La persona que se sienta a comer, primero se lava las manos y después bendice la comida. Esto lleva alrededor de un minuto y medio hacerlo, el suficiente tiempo para que la saliva en la boca se acumule y esté lista para absorber el alimento que ve en el plato.
Las enzimas digestivas que se encuentran en la saliva se mezclan cada vez que masticamos. La lengua transfiere la información al aparato digestivo, que se prepara para la digestión. Luego, el alimento desciende por el esófago hasta el estómago y realiza el proceso inicial, para que de esta manera la digestión en el estómago sea más liviana, algo fundamental para el aparato digestivo.
Según los amplios conocimientos de Maimónides en medicina, es recomendable masticar al menos 30 veces para poder digerir la comida correctamente. Si una persona mastica 15 veces, también ayuda a la digestión, ya que por lo general, la mayoría de las personas mastican de 3 a 4 veces antes de tragar el alimento. En estos casos, la comida llega al estómago sin suficientes enzimas digestivas. Por lo tanto, el hígado, la vesícula biliar y el páncreas ‘trabajan’ duro para procesar y digerir los alimentos.
A nivel fisiológico, desde que una persona empieza a comer, la información de saciedad llega del hígado al cerebro en 20 minutos. Por lo tanto, si una persona mastica correctamente, la cantidad de alimento será la adecuada y se procesará como se debe.
En caso de no comer adecuadamente, las personas se sentirán cansadas después de la comida. Sin embargo, si se mastica correctamente, se sentirán felices y con energías renovadas. Y ese es el objetivo de la alimentación.
Según la medicina de Maimónides, es recomendable comer dos veces al día. Maimónides dijo: “Come a la mañana como un rey, al mediodía como un príncipe y a la noche como un pobre”. Por la mañana se recomienda una comida con frutas o ensalada y huevo; al mediodía una porción con muchas proteínas, como el pollo o pescado horneado con verduras, y a la noche un omelette con ensalada o sopa de verduras. Sin embargo, se aconseja no comer a la noche. Lo más saludable es ingerir el último bocado cuatro horas antes de irse a dormir.
