Israel no fue el primer país en reconocer el extraordinario talento de Artem Dolgopyat, el reciente ganador de la medalla de oro en gimnasia artística en los Juegos Olímpicos de Tokio. Sucede que el deportista nació en Ucrania, donde fue fichado por varios entrenadores y hasta le ofrecieron vivir en un internado para crecer como deportista. Sin embargo, los rumbos de la vida lo llevaron a Israel, donde creció como deportista y alcanzó la gloria.
Con tan solo 12 años, ya era dos veces campeón nacional de su categoría, por lo que en Ucrania le ofrecieron mudarse de la ciudad de Dnipropetrovsk a la capital, Kiev, donde podría vivir en un internado y entrenar para potenciar su capacidad deportiva. Allí, teniendo en cuenta la extensa y exitosa tradición gimnasta del país de Europa oriental, podría aspirar a convertirse en un deportistas de renombre.
No obstante, afortunadamente para el Estado judío, sus padres tenía otros planes en mente. Desesperados por la dura situación económica de Ucrania, en 2009 decidieron mudarse a Israel. Y Artem se fue con ellos. De seguro que la decisión no fue fácil, pero pocos hubiesen imaginado que, años más tarde, esa mudanza significaría la segunda medalla de oro en la historia de Israel en unos Juegos Olímpicos
El niño más pequeño de la clase
El padre de Artem, Oleg, un técnico electromecánico y ex gimnasta, le inculcó el deporte desde chico. A la tierna edad de seis años, lo inscribió en clases de gimnasia por primera vez y el hoy ganador del oro olímpicos comenzó su recorrido en la disciplina.
En una entrevista con el periódico israelí Vesti, Dolgopyat comentó sobre sus comienzos. "Recuerdo entrar al gimnasio y ver a muchos niños saltando en trampolines y haciendo saltos mortales. Eran unos años mayores que yo. Allí empecé a entrenar una vez a la semana, luego dos y luego subí a tres", contó.
"El entrenador me prometía un caramelo por cada ejercicio que hiciera. Y más tarde reemplazó los caramelos por jugo", recordó. En ese sentido, también repasó la exigencia de los entrenadores ucranianos y cómo muchas veces se fue de los entrenamientos llorando: "Nos ponían metas constantemente. Y si no las cumplíamos en una hora y media, nos enviaban a hacer ejercicios físicos, que a mí no me gustaban nada. Si no completaba el trabajo, no me dejaban ir a casa".
Bienvenido a Israel
Duro y rudo por el trato dominante que recibió en Ucrania, Dolgopyat llegó a Israel junto a su familia. Sin saber casi nada sobre el judaísmo, se instaló en la ciudad de Lod, en el centro del país, y sus padres se apresuraron a encontrar un trabajo para pagar la formación de su talentoso hijo.
En general, la idea de mudarse a un país extranjero en un momento tan crítico de su desarrollo como deportista le parecía extraña. Además, llegó a Israel justo para los calurosos meses de verano y contó cómo le costaba respirar debido al fuerte calor, al que no estaba acostumbrado.
Tras acomodarse, Dolgopyat se unió al equipo de gimnasia del Maccabi Tel Aviv, donde comenzó a entrenar con Sergei Weisburg, quien aún lo guía hasta el día de hoy. El reciente ganador de la medalla dorada aseguró que, a pesar del nuevo entorno y las dificultades que tenía con el hebreo, la transición fue suave.
Al tiempo, también conoció a Alex Shatilov, innovador gimnasta de aquel entonces que supo llegar a finales olímpicas y adornar el podio en campeonatos europeos y mundiales. "Shatilov era como un hermano mayor para mí, siempre estaba dispuesto a ayudar. Fue una gran inspiración", afirmó en una entrevista.
El alumno supera al maestro
En 2015, un año después de hacer su debut en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nankín 2014, Artem, con 18 años, fue noticia en todo Israel por vencer por primera vez a Shatilov en el campeonato nacional. Sin embargo, por aquel entonces, los medios no se centraron en su asombrosa hazaña, sino en la derrota de su mentor, el mejor gimnasta del país hasta entonces. Nadie fuera de la gimnasia sabía sobre el diamante en bruto que estaba tomando forma justo debajo de las narices de todos.
Su primer gran logro internacional, y el que lo coronó oficialmente como el sucesor de Shatilov, llegó en el Campeonato Mundial de Montreal, hace cuatro años. Dolgopyat solo fue superado por el el fenómeno japonés Kenzō Shirai y se quedó con la medalla de plata. Recreó su hazaña nuevamente dos años después, en Stuttgart.
La asunción de riesgos y la compostura valen la pena
A pesar de algunas lesiones que lo complicaron -que incluso pusieron en peligro su carrera- y las restricciones por el COVID-19 que dificultaron sus preparativos, Dolgopyat llegó a Tokio 2020 como uno de los principales candidatos al podio.
La puntuación en gimnasia consta de dos elementos: el nivel de dificultad de una rutina que está determinada por elementos acrobáticos y la calidad de la ejecución. En ese sentido, Dolgopyat es conocido por sus rutinas extremadamente intrincadas, que implican un gran riesgo pero que también pueden resultar inmensamente rentables. Justamente esa característica lo ayudó a obtener una puntuación lo suficientemente alta como para ganar la codiciada medalla de oro y alcanzar uno de los mayores logros deportivos en la historia del país.