Hend Zaza, jugadora de tenis de mesa de apenas 12 años, representará a Siria en los Juegos Olímpicos de Tokio que comenzarán el próximo viernes y es la deportista más joven de toda la competencia olímpica.
La niña siria ocupa el puesto 155 del ránking mundial de tenis de mesa y para acceder a la cita olímpica derrotó a una oponente de 42 años. Prácticamente desde que nació, Hend vive la realidad cotidiana de la guerra civil, entre disparos, muertos, heridos y carencias. Ese contexto está lejos de ser el ideal para entrenar y clasificarse a unos Juegos Olímpicos, lo que convierte a esta deportista en un verdadero milagro olímpico.
“Nací en la ciudad de Hama el 1 de enero de 2009, y desde que tengo memoria estuve rodeada de la guerra”, declaró Zaza en una entrevista a The British Guardian. “Desde los cinco años que con mis hermanos jugamos al tenis de mesa, para nosotros fue una manera de escapar de la realidad”, reveló.
Hend entrena tres veces por día, seis días a la semana. Representa al club Al Muhfaza de Damasco. Y sus condiciones de entrenamiento son precarias: una pequeña sala con piso de cemento y compartida con otras cuatro mesas de juego. Además, debe organizar sus prácticas en horarios diurnos porque, debido a los combates recurrentes, en la ciudad suele haber cortes de energía eléctrica.
A pesar de eso la niña ostenta el título de campeona en cuatro categorías diferentes, entre ellas la categoría mayor. Y se expresa plenamente consciente de lo que significa su viaje a Tokio: “Entiendo que es una luz de esperanza para jugadores de tenis de mesa sirios que ahora ven posible llegar a los Juegos Olímpicos, a pesar de esta situación”, dijo.
A nivel personal, Hend define a esta experiencia olímpica como “un regalo para mis padres, familiares y amigos que siempre estuvieron conmigo y me apoyaron en todos los momentos difíciles”. A su vez, también se acordó de su patria: “Es un regalo para mi Siria natal, que sufrió tanto prácticamente desde que nací”.
“Ser una niña en Siria es estar expuesta a cosas que en otras partes del mundo no existen: sangre, hambre, gente llorando en las calles, casas convertidas en montañas de piedras. Eso también te enseña a agradecer las pequeñas cosas de la vida. Sé que no cuento con las condiciones ideales para entrenar y competir, pero lo que tengo ya es mucho”, analizó.
Además, desea que su participación en Tokio “pueda llevar alegría a mi país aunque sea por unos segundos”, una carga grande y pesada para una niña de 12 años. Desde lo deportivo el desafío también es enorme, ya que el tenis de mesa es una disciplina tradicionalmente dominada por China, Japón, Corea del Sur y Alemania. No sería justo ni realista que ella se ponga esa responsabilidad sobre sus hombros.
Mejor sería que corra detrás de cada pelota y no pierda ni por un momento la felicidad que le otorga el deporte. Si lo logra, así no haya ganado un solo punto, será la triunfadora más joven de la historia de los Juegos Olímpicos.