Mujeres Recolección FDI
Aproximadamente 3.000 jóvenes de entre 18 y 22 años emigran a Israel cada año.
FDI
El programa funciona hace ya unos 11 años.

Lengua, cultura y burocracia: los desafíos de los soldados solitarios

Los nuevos inmigrantes que se unen a las FDI enfrentan dificultades lingüísticas, culturales y burocráticas junto con la necesidad de adaptarse al marco militar. Por eso, un programa de Nefesh B'Nefesh y FIDF les garantiza un aterrizaje suave.

Meital R. Fishman - Adaptado por Juan Martín Fernández |
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Emigran a Israel solos, lejos de familiares y amigos, y aterrizan directamente en el crisol del país: las Fuerzas de Defensa de Israel. Junto con la necesidad de adaptarse al marco militar, también enfrentan dificultades lingüísticas, culturales y burocráticas. Por eso, un programa único operado por Nefesh B'Nefesh y la FIDF, con asesores que alguna vez fueron soldados solitarios, garantiza a estos nuevos y futuros soldados solitarios un aterrizaje suave.
Aproximadamente 3.000 jóvenes de entre 18 y 22 años emigran a Israel cada año y entran en las FDI, el crisol de culturas de Israel. Muchos de ellos vienen solos, sin familia, por amor a la tierra y un fuerte deseo de contribuir al Estado. "No sabía nada sobre Israel antes de llegar, pero vi mi futuro aquí", dice Elie Grob (39), quien emigró de Estrasburgo, Francia, hace 20 años y se alistó en las FDI como soldado solitario.
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El programa funciona hace ya unos 11 años.
El programa funciona hace ya unos 11 años.
El programa funciona hace ya unos 11 años.
(Cortesía)
"Estudié durante un año en Israel, y después de unos meses decidí hacer Aliyah y unirme al ejército. No sabía nada sobre el ejército. Llegué con un nivel muy bajo de hebreo", añade.
Después de tres meses de intensivos estudios de hebreo en la base de Michvei Alon, quería un servicio significativo. Elie era hijo único y, por lo tanto, estaba exento de combate, por lo que decidió servir como médico. La intensa introducción de Elie a las FDI se produjo al final de la Operación Escudo Defensivo, cuando una ola de terrorismo golpeó a Israel. "Fue una época muy estresante", admite.
"El servicio militar es un momento intenso y desafiante para cualquier joven israelí, así que imagina cómo se siente un joven que viene de otro país, sin hablar el idioma, sin tener familia o amigos, y sin entender la mentalidad israelí", exclama.
Además, recuerda una época en la que estuvo en el hospital por unos días con neumonía: "No había tantos teléfonos celulares en ese entonces. Ninguno de mis amigos sabía que estaba hospitalizado, y no vinieron a visitarme. Hoy, sin embargo, las cosas son diferentes".
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Elie Grob
Elie Grob
Elie Grob.
(Cortesía)
Cuando Elie dice que la situación actual es diferente, sabe de lo que está hablando: se encuentra entre los que buscan el cambio como parte del Programa Soldados Solitarios, dirigido por Nefesh B'Nefesh y la FIDF. "Este es un programa holístico, ejecutado en cooperación con las FDI. El programa tiene como objetivo responder a muchas de las necesidades de los nuevos jóvenes que se unen a las FDI como soldados solitarios", explica Noya Govrin, directora del programa.
El programa es único porque consta de asesores que hablan diferentes idiomas (inglés, francés, ruso, español), quienes son inmigrantes, sirvieron como soldados solitarios y han pasado por el ejército y atravesado los diversos obstáculos. Govrin dice que el programa comienza incluso antes de que los futuros soldados solitarios emigren a Israel, y la asistencia continúa después de que sean liberados del ejército.
"Un soldado solitario tiene muchos desafíos mentales, emocionales y físicos. Experimentan un gran anhelo por la familia y también descubren que existen brechas tanto lingüísticas como culturales". Pero la mayor dificultad es lo que Govrin llama "el sueño, la realidad y lo que hay en el medio".
“Muchos de los soldados vienen motivados, quieren servir en unidades de élite, pero no siempre son aceptados, lo que puede causar una gran decepción. Su servicio es sin duda una montaña rusa de emociones, y estamos aquí para darles todas las herramientas para triunfar", agrega la directora del programa.
Elie, quien actualmente se desempeña como coordinador de los soldados solitarios de habla francesa, está de acuerdo con el fenómeno descrito por Govrin. "Hacemos seminarios y tratamos de sincronizar las expectativas: lo que los militares esperan de ellos y lo que también esperan de los militares", afirma.

Hermano mayor del soldado solitario

A diferencia de Elie Grob, que no tenía un marco de apoyo como soldado solitario, muchos asesores se graduaron del programa Nefesh B'Nefesh, que se fundó hace 11 años. Leo Loeffler (29), coordinador de los asesores para soldados angloparlantes del programa, emigró a Israel desde Boca Raton, Estados Unidos, hace siete años, luego de graduarse como licenciado en Administración de Empresas a los 22 años.
"Vine con una perspectiva mayor, con el deseo de contribuir al país. No me importaba ser peleador o cocinero. Ya tenía un título universitario y había vivido fuera de casa por más de cinco años. Hay muchos jóvenes de 18 a 19 años que están fuera de casa por primera vez, y es difícil para ellos tener que lidiar con situaciones cotidianas", cuenta.
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Leo Loeffler
Leo Loeffler
Leo Loeffler.
(Cortesía)
Loeffler fue asistido por el Programa de Soldados Solitarios Nefesh B'Nefesh - FIDF en los Estados Unidos y trató de acelerar el proceso de reclutamiento. Después de unos meses, aterrizó en Israel y entró en la unidad militar Netzach Yehuda. "Tan pronto como llegué, me dije a mí mismo que necesitaba aprender hebreo rápido. Escribiría palabras en mi cuaderno y elegiría a alguien a quien seguir todos los días para ver lo que hace y cómo habla", exprsa.
¿Cómo se benefició del Programa de Soldados Solitarios mientras estaba en el ejército? "Al comienzo de mi servicio recibí una subvención y la usé para pagar el alquiler. Además, durante todo mi servicio tuve un asesor de habla inglesa que estaba familiarizado con mi historia", asegura.
Leo completó su servicio en 2016, se casó y comenzó a trabajar como analista en una empresa de alta tecnología. "Pero después de seis meses, me di cuenta de que eso no era lo que quería. Sentí que tenía mucho más que aportar. Empecé como asesor y hoy soy líder de equipo. El trabajo me dio una perspectiva diferente de todo el proceso del ejército. Me di cuenta de lo importante que es tener asesores que entiendan el lado de los soldados. Somos una especie de hermano mayor", finaliza.
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