Sobreviviente
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Lihi Krupnik
Un regalo para Inés Zaduk, sobreviviente del Holocausto que brindó su testimonio en Yom HaShoá.

“Es un placer ver que Hitler intentó acabar con nosotros pero no lo logró”

Ines Zaduk, de 93 años, sobrevivió al nazismo y brinda su historia de vida en vísperas de Yom HaShoá, el día del recuerdo del Holocausto en Israel.

Hadar Gil-Ad - Adaptado por Tom Wichter |
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En el anochecer del miércoles Israel inició las conmemoraciones de Yom HaShoá, el Día del Recuerdo del Holocausto, y Ynet compartió en vivo el testimonio de Inés Zaduk, una mujer de 93 años que sobrevivió al nazismo y actualmente vive en Tel Aviv.
Inés era apenas una adolescente durante la guerra y vivía en Salónica, Grecia. “Nadie habla de la Shoá en Grecia, muchas veces me preguntan si allá también hubo un Holocausto”, afirma la mujer criada en una comunidad de judíos que llegó desde España en la época de la Inquisición, otra gran persecusión al judaísmo a lo largo de la historia.
El Imperio Turco gobernaba entonces en ese territorio y dio el visto bueno para que la comunidad judía de Salónica pudiera arribar y desarrollar su vida cultural según sus creencias. Pero la Segunda Guerra Mundial cortó de raíz la prosperidad judía en esa ciudad.
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Un regalo para Inés Zaduk, sobreviviente del Holocausto que brindó su testimonio en Yom HaShoá.
(Lihi Krupnik)
“En 1941 entró el primer vehículo alemán a la calle principal de Salónica y nuestra vida cambió por completo”, cuenta Inés sobre la ciudad que en ese momento albergaba a unos 60 mil judíos. Ella recuerda muy especialmente cuál fue la primera medida de los invasores nazis en contra de los judíos: “Nos exigieron que les entregáramos todas las radios para desconectarnos”.
Pocos días después Inés fue testigo del primer ataque contra su familia. “Mi padre tenía una fábrica de muebles y los alemanes vaciaron los tres pisos de la tienda, enviaron todo a Alemania”, relata sobre una historia que iba a empeorar dos años después, con la orden nazi de concentrar a todos los judíos en un gueto de la ciudad y el comienzo del envío de judíos a campos de concentración.
“Mientras mi padre organizaba la fuga, una maestra accedió a llevarme a su casa junto a una de mis hermanas, nos escondió en un armario y una vez al día íbamos al baño”, cuenta Inés, agradecida con esa mujer que “arriesgó su vida para sacarnos del gueto” y evitó que las dos pequeñas fueran enviadas a Polonia en un tren.
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Las antorchas conmemorativas que fueron encendidas en Yad Vashem en 2020.
Las antorchas conmemorativas que fueron encendidas en Yad Vashem en 2020.
Antorchas en el museo Yad Vashem, en ocasión de Yom HaShoá en 2020.
(AFP)
Esa experiencia duró algunos días e Inés recuerda su sorpresa al volver al gueto: “Regresamos y estaba medio vacío, esa noche fue la peor, nos dimos cuenta de que si no escapábamos pronto nos iban a enviar a Polonia”.
A la mañana siguiente iniciaron la fuga hacia la región de Grecia que no estaba bajo dominio nazi. “Mi padre pagó todo lo que teníamos para pasar de contrabando en un automóvil pequeño, en donde nos sentamos de a cinco en el asiento trasero, con mucho miedo de que alguien nos viera”, recuerda sobre ese viaje a Atenas, en ese entonces en manos del gobierno de Italia.
El operativo fue exitoso y el destino de Inés continuó por Turquía hasta el entonces llamado Mandato Británico de Palestina, que en mayo de 1948 se convirtió en el Estado de Israel. “Es un placer ver que Hitler intentó acabar con nosotros pero no lo logró”, analiza Inés a la distancia, en el living de su casa en Tel Aviv.
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