Um al-Fajem
Um al-Fajem: la ciudad árabe donde vive Laila se encuentra en el norte de Israel.
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Muhamad junto a Laila

"Mi padre me dijo que ahora pertenecía a la familia de Hitler"

La historia de la sobreviviente del Holocausto que ahora vive en la ciudad árabe de Um al-Fajem en Israel.

Jasan Shaalan - Adaptado por Beatriz Oberlander |
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La madre de Helen Brashetski estaba embarazada de ella cuando se encontraba en un campo de concentración nazi. Helen nació en el sótano de la casa del médico que la salvó y la escondió. Años después, de joven y viviendo en Tel Aviv, se enamoró de Muhamad Yabarin, se casó con él y se cambió el nombre por el de Laila. Ahora cuenta qué es lo que la comunidad árabe de Israel sabe sobre el Holocausto, cómo la recibió la familia de su marido y por qué en las elecciones de Israel vota a la Lista Árabe Conjunta.
Laila Yabarin, ahora con 77 años, no es una habitante corriente de la ciudad árabe Um Al-Fajem de Israel, aunque a primera vista no da la impresión de ser alguien fuera de lo común. Se cubre la cabeza con un pañuelo, habla árabe, es madre de seis hijos y abuela de 36 nietos. Pero la historia de su vida se puede contar sólo en una realidad única y polarizada de un país único y polarizado como Israel. Y no porque haya nacido con el nombre de Helen Brashetski, ni porque sus padres hayan tenido que hacer trabajos forzados en un campo de concentración nazi del centro de Europa, en plena Segunda Guerra Mundial.
La historia de su familia, y sobre todo la forma insólita en la que sobrevivieron sus padres, llevó a la familia al Estado de Israel que acababa de fundarse. Quiso el destino que cuando era joven, Helen conociera a Muhamad Yabarin, un albañil de 20 años de Um al-Fajem que trabajaba al lado de la casa de su familia en Tel Aviv. Helen se enamoró, y pese a que sus padres se opusieron, como era de esperar, se casó con Muhamad, se fue a vivir a su ciudad natal, se cambió el nombre y se convirtió al islam.
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Leila
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Muhamad junto a Laila
(Ido Erez)
Laila Yabarin vive en Um al-Fajem desde la década de los años '60, y hasta ahora casi no había hablado de su pasado con quienes entonces se convirtieron en sus nuevos vecinos. Puesto que se trata de una comunidad en la que no se solía hablar de la aniquilación de los judíos en el Holocausto, ni estudiar ese aspecto de la Segunda Guerra Mundial, ella decidió no contar que era sobreviviente de la Shoá. Tampoco sus hijos sabían mucho sobre las circunstancias de sus primeros años de vida, ni del sufrimiento que padecieron el abuelo y la abuela de los jóvenes, hasta que fueron mayores.
“Un gran porcentaje de los ciudadanos árabes de Israel no saben qué es el Holocausto”, señaló. "Y cuando se enteran, se sorprenden y empiezan a hacer preguntas. No sólo sobre lo que yo viví, sino acerca de los judíos en general. Y tengo la sensación de que desde entonces mis hijos me respetan especialmente. Sólo a pocos miembros de la comunidad árabe le interesa el Holocausto, y pienso que eso se debe a que no lo enseñan en los colegios”, agregó.
El hecho de ser sobreviviente del Holocausto salió a luz hace unos ocho años. En una reunión de jubilados en Um al-Fajem, un representante de la Seguridad Social de Israel vio que una mujer ayudaba a otras personas a traducir documentos al hebreo. Él se interesó, y cuando descubrió quién era, la ayudó a iniciar los trámites para que el Estado de Israel la reconociera como sobreviviente del Holocausto.
Una parte de la historia de la familia sigue envuelta en el misterio. Periodistas del diario Washington Post que quisieron conocer el expediente de la familia en el Museo del Holocausto de Yad Vashem de Jerusalem para una crónica con vistas al Día Internacional del Holocausto, que se conmemoró el mes pasado, vieron que Helen/Laila es la hija de una judía de origen húngaro y de un judío ruso que se conocieron en un campo de concentración de Austria o de Hungría. La madre trabajó en la enfermería del campo, y su jefe era un médico local pero no nazi. Cuando el médico descubrió que estaba embarazada, consiguió sacar del campo de concentración a la madre, que vivió en el sótano de la casa del médico desde el nacimiento de Helen/Laila en 1943 hasta el final de la guerra.
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Leila
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Laila llegó a Israel en 1948, tras la fundación del Estado judío.
“Tenía algo más de 2 años cuando llegaron los rusos, y pudimos salir del sótano. Durante todo ese tiempo, mi madre trabajó como empleada doméstica en la casa del médico y su esposa. Yo era una niña que empezó a hablar muy pronto, y recuerdo que mi madre me decía que si salíamos del refugio nos iban a matar, no pensábamos que íbamos a salir vivos”, relató Laila/Helen.
“Después de la guerra, mi madre me llevó al campo de concentración. Le pregunté qué eran los montones de ropa y de zapatos que había allí. Me respondió que eran los zapatos de gente a la que habían asesinado, y me llevó de la mano al lugar en el que cremaban a la gente”, recordó.
Aunque no vivió personalmente el horror, lo que supo acerca de la aniquilación de los judíos, sobre todo por lo que le contó su madre, le producen un gran desasosiego: “Hasta hoy en día, hay noches en las que no consigo dormirme. Me pasan por la cabeza imágenes de judíos a los que introducen en las cámaras de gas, donde se asfixian hasta morir, por eso tomo pastillas”.
Algún tiempo después del final de la guerra, la familia viajó a la casa de familiares de la madre en Yugoslavia. Y más adelante llegó en barco al puerto israelí de Haifa en 1948, cuando Helen tenía 5 años. Desde allí los llevaron a un centro de inmigrantes de la ciudad israelí de Atlit. Las mujeres permanecían en el lugar, mientras se llevaban a los hombres a trabajar en la construcción del moshav (originariamente un tipo de comunidad rural israelí de carácter cooperativo pero no comunitario como el kibutz, ya que estaba formado por granjas agrícolas individuales) Kidrón, en el que después vivieron durante casi diez años. Hacia finales de la década del '50, la familia se mudó a Tel Aviv.
Laila/Helen conoció a su esposo de joven. Él solía golpear en la puerta de la casa a fin de pedir agua para sus compañeros de trabajo. Después vino el café que le ofrecieron, y más adelante el enamoramiento. “Al principio, mis padres no aceptaron nuestra relación. Mi padre me decía ‘¿no sabes que los árabes y Hitler son lo mismo? Ahora perteneces a la familia de Hitler’”, relató.
¿Y cómo te recibió la familia de tu esposo?
“Su familia y los vecinos de Um al-Fajem jamás me criticaron, pero después de la boda, los Servicios de Seguridad de Israel detuvieron a mi esposo durante una semana para preguntarle por qué se había casado conmigo. Hoy en día, tengo la sensación de que nací en Um al-Fajem. Todos me tratan con respeto, el problema son los políticos".
Durante los primeros años de su matrimonio, Laila Yabarin siguió siendo judía, al menos desde el punto de vista formal. Pero eso puso a su familia en una situación inusual y complicada. Sus hijos empezaron a recibir órdenes de alistarse en el ejército para hacer el servicio militar. A mediados de la década del '70 se convirtió al islam, y de ese modo evitó que sus hijos tuvieran que hacer el servicio militar obligatorio.
¿Cómo te defines políticamente?
“Voto a la Lista Árabe Conjunta. Si realmente quieren la paz, hay que devolver los territorios conquistados en 1967. Y sobre terrorismo, le recuerdo que también hay judíos terroristas”.
¿Hasta cuándo se siguió oponiendo su padre a su matrimonio?
“Le llevó tiempo aceptarlo, pero al final lo aceptó e incluso me venía a visitar. Mis padres tuvieron otros tres hijos, que eran hermanos míos pero fallecieron, y yo no estoy en contacto con sus hijos. Con quien sí estoy permanentemente en contacto y tengo buenas relaciones es con mi hermana y su familia, que viven en Netanya”.
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