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Médicos atienden a un enfermo de coronavirus. ¿Es ésta una pandemia que amenaza nuestra existencia?

¿De verdad hay que hundir la economía para luchar contra la pandemia?

En Israel están extremadamente limitados los movimientos de las personas hace ya más de un mes, no se prevé que se reanude el año lectivo en el corto plazo y se están produciendo graves daños a la economía y a la salud. La pregunta es: ¿qué datos de la realidad justifican que esas medidas sigan en pie? La experiencia de otros países sugiere que el cierre o aislamiento total no siempre son imprescindibles.

Profesor Udi Kimron y doctor Uri Gavish |
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La situación es muy difícil. Da la impresión de que estamos en una guerra. ¿Pero estamos luchando contra un virus cruel que amenaza con aniquilar a la humanidad y con matar a la mayoría de la población? ¿Es correcto comparar este virus con la gripe española y con la peste negra, como han hecho las autoridades de nuestro país? ¿O es que la lucha contra el coronavirus se ha “inflado” y exagerado a dimensiones colosales, y como consecuencia nos han impuesto un pánico a nivel internacional basado en modelos matemáticos equivocados? Lo que está claro es que esta lucha está destrozando la economía mundial, que se ha construido con mucho trabajo y esfuerzo. Una destrucción cuyo precio pagaremos durante muchos años.
Se ha confiado en modelos matemáticos equivocados
¿Es que el virus es tan letal como se temió al comienzo? Afortunadamente, hemos dejado de oír hablar a las autoridades sobre el tenebroso porcentaje del 4 por ciento de muertos por coronavirus. Tal vez porque se han dado cuenta de que esa cifra es exagerada. Incluso el catedrático Neil Ferguson, que aterró a Gran Bretaña y al resto del mundo con predicciones matemáticas sobre muertes en masa y logró que se cambiara la política sanitaria de ese país, se retractó de los cálculos que había hecho sobre el elevado porcentaje de muertes, y cambió en consonancia sus pronósticos apocalípticos.
Es el mismo Ferguson quien ha utilizado modelos matemáticos que pronosticaron unas 150.000 muertes por la enfermedad de las vacas locas. Hasta hoy murieron 177 personas por esa enfermedad. Es el mismo Ferguson que en invierno (en el hemisferio norte) del 2009 recomendó al gobierno de Su Majestad la Reina, sobre la base de modelos matemáticos, restringir los viajes por tierra y por aire en ese país, cerrar los colegios y los jardines de infantes, y comenzar los tratamientos preventivos con fármacos “para ganar tiempo hasta que se encuentre una vacuna”. Y esto –dijo- para evitar una catástrofe sin precedentes. (Éste no es un error de quienes escriben estas líneas, sino lo que recomendó en el 2009. UK y UG.)
Es el mismísimo Ferguson quien a mediados de febrero de este año predijo, una vez más en base a modelos matemáticos, que el pico de la plaga en Wuhan se produciría dos semanas después, pero ese pico tuvo lugar al cabo de dos días. Y en efecto –por si no lo han adivinado– la política de gestión de la crisis en Israel se basa –entre otras cosas– en los modelos matemáticos que utiliza Ferguson.
Por eso debemos preguntar si quienes fijan la política sanitaria respecto del coronavirus basan sus decisiones en datos verídicos o en modelos que no tienen la capacidad de predecir. Y preguntar también si están haciendo lo suficiente para obtener estos datos lo antes posible. Y si ya se han hecho suficientes muestras al azar o aleatorias para tener un panorama real sobre la propagación del coronavirus en Israel.
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coronavirus vacuna
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Médicos atienden a un enfermo de coronavirus. ¿Es ésta una pandemia que amenaza nuestra existencia?
(Ynet)
Autobombo y miedo
Hemos oído recientemente que Israel está en segundo lugar en el mundo en lo que respecta al número de pruebas por persona, y que Israel es el país más seguro del mundo en lo que respecta al coronavirus. Y seguimos oyendo que estamos en medio de una de las epidemias más graves que ha experimentado la humanidad en los últimos cien años.
¿Es cierto que Israel está en segundo lugar en lo que respecta al número de pruebas de coronavirus por persona? En realidad, Israel estaba en el puesto número 18 en el mundo el día que se declaró que estaba en el segundo lugar. Desde entonces incluso cayó al lugar número 29 en el mundo. Antes que Israel se encuentran países como Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Estonia, Eslovenia, Malta, Islandia, Luxemburgo, Suiza y otros.
¿Y es Israel el país más seguro del mundo en lo que respecta al coronavirus? Un análisis del índice objetivo como el porcentaje de muertos por millón de personas muestra que, aunque Israel se encuentra en un lugar razonable, no está a la cabeza. Entre los países en los que el porcentaje de muertos por millón de personas es menor están, por ejemplo, Corea del Sur, Hungría, Bahrein, Australia, Nueva Zelandia, Argentina, Brasil, Tailandia, Japón, Catar y otros. Cabe señalar que algunos de estos países no han obligado a sus habitantes a aislarse completamente.
¿Y se puede afirmar que la política que recomendaron expertos del Ministerio de Salud respecto del coronavirus tuvo éxito? Lamentablemente, esta afirmación no tiene una base científica, y los resultados muestran que esa política no tuvo éxito. El catedrático Isaac ben Israel observó –en una publicación que dio a conocer– que tanto tras haberse adoptado una política que incluye el confinamiento como si la política fue en sentido contrario –sin confinamiento–, la rápida propagación del coronavirus se detiene al cabo de un período de tiempo similar (¿quizás debido a la inmunidad natural?; nos referiremos a ello más adelante. UK y UG). Lo que está absolutamente claro es que la política que se ha adoptado en Israel llevó a un desastre económico sin precedentes. Pero sigue el autobombo respecto de resultados no demostrados –haciendo caso omiso del daño que han causado– como una propaganda en la que lo que se dice es mucho más importante que lo que es esencial.
Y si en efecto nos dan datos incorrectos sobre el lugar que ocupa Israel en el mundo en diferentes índices, y exageran los elogios sin fundamento, ¿qué hacemos con los juicios científicos que nos dan? ¿Es cierto que se trata de la epidemia mundial más terrible de los últimos cien años, o también ésta es una afirmación que no se basa en los hechos?
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coronavirus vacuna
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La cantidad de pruebas que se hacen en Israel en comparación con el resto del mundo no es necesariamente exacta.
(Ynet)
Diferentes estadísticas dan a entender que existe una importante inmunidad natural al virus
Consideramos que de las estadísticas relacionadas con pruebas de coronavirus que se han publicado, se desprende que ya existe una inmunidad natural ante aquél, y que es posible que su porcentaje ronde el 80 por ciento de la población mundial. Esta evaluación se basa en cuatro muestras independientes, en cada una de las cuales hubo un porcentaje máximo de personas examinadas de entre el 13 y 19 por ciento. El hecho de que en ninguna de estas muestras se haya sobrepasado el umbral del 20 por ciento –y no se conocen otras muestras representativas (de al menos cientos de muestras)– hace pensar que el resto de la población mundial (alrededor del 80 por ciento) es inmune al virus. Y que en realidad el porcentaje de personas infectadas que se midió en esas muestran representan la máxima posibilidad de infección en la población.
Esto adquiere más peso con un simple análisis estadístico. Cuando se habla de la propagación exponencial del virus en una población, ésta es relativamente más pequeña que la probabilidad de tener un muestreo en el momento en el que la infección por el virus llegó al máximo y “se saturó”. El motivo es que la propagación exponencial es rápida y limitada en el tiempo, mientras que la fase en la que la infección llegó a su máximo no está limitada en el tiempo y sigue durante mucho tiempo. Si esto es así, vemos un gran número de muestras independientes que reflejan porcentajes de infección elevados similares, podemos suponer que estos porcentajes reflejan la máxima posibilidad de infección en la población, y no porcentajes de infección similares tomados en la misma etapa de propagación exponencial.
La primera muestra que reflejó una infección máxima del 19 por ciento fue la del barco Diamond Princess. (En este barco había unas 3.700 personas, entre pasajeros y tripulantes, de los cuales a 712 se les diagnosticó virus. UK y UG.) La segunda muestra se tomó en el barco Theodore Roosevelt de la Fuerza Naval de Estados Unidos, que reflejó un porcentaje de infección del 13 por ciento. (De 4.223 infectados, 550 eran portadores del virus. UK y UG.) La tercera muestra se tomó en Alemania, en el distrito de Heisenberg. Y en la muestra de la prueba (serológica) se vio que alrededor del 15 por ciento de los habitantes de la ciudad Ganglet estuvieron expuestos al virus y desarrollaron anticuerpos contra él. Un número similar de infectados nos llega de un informe del director del Hospital San Carlos, de Madrid, en el sentido de que un 15 por ciento de su equipo médico se infectó con el virus.
Otras muestras que saldrán próximamente demostrarán si es cierta o no la hipótesis de que un elevado porcentaje de la población tiene una inmunidad natural al virus. Conviene que presten atención a las cifras máximas obtenidas en esas muestras, que sugieren que hay cierto grado de inmunidad general.
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coronavirus vacuna
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Inmunidad colectiva en la población.
(Ynet)
¿Cómo es posible una inmunidad natural a un virus nuevo?
El coronavirus comenzó a propagarse en el mundo hace sólo cinco meses. Pero el virus tiene seis “familiares” que estuvieron infectando a la población hace ya muchos años, y que producen moléculas muy parecidas. Una pequeña parte de estas moléculas es exactamente igual en todos esos virus.
Como parte del mecanismo de defensa del sistema inmunológico, se toman muestras de partes de las moléculas del virus, y se muestran al sistema inmunológico en células infectadas para que aquél pueda detectar esas células y eliminarlas. Esa detección deja en el organismo células con una memoria inmunológica que está en condiciones de detectar dichas partes de las moléculas y de impedir la multiplicación del virus en el organismo, aun si se produce una segunda infección. De esa manera se crea una inmunidad celular contra el nuevo virus como consecuencia de la exposición a sus “familiares”. Es razonable pensar que, si en efecto lo que observamos es una inmunidad natural, ésta es la forma en que se adquirió.
Puesto que las diferentes poblaciones tienen una genética diferente, y células que muestran las partes de las moléculas virales de manera un poco diversa, es posible que las diferentes poblaciones tengan una inmunidad distinta al virus.
Éste es uno de los motivos por los cuales es de vital importancia que también en Israel se hagan encuestas lo antes posible –por ejemplo, en la ciudad de Bnei Brak de mayoría ultrarreligiosa y con numerosos infectados– con objeto de analizar el porcentaje local de inmunidad, y no depender sólo de muestras del exterior. Esto es importante para conocer el porcentaje máximo de infección en poblaciones en la que hubo muchas personas juntas en un mismo lugar, y era previsible que se contagiaran todos (por ejemplo, en un beit midrash o lugar de estudios de religión en grupo. UK y UG.)
El significado y la importancia de la inmunidad natural en una población es el que impulsa la propagación del virus mucho más de lo calculado. Esto es así porque si el porcentaje de inmunidad natural es alto, sólo virus muy contagiosos pueden propagarse con rapidez. Incluso la introducción de un dato nuevo como éste en el sistema de modelos matemáticos puede cambiar radicalmente todas las predicciones de modelos como éstos.
Otro significado que se desprende de un dato como éste es que el porcentaje de muertes que se calcula equivale a alrededor de una quinta parte de cualquier otro cálculo hecho hasta ahora. Esto es así porque sólo una quinta parte de la población es sensible al virus, y puede estar expuesta a la enfermedad que causa. Por eso, éste es un dato que requiere una rápida confirmación. Y si se demuestra que es correcto, obligará a un cambio radical del enfoque en todo lo que tiene que ver con la peste.
Hay que volver a calcular todo lo hecho hasta ahora
Suecia ha adoptado una política que mantiene la economía funcionando durante la crisis del coronavirus, y no ha tomado medidas significativas que paralizaran su economía. Oímos interpretaciones de expertos del Ministerio de Salud de Israel –y de periodistas que le sirven de eco– , en el sentido de que el “experimento” que ha hecho Suecia “le ha explotado en la cara” porque –según dicen– el porcentaje de muertos por el coronavirus allí es significativamente más alto que el de los países vecinos.
Aunque el porcentaje de muertos por coronavirus en Suecia es en efecto más alto que en los países vecinos, no estamos de acuerdo con que el experimento les haya “explotado en la cara”. Por el contrario, en los últimos días hemos visto que el número de muertos por coronavirus se ha estabilizado, y no se prevé el colapso del sistema de salud sueco. En consecuencia, las informaciones sobre el “experimento” sueco están disminuyendo en los medios de comunicación interesados en hablar de desastres.
Por ello, parecería que esa política, que reduce el tiempo necesario para alcanzar una inmunidad “de rebaño” o colectiva, está precisamente justificada por lo que se observa ahora en Suecia. Es probable que la política diferente y alternativa que han adoptado los países vecinos de Suecia, y también Israel, cause un número similar de muertos, con la diferencia de que seguirá durante más tiempo y causará enormes daños a la economía, sin lograr una rápida inmunidad colectiva.
Cuando oímos las declaraciones de representantes del Ministerio de Salud sobre un pequeño alivio de las medidas de confinamiento, sin expectativas respecto de que pronto se reanuden los estudios, y sin “abrir el cielo” –es decir, el tráfico aéreo–, nos sentimos desconcertados. ¿En qué hechos concretos se basan para seguir con esas medidas? ¿Es que no ha llegado el momento de cambiar el enfoque y la manera de lidiar con la crisis, que lleva a que millones de personas pierdan su medio de vida y su sustento, y les impide que accedan a un tratamiento médico por cualquier problema que no sea el coronavirus y afecta gravemente los presupuestos de infraestructura, educación y seguridad?
¿Podrán los representantes del Ministerio de Salud –en un futuro, cuando se les exija– justificar sus recomendaciones basadas principalmente en modelos matemáticos dudosos, y en informaciones periodísticas centradas en desastres? ¿Podrán explicar por qué no actuaron como Suecia, un país que tiene como consejero a uno de los epidemiólogos más importantes del mundo? ¿Será aceptable la excusa de que “casi todo el mundo actuó así, y por eso lo hemos hecho nosotros”?
*Udi Kimrón es catedrático de Microbiología Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tel Aviv.
*El doctor Uri Gavish es físico, experto en algoritmos y asesor de Biomedicina.
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