Chaim Margulis: "Mi perra Mika se ha convertido en mi núcleo familiar".
Chaim Margulis.
Alex Kolomoisky
Chaim Margulis sufre de soledad y abandono en plena pandemia.

Sobreviviente de la Shoá en pandemia: "Estar solo en casa es la muerte"

Chaim Margulis, de 85 años, perdió a su mujer hace tres años y su familia rara vez lo visita debido a las restricciones sanitarias en Israel. Su casa está descuidada porque tiene dificultades para limpiarla y la pensión que recibe es escasa. “Esperaba ayuda del Estado”, dijo.

Hadar Gil-Ad - Adaptado por Leandro Fleischer |
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Chaim Margulis, un sobreviviente del Holocausto de 85 años, perdió a su esposa Rachel hace unos tres años y desde entonces se ha enfrentado a dificultades crecientes: la casa está descuidada y sucia debido a que no puede limpiarla; ni siquiera puede cambiar las sábanas de la cama. La exigua pensión entregada por el Estado no es suficiente para su sustento y no tiene ganas de comer porque se quedó sin dientes. La soledad, que solo ha empeorado desde el estallido de la pandemia en el país, es lo que más le preocupa. "Les hablo a las paredes, la soledad en la casa es la muerte", dijo.
Los Margulis emigraron a Israel desde Rumania en 1996. "Mis padres murieron en los ataques alemanes y durante meses me escondí en iglesias simulando ser cristiano", recordó. Conoció a Rachel cuando tenía 16 años. "Ella era huérfana y esperaba encontrar aquí los restos de su familia, lamentablemente no pudimos hallar a nadie. Formamos una familia y tuvimos tres hijos. Mi esposa estaba en casa y los cuidaba mientras yo trabajaba en varios trabajos físicos", relató.
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Chaim Margulis sufre de soledad y abandono en plena pandemia.
Chaim Margulis sufre de soledad y abandono en plena pandemia.
Chaim Margulis sufre de soledad y abandono en plena pandemia.
(Alex Kolomoisky)
Con el paso de los años, los niños crecieron y se fueron de casa, y en 2018 Rachel falleció después de años de lidiar con enfermedades y demencia. "La cuidé solo", manifestó Chaim. "Fue muy duro despedirme de ella porque habíamos estado juntos durante décadas”. Desde la muerte de su mujer ha estado luchando a diario. Los problemas de salud que sufre son un obstáculo que le dificulta realizar las tareas del hogar, limpiar y cocinar.
"Trato de ordenar la casa solo pero todo es físicamente difícil, es imposible describir cuán complejo es. Tengo problemas en las piernas y en la espalda y también mareos. La casa está sucia, necesito que alguien me ayude a limpiar", expresó. Y añadió: "Ya no puedo ni cambiar las sábanas de la cama. Hay un olor feo en el hogar y telarañas en las paredes y muebles”.
"Hay que pintar las paredes, todo está descuidado y es desagradable vivir así. No tengo dientes, por lo que sólo puedo comer alimentos molidos, lo cual es un problema. Cuando como, no lo hago porque quiero, sino simplemente para no morir. Ya no puedo cocinar solo", sostuvo. Hasta no hace mucho tiempo, Chaim tenía frío en su propia casa debido a la falta de mantas y calefacción. Sin embargo, recientemente, la asociación "Chesdei Naomi", que lo acompaña, le proporcionó mantas y medios de calefacción.
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Chaim Margulis: "Mi perra Mika se ha convertido en mi núcleo familiar".
Chaim Margulis: "Mi perra Mika se ha convertido en mi núcleo familiar".
Chaim Margulis: "Mi perra Mika se ha convertido en mi núcleo familiar".
(Alex Kolomoisky)
Como si todo esto fuera poco, Margulis se ve obligado a vivir con una pensión exigua que no alcanza para los pagos habituales: el alquiler, las cuentas, las medicinas y la poca comida que necesita. Pero su mayor dificultad es la soledad. Por la mañana acude al club de mayores del barrio, pero las horas difíciles comienzan al mediodía cuando termina la actividad allí y debe regresar a la casa vacía.
"Cuando estoy solo en casa es la muerte. Hablo con las paredes. Es muy duro no tener a alguien con quien hablar", dijo Margulis, cuya situación ha empeorado en el último año debido a la crisis del coronavirus. Si hasta el estallido de la pandemia en Israel sus hijos, nietos y bisnietos iban a visitarlo de vez en cuando, en los últimos meses rara vez lo han hecho debido a las restricciones de coronavirus y al miedo a contagiarlo. "Mi perra Mika se ha convertido en mi núcleo familiar. Pasamos las últimas vacaciones juntos", señaló.
Chaim es uno de los muchos sobrevivientes del Holocausto que no reciben la ayuda que necesitan. "Esperaba recibir un poco más de ayuda del Estado", dijo decepcionado. "A mi edad y en mi situación creo que merezco un poco más de atención", agregó.
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