Mientras Israel se apresura a vacunar a su población contra el COVID-19, la alarmante tasa de propagación del virus está ejerciendo una presión insoportable en los hospitales del país: el Centro Médico Soroka, en Be'er Sheva, la única instalación que brinda servicio a millones de ciudadanos del sur, está comenzando a ceder ante la última ola de casos graves.
Para el personal de Soroka, ver cómo los pacientes se deterioran rápidamente y el virus se lleva vidas de todo tipo de personas, ya es insoportable. Sucede que en poco tiempo se cumplirá un año del inicio de la pandemia y, al igual que en todas partes del mundo, el cansancio está empezando a causar estragos emocionales en los médicos.
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El Centro Médico Soroka ya ha tenido que derivar pacientes a hospitales de otras ciudades.
(AFP)
Actualmente, en el hospital de Be'er Sheva hay 54 pacientes repartidos en tres salas dedicadas al coronavirus. Al menos 14 están en cuidados intensivos y 12 de ellos con respiradores o máquinas para el corazón y los pulmones.
La tercera ola de casos que atraviesa actualmente el país trajo consigo un creciente número de pacientes más jóvenes en estado grave, lo que está provocando un desborde del sistema de salud. Algunas personas están siendo derivadas a centros médicos de otras ciudades, debido a la escasez de personal y de camas.
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Dr. Uri Galanta, médico senior de la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Centro Médico Soroka.
(Barel Efraim)
"Estamos en medio de la tercera y más difícil ola desde que estalló la pandemia de coronavirus el año pasado", dijo a Ynet el Dr. Uri Galanta, médico senior de la unidad de cuidados intensivos (UCI). Y agregó: "El número de ingresos con COVID-19 está aumentando y nuestra UCI está tratando cuatro veces más pacientes en comparación con oleadas anteriores".
Según los registros del hospital, durante la semana pasada 350 personas fueron tratadas por dificultades respiratorias en la sala de emergencias y se realizaron más de 16.000 pruebas, lo que muestra una tasa de positividad del 8%.
"Este no es un problema de las personas mayores. La mayoría de nuestros pacientes tienen entre 40 y 60 años y no padecen ninguna afección subyacente”, afirmó Galanta. Y añadió: "No podemos decir que las personas totalmente sanas no puedan desarrollar una enfermedad grave".
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Ilana Fuchis, jefa de enfermería de la unidad de UCI del hospital de Be'er Sheva.
(Barel Efraim)
Ilana Fuchis, jefa de enfermería de la unidad de UCI, ha estado al frente del personal del Centro Médico Soroka durante los últimos 10 meses y aseguró que la tasa de mortalidad ha aumentado notoriamente. “Esto tiene un efecto adverso en la motivación del personal de enfermería”, explicó.
"Sabemos cómo luchar por cada paciente, pero ahora todo se ha vuelto más difícil. Antes nuestra tasa de mortalidad era mucho más baja. Sin embargo, somos optimistas de que con las vacunas administradas, pronto veremos la luz al final del túnel”, exclamó Fuchis.
