino por recorrer para sentirme completa. Incluso me duele verme a mí misma maquillada porque lo que yo quiero es tener otra cara, cambiármela. Poco a poco me empieza a gustar, pero todavía tengo un largo camino por recorrer.
–¿Cuándo les contó a sus hermanos?
–Tengo un hermano ultrarreligioso, y cuando le conté fue un shock para él. Mi hermano no tenía la menor idea. Y puesto que no tiene “smartphone”, no entendía las pistas que yo intentaba transmitirle. Para mi hermana y su novio no fue un shock cuando les conté. Ellos lo habían percibido mucho antes.
“Después de contarlo, empezó la cuestión de ‘prohibido tocar’ [una de las normas de castidad que deben respetar las y los judíos religiosos]. Vivo situaciones alucinantes porque los varones religiosos no se atreven a tocarme porque soy una chica, y las mujeres religiosas se cuidan de no tocarme porque para ellas soy un varón”.
Nueva técnica para eliminar la “nuez” aplicada por primera vez en Israel y en el resto del mundo
Según informó el Centro Médico A R M, la demanda de la técnica innovadora del catedrático en Medicina, Avi Héfetz, para aplanar la “nuez” de la garganta sin dejar cicatriz aumenta un 15 por ciento al año. La técnica utilizada para llevar a cabo esa operación hoy en día, tanto en los hospitales de Israel como del resto del mundo, es haciendo una incisión transversal de unos 3 o 4 centímetros en la garganta, que deja una cicatriz.
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El catedrático en Medicina, Avi Héfetz.
El catedrático en Medicina, Avi Héfetz.
El catedrático en Medicina Avi Héfetz.
(Gentileza)
Con el nuevo método, se reduce el tamaño de la “nuez” por medio de un pequeño corte interior o puliendo el cartílago. Para ello se aplica una nueva técnica, utilizando la endoscopia, solamente a través de la mucosa del labio inferior, a fin de evitar que quede una cicatriz en el cuello. Héfetz es un cirujano oncológico de cuello, y es el único que hace este tipo de operaciones en Israel así como en el resto del mundo. La revista Time de Estados Unidos le dedicó un artículo entero sobre el tema hace alrededor de un año.
En los últimos meses ya llevó a cabo ocho intervenciones para aplanar la “nuez”. “Cuando empecé a hacer operaciones de tiroides con la nueva técnica, se me ocurrió la idea de utilizarla para aplanar la “nuez” a miembros de la comunidad transgénero por medio de un pulido interior”, dice Héfetz. “Hemos fabricado una especie de lima para este tipo de operaciones, que pasó todos los ensayos clínicos y obtuvo los permisos del Ministerio de Salud, tras lo cual comenzamos a operar con esa técnica”.
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La lima especial para la operación de “nuez”
La lima especial para la operación de “nuez”
La lima especial para la operación de “nuez”.
(Relaciones Públicas)
En la clínica de Héfetz se hacen también otras operaciones a miembros de la comunidad transgénero: para cambiar la forma de la cara y la voz, así como tratamientos hormonales como parte del cambio de género. En ocasión del mes del Orgullo Gay, el centro médico dedicó un día especial de consulta a la comunidad transgénero. Se invitó a mujeres y hombres que querían cambiar de género a reuniones de asesoramiento, así como a una mesa redonda con Nina Halevy, consejera de personas transgénero sobre operaciones para convertirse de hombre en mujer y de mujer en hombre.
“La mayoría de los pacientes son personas trans. Pero también hay adultos a quienes una ‘nuez’ prominente había molestado toda la vida, y querían aplanarla. Todos están increíblemente satisfechos: no queda una cicatriz exterior como consecuencia de un corte en la garganta, lo que constituye una diferencia importante”, dice Héfetz.
El 2 de julio, el Centro Médico ARM del Hospital Asuta, situado en la localidad de Ramat Hajaial, dedicó la jornada a la comunidad trans, y ha invitado a mujeres y hombres a sesiones gratuitas de asesoramiento (bastaba con registrarse de antemano) en la Clínica de Adaptación de Género.
“¿Qué tiene entre las piernas?”
Pese a la apertura y al proceso de normalización respecto de la comunidad trans que ha habido en los últimos años, sus miembros siguen siendo víctimas de discriminación, de violencia y de falta de respeto en todos los órdenes de la vida. Blum lo siente en carne propia todos los días.
–¿Qué tipo de comentarios oye en la calle?
–Cada vez que salgo a la calle, hay gente que se dirige a mí y me hace preguntas. Recuerdo que un día yo estaba en la playa, y un varón se sentó a mi lado e intentó conquistarme. Pensó que yo era una chica, y lentamente se enteró de que soy trans, y preguntó qué quería decir eso. Cuando se dio cuenta que tengo genitales masculinos, se levantó y se fue casi corriendo, sin decir una sola palabra.
“También puede ocurrir que yo entre a un lugar a comer un faláfel, y que el vendedor me pregunte ‘dime, ¿qué tienes entre las piernas?’ Al principio le respondía a ese tipo de gente y me sentía mal, pero ahora les digo que no voy a responder y que la pregunta no es apropiada. Lo peor es Internet; la gente se permite escribir cosas horribles. Un día me escribieron ‘si eres trans, suicídate’, y cosas así. No es casualidad que el 40 por ciento de las personas transgénero intenten suicidarse, y casi el 100 por ciento lo piense al menos una vez en la vida. Es muy difícil soportarlo”.
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Blum Lotus en el hospital.
Blum Lotus en el hospital.
Blum Lotus en el hospital.
(Gentileza)
Ducharse en el baño de los comandantes
Blum hizo la mili en Rescate y Salvamento del Comando de la Retaguardia, pero desde entonces pasó por 25 bases, y la dieron de baja en el Ejército “por motivos psicológicos”. En cuanto se recupere de la operación en la “nuez” quiere volver al Ejército para terminar. Es muy importante para ella. “Aunque me alisté en el Ejército como trans, no funcionó. Especialmente toda la cuestión de las duchas y los cuartos de baño”, cuenta.
“Solía ducharme en los baños de los comandantes. Y el comandante de turno tenía que quedarse afuera para impedir que nadie entrara. Con el baño de los varones no funcionó, por lo que me trasladaron al de chicas. Pero me dijeron que eso podía crear situaciones desagradables porque había y hay chicas religiosas. Finalmente me pusieron sola en una habitación con veinte camas vacías, y por la noche yo oía hablar a las chicas que estaban en el cuarto de al lado. Y yo estaba sola. Fue muy duro”.
–¿Cómo lo afrontó?
R.: En esa época la estaba pasando muy mal, y publiqué varios mensajes en las redes. Eran pensamientos suicidas. Como consecuencia vino la Policía a mi casa, y al parecer el Ejército se enteró. Entiendo la preocupación del Ejército, pero pienso volver a terminar la mili”.
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Blum Lotus. “Pienso volver al Ejército a terminar la mili”.
Blum Lotus. “Pienso volver al Ejército a terminar la mili”.
Blum Lotus. “Pienso volver al Ejército a terminar la mili”.
(Gentileza)
–¿La situación en el Ejército israelí es ahora mejor para las personas transgénero?
–Hay algo más de apertura que antes, pero todavía hay un largo camino por recorrer. La gente no quiere darle trabajo a personas trans, y hay quienes las asocian únicamente con prostitución. Hay mucho odio y prejuicios. Y yo padezco de mucha maldad e ignorancia.
“Lo que más me duele es cuando me miran como si hubiera caído de la luna, y no saben cómo dirigirse a mí, incluso cuando hablo en femenino. En el Ejército había un muchacho religioso que me dijo: ‘¿Sabes, Blum?, después de haberte conocido me di cuenta de que no es como me lo contaron. Tú eres un ser humano exactamente como yo’. Al principio le había costado aceptarlo por la forma en que lo educaron en la casa”.
–¿A quien tuvo cerca todos esos años difíciles?
–La mayor parte de lidiar con el sufrimiento y el dolor es un viaje que tenemos que hacer solos, únicamente con nosotros mismos. Llámelo ‘fuerza’, llámelo ‘no hay otra opción’. Pienso que no hay ni habrá otra posibilidad.
“Ser trans es una fuente de la que saco fuerzas. Admiro a las trans por todo lo que hacen, y por el hecho de que existan. Me resulta importante decirles a las trans que se encuentran en una situación parecida a la mía, y a las que quizás les da vergüenza salir, que yo entiendo sus dificultades. También a mí me resultó muy difícil. Tenía miedo de lo que pudiera decir la sociedad. Pero a fin de cuentas, lo más importante es ser una misma. Ser como lo que una es al ciento por ciento.”
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