Con el título de “cómo afrontan los israelíes la crisis del coronavirus” se dieron a conocer los resultados de un estudio que llevaron a cabo los catedráticos Mali Shajori-Bitón –vicerrectora de la Universidad de Ariel y directora de su Departamento de Criminología– y la doctora Avital Laufer, decana de la Facultad de Ciencias del Comportamiento del Colegio Universitario Netania, que publicó numerosos estudios sobre los traumas, así como sobre la resistencia y la fuerza psicológica, en particular en relación con el terrorismo y a la guerra.
El coronavirus tomó a todo el mundo –incluido Israel– desprevenido frente a una situación desconocida. En un país como Israel, en el que los ciudadanos viven continuamente expuestos a eventos relacionados con la inseguridad, “el concepto de aplanar la curva de los infectados” se ha convertido en un concepto común y corriente utilizado por expertos y por quienes definen la política a seguir, al hablar de la aumentar o reducir las limitaciones que se imponen a la población. Pero esas limitaciones afectan de manera muy diferente y mucho más compleja de lo que muestran los gráficos.
“Muchas de mis investigaciones académicas tratan de la manera en que la sociedad israelí afronta los atentados terroristas, los crímenes y los delitos”, cuenta Shajori-Bitón. “Nos sorprendió descubrir en el actual estudio que al 90 por ciento de los encuestados les preocupa en una medida u otra enfermar por el coronavirus, y que a una cuarta parte les preocupa mucho, mientras que la situación económica les preocupa menos. También nos llamó la atención que quienes más le temían al coronavirus fueran precisamente los jóvenes, en comparación con los adultos. Y que la mayor parte de la población le tiene más miedo al coronavirus que a los atentados terroristas, a los robos o a las agresiones físicas”.
En concreto, los resultados del estudio muestran que el 52,7 por ciento de los encuestados le tienen más miedo al coronavirus que al terrorismo, mientras que el 22,5 por ciento les teme en la misma medida. En una comparación entre el miedo a que delincuentes entren en la casa a robar y el miedo a contagiarse el coronavirus, el 56,5 por ciento dijo que esto último les da más miedo.
Los resultados del estudio sobre el miedo del coronavirus son significativos y preocupantes”, agrega Laufer. “Para reducir el nivel de miedo, tendremos que aprender a lidiar con un enemigo nuevo e invisible, y con la incertidumbre que nos invade. Cuando comenzamos el estudio, se daban las condiciones de una nueva realidad: se habían cerrado todas las fronteras del país, al igual que todas las universidades y colegios. El 1º de abril, la tasa de desocupación a nivel nacional había llegado al 24,4 por ciento”.
Un 3,5 por ciento pensó en suicidarse por el coronavirus
El estudio se llevó a cabo entre el 31 de marzo y el 8 de abril, y en él participaron 1.065 personas de todos los sectores de la sociedad. El 30 por ciento eran hombres y el 70 por ciento mujeres. Los resultados muestran que los niveles de angustia que se habían manifestado como síntomas somáticos, como miedo y depresión, fueron más altos entre las mujeres y entre los jóvenes (de 18 a 29 años), en comparación con dos grupos etarios: personas de 30 a 59 años, y de 60 a 88.
Como hemos dicho, la variable que sorprendió a las investigadoras fue el alto grado de angustia de los jóvenes, que se vio que estaba relacionada con la preocupación por su familia. "Este resultado muestra que hay que considerar a los jóvenes como un grupo de riesgo. Todo indica que la preocupación por los seres queridos se cobra un precio muy alto en el caso de los jóvenes, y parece ser el principal motivo de su estrés”, dicen las investigadoras.
De los resultados del estudio también se desprende que una cuarta parte de los participantes se preocupa de que su salud se vea afectada por el coronavirus, en tanto que a un 12 por ciento no le preocupa para nada. Además, a un 25 por ciento le preocupa mucho o muchísimo que alguien de su familia enferme por el coronavirus, a un 2,3 por ciento no le preocupa nada y el resto se siente moderadamente preocupado.
Al analizar el grado de angustia que se manifiesta en ansiedad y depresión, los encuestados informaron de sensaciones de nerviosismo, irritabilidad y otros, pero también de sentimientos de resistencia y fuerza psicológica. Por ejemplo, alrededor del 64 por ciento informó de nerviosismo en un grado u otro, de los cuales aproximadamente el 40 por ciento lo padecía en un grado entre moderado y muy elevado. En torno de un 20 por ciento informó de dolores en el corazón y en el pecho, de los cuales alrededor del 6 por ciento dijo que eran entre moderados e intensos. Por su parte, un 3,5 por ciento de quienes participaron en el estudio dijeron que habían pensado –en una medida u otra– en suicidarse (13 de los encuestados señalaron que lo habían pensado mucho-muchísimo). Y alrededor de un 35 por ciento dijo que sentía miedo sin señalar un motivo específico (o sea que tenía ansiedad), mientras que el 10 por ciento de éstos informó que la sensación era entre moderada y muy intensa.
De los participantes en el estudio, aproximadamente el 44 por ciento informó de angustia, de los cuales sólo alrededor de un 10 por ciento la sentían en un grado entre moderado e intenso, y el resto tuvo poca. Cuando se les preguntó cómo afrontaban estos sentimientos, alrededor del 15 por ciento dijo que habían tomado sedantes o alcohol para sentirse relativamente mejor psicológicamente.
Más del 80 por ciento de quienes informaron de resistencia y fuerza psicológica, señalaron que recurrieron al humor y que contaron chistes sobre la situación.
Además de los encuestados que informaron de angustia –inquietud, dificultades respiratorias, desesperanza, debilidad y estrés–, hubo quienes informaron de resistencia y fuerza psicológica, y que habían “tratado de encontrar algo bueno en lo que estaba sucediendo”. Un 39 por ciento informó de una gran resistencia y fuerza psicológica, y alrededor de un 20 por ciento en un grado moderado.
Más del 80 por ciento de quienes informaron de resistencia y fuerza psicológica, señalaron que recurrieron al humor y que contaron chistes sobre la situación. Y más de la mitad informaron que trataron de obtener el apoyo emocional de amigos y de familiares. Un 50 por ciento consideró cree que lidiar con el estrés inmuniza psicológicamente. Por su parte, el 75 por ciento se percibía a sí mismo como “una persona fuerte”. Y alrededor del 63 por ciento informó que se siente capaz de lidiar con “sensaciones incómodas”.
El 50 por ciento de los padres informó de problemas de conducta de sus hijos
En el estudio participaron 500 padres de hijos menores de 18 años, y la mitad de ellos informó de un aumento de los problemas de conducta desde que estalló la crisis del coronavirus. Alrededor de un 44 por ciento informó que les resulta más difícil distraer a los hijos, que además están menos disciplinados en casa. Además, un 45 por ciento informó que los niños están más bajoneados y enojados, y un 70 por ciento dijo que sus hijos exigen más atención que de costumbre. Pero alrededor de un 58 por ciento está de acuerdo o muy de acuerdo con que desde que comenzó la crisis, tienen más tiempo de calidad con los hijos y con la familia en general, y ven la crisis como una oportunidad.
“Quienes están más angustiados son las mujeres y los jóvenes (de 18 a 29 años). No nos sorprende en el caso de las mujeres porque –por muchos motivos– son en general más sensibles y tienden a estresarse. Pero los datos sobre los varones jóvenes nos sorprendieron mucho."
Laufer resume y dice –poniendo el acento en los efectos psicológicos de la situación– que “los datos muestran que hay una parte de la población que está angustiada. Y cuando quisimos saber qué hacían para afrontar la situación, vimos que la mayoría recurría al humor: un 80 por ciento dijo que contaban chistes sobre la situación, y que el humor es una herramienta positiva. Por otro lado, más de la mitad de los encuestados trataron de obtener apoyo emocional de amigos y de familiares. Pero hubo asimismo quienes tomaron alcohol o fármacos.
“Quienes están más angustiados son las mujeres y los jóvenes (de 18 a 29 años). No nos sorprende en el caso de las mujeres porque –por muchos motivos– son en general más sensibles y tienden a estresarse. Pero los datos sobre los varones jóvenes nos sorprendieron mucho. Resulta que están más angustiados que los adultos de entre 30 y 59 años, y que los adultos mayores: de entre 60 y 88. Y vimos que el motivo principal de su angustia se debe a que se preocupan mucho por su familia. Eso también explica la intensa angustia de las mujeres, que es mayor que la que sienten los hombres. Es decir que teniendo en cuenta la situación y los miedos que tenemos todos debido a la incertidumbre, la preocupación por la familia es muy perturbadora para la gente”.