El 7 de enero de 2011, cuando el sargento Nadav Rotenberg murió a los 21 años en un incidente en la Franja de Gaza, el Estado de Israel no solamente perdió a un hijo sino a un deportista destacado, que se había consagrado campeón nacional de taekwondo y estaba destinado a competir en altos niveles internacionales.
Nadav comenzó a entrenar a los 8 años siguiendo el ejemplo de su hermano mayor Erez, y bajo la dirección del entrenador Shlomo Tal. Abandonó el deporte a los 10 años y retomó a los 13, pero se negó a reanudar su proceso de aprendizaje con el cinturón amarillo que ya había alcanzado. “Quiero empezar de cero”, dijo y tomó el cinturón blanco como cualquier otro aprendiz.
Tiempo después, al igual que sus hermanos Erez y Alon, obtuvo su cinturón negro. “El taekwondo era el centro de nuestra vida familiar”, afirma Judith, la madre de Nadav, quien rápidamente logró destacarse en la disciplina: el mismo año que volvió a practicar taekwondo ganó el campeonato infantil de Israel y a los 17 años fue incluido en el equipo nacional.
En su club de Kfar Saba recuerdan a Nadav como el chico que llegaba a entrenar antes que los demás. Yuval Bohbot, miembro del equipo y su entrenador, lo definió como “travieso” pero al mismo tiempo alguien que “siempre entrenaba el doble” de lo que se le exigía. Por ese camino, a los 17 años se consagró campeón nacional juvenil y subcampeón senior.
Su carrera era realmente prometedora y su entrenador Tal le recordó que como integrante de la selección israelí de taekwondo tenía derecho de adherirse al status de “atleta destacado” y realizar un servicio militar reducido que le permitiera continuar con la práctica deportiva. Pero él tenía otros planes: “Quiero alistarme en una unidad de combate para servir al país”, fue su respuesta.
Yuval Strauss, uno de sus primeros compañeros en el ejército, define a Nadav como alguien “inusualmente fuerte” y a quien “todo le resultaba fácil”. En su etapa de entrenamiento se destacó por su talento para correr y su forma física, y en competencias internas de las FDI lideró dos veces a su unidad para obtener el primer puesto. “Todos se sentían seguros a su lado”, asegura su comandante, Maoz Heiferman.
La intención de Nadav era convertirse en oficial, según conversó con amigos. Pero todo fue interrumpido por una batalla en la Franja de Gaza en 2011, cuando cerca del kibutz Nirim sonó la alerta de la unidad por un encuentro con terroristas palestinos. Los paracaidistas llegaron a la zona mientras fuerzas israelíes disparaban con morteros contra el escuadrón. Una de las bombas impactó en Nadav.
“Se suponía que no debía estar con nosotros y mucho menos en una posición operativa. Pero Nadav logró que me acercara lo más posible a los terroristas, siempre quiso estar a la vanguardia, y eso también le causó la muerte”, relata su amigo Strauss sobre el trágico desenlace.
Judith cuenta que la noche del incidente “era el aniversario de bodas con mi esposo, y nos sentamos a cenar y esperar que Nadav llamara como de costumbre”. Recuerda también que cuando inicialmente se informó que todos los heridos habían sido evacuados pensó que “no había nada de qué preocuparse”. Después del desastre los dos hermanos de Nadav abandonaron el taekwondo. “Los tres íbamos a entrenar juntos, no puedo hacerlo sin él”, le explicó Alon a su madre. “El taekwondo desapareció de nuestra casa”, certificó Judith.
Una década después la familia lo llora y las Fuerzas de Defensa de Israel le rinden homenaje: un curso destinado a combatientes autistas que integran la Unidad de Inteligencia lleva el nombre de Nadav Rotenberg, una de las 23.928 historias que el Estado de Israel recuerda por estas horas en Yom HaZikaron, el día nacional de recuerdo a los soldados israelíes caídos en combate y las víctimas civiles de ataques terroristas.
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Erez y Alon, los hermanos de Nadav, no volvieron a practicar taekwondo tras la tragedia familiar.
(Gentileza)
