Antes de que las hostilidades con Israel estallaran nuevamente en mayo, el violinista palestino Khader El-Bayed solía estar inundado de estudiantes, lo que ofrecía una oportunidad única de aprender a tocar un instrumento musical o varios.
Pero ahora, con la recesión económica que acompañó a los combates, menos de la mitad de ese número asiste al estudio que ha instalado en su casa en la Franja de Gaza.
El empobrecido enclave, de dos millones de personas, tiene sólo una academia musical, lo que hace que la instrucción de Bayed sea aún más valiosa, algo que su sobrino Hussam Bayed, que está aprendiendo a tocar la batería, sabe apreciar.
"Cuando toco siento felicidad y alegría, y alejo las malas energías que puede haber dentro de mí", señaló Hussam, de 19 años, quien destaca que el estudio con su tío es como un rayo de luz en un día a día severo y difícil en la Franja.
Junto al estudio de música de Bayed, que otorga a los niños de Gaza la libertad y la expresividad de la música, el enclave palestino también vio recientemente la apertura de su primer estudio de Parkour semiprofesional, que enseña a los jóvenes palestinos cómo sortear los obstáculos urbanos.
En Gaza, que limita con Israel y Egipto, desde que Hamas –considerado un grupo terrorista– asumió el poder en 2007, las condiciones sólo se han deteriorado, sobre todo en los últimos meses, luego del conflicto de mayo entre Israel y las facciones terroristas de Gaza, que casi arrasó gran parte de una ciudad superpoblada, y hace la vida aún más difícil para sus residentes.
Israel, por su parte, acordó varias concesiones y relevos tras la guerra de mayo, destinadas principalmente a mantener la frágil calma negociada entre las dos partes por Egipto.