En el Departamento de Trastornos Alimenticios en Niños y Adolescentes del Hospital Infantil Safra, en el Centro Médico Sheba, actualmente decenas de niños esperan ser hospitalizados. ¿El problema? La sala tiene solo 21 camas, menos de la mitad del número de pacientes que necesitan internación. "Incluso los miembros del personal veteranos dicen que no recuerdan una situación como ésta", admitió el doctor Yanai Giron, subdirector del departamento. "La gente se queda en casa con una angustia aguda, por lo que el deterioro es más rápido. Definitivamente podemos afirmar que la pandemia exacerbó todas las tendencias que había antes”, agregó.
3 צפייה בגלריה
Aumentan los casos de trastornos alimenticios en Israel debido a la pandemia.
(shutterstock)
Precisamente mientras las tasas de morbilidad están disminuyendo en el sistema de atención médica, se están abordando las graves consecuencias y el daño a largo plazo producidos por los cierres impuestos durante la pandemia. Los hospitales informaron de un aumento repentino e inusual en el número de adolescentes que desean ser internados debido a trastornos alimentarios. Según datos del Centro Médico Sheba, que tiene la sala más grande del país para adolescentes con trastornos alimenticios, en 2020 fueron hospitalizados en la sala 71 jóvenes, en tanto que en 2019 fueron internados 64.
Sin embargo, en los primeros tres meses de 2021, 31 pacientes ya han sido hospitalizados. Si continúa la tendencia del primer trimestre, el año puede terminar en una duplicación de los jóvenes internados. “Debido a la pandemia, la gente pasa más tiempo en redes sociales como Facebook, Instagram y TikTok que interactuando en la sociedad real”, explicó el doctor Giron. Antes la situación era peor, ya que, al no haber clases, "los jóvenes solían pasar todo el día en Tiktok".
La situación en el Centro Médico Sheba alcanzó una gravedad tal, que el doctor Giron admitió: "Se trata de una situación que no se ha visto hasta ahora”. Según el especialista, una de las razones de la escasez de camas está relacionada con el tiempo de internación para cada paciente, que se prolonga por alrededor de seis meses. “El fuerte repunte que estamos viendo en los últimos meses definitivamente está relacionado con el coronavirus. Durante los cierres se produjeron más hechos de violencia doméstica, se pasó más tiempo de convivencia con los familiares, y esta olla a presión también produce trastornos alimenticios”, sostuvo. "Estamos lidiando con un enorme flujo de pacientes, y hemos llegado a un punto en el que la mitad de la sala de pediatría, que no es una sala dedicada a los trastornos alimenticios, está ocupada por niñas y adolescentes con este tipo de desórdenes”. Y añadió que para brindar una atención adecuada se debe duplicar el número de camas.
Pero no solo en Sheba están desbordados de pacientes con trastornos alimenticios. Según la normativa israelí, en todo el país sólo se destinan 46 camas para adolescentes con este tipo de desórdenes. Incluso en las salas de pediatría no especializadas, el número de pacientes se está disparando. El Hospital de Niños Schneider, en Petach Tikva, informó sobre un aumento inusual. "En los hospitales hay un incremento de más del 25% en las internaciones de adolescentes con trastornos alimenticios, y en la comunidad hay un incremento del 16%", dijo la profesora Silvana Penig, directora del Departamento de Medicina Psicológica de Schneider.
La especialista también indicó que hay largas listas de espera en comparación con años anteriores. "Un niño con un trastorno alimenticio puede esperar hasta tres meses o más hasta recibir tratamiento", sostuvo. También cree que es necesario duplicar el número de camas para brindar una solución adecuada.
Debido a los largos tiempos de espera -algunos incluso han dicho ocho meses-, muchos padres no tienen otra opción más que pagar por una atención privada. Después de que su hija fuera humillada en las redes sociales y comenzara a perder peso drásticamente, la madre de una adolescente se vio obligada a buscar un tratamiento adecuado para ella, pero simplemente no pudo. "Cuando me di cuenta de que sufría de un trastorno alimenticio fue como si el mundo se me cayera encima. No sabía qué hacer, y luego fuimos a Sheba", contó. Después de tres semanas su hija fue dada de alta, pero cuando tuvo que regresar para recibir tratamiento no había lugar y tuvo que esperar. "Realmente queríamos hallar un marco de atención, pero no pudimos encontrarlo. También lo intentamos en otros hospitales pero sin éxito", expresó la madre con desesperación. Y agregó: "Tuvimos que regresar a un tratamiento privado aún más intensivo. Mi hija es atendida por una psicóloga y una psiquiatra privadas, y pagamos entre 8.000 y 9.000 shekels (entre 2.400 y 2.700 dólares) por mes”.
Quienes pagan el mayor precio son los jóvenes. "He estado sufriendo de un trastorno alimenticio durante dos años", dijo Mor (seudónimo), una joven del centro del país. "Hace aproximadamente un año, me hospitalizaron por primera vez en Sheba durante un mes. Luego perdí cuatro kilogramos y, con la aparición del coronavirus, volví a ser internada". El tiempo en casa y frente a las pantallas empeoró su situación. "Cuando fui dada de alta ya estaba la pandemia, estaba atrapada en casa y todo era muy complicado para mí. Me levantaba a las 12 del mediodía y todo estaba desordenado”.
Mor también cree que la dañó el hecho de haber permanecido mucho tiempo en las redes sociales. : "Cuando estás TikTok nunca eres lo suficientemente buena. Siempre habrá quien suba una imagen de ella terriblemente delgada. Además la gente publica lo que come y algunas chicas hacen público que sufren de trastornos alimenticios, y eso les da ideas a muchas otras jóvenes”, afirmó.
