En las últimas semanas se ha informado de enfermos de coronavirus en China, Japón y Corea del Sur que se curaron, pero los han vuelto a hospitalizar después de que dieran positivo en una prueba; vale decir, que tenían el virus en el organismo. Por ello se teme que el hecho de haber contraído la enfermedad no protege de un nuevo contagio y su consecuente infección.
Actualmente, los expertos calculan que los anticuerpos contra el nuevo coronavirus, el COVID-19, permanece entre dos y tres años en el organismo de las personas que enfermaron y se curaron. El grado de inmunidad varía de una persona a otra. Al parecer, en las personas más jóvenes y sanas la reacción de los anticuerpos será más fuerte y durará más tiempo, mientras que en ancianos o en personas inmunodeprimidas los anticuerpos permanecerán menos tiempo en el organismo.
Por otro lado, estudios preliminares brindan una respuesta posible y más precisa. Por ejemplo, en un estudio que hicieron investigadores en China se vio que los anticuerpos en monos que se habían curado del coronavirus impidieron que se volvieran a infectar.
Otras investigaciones que se llevaron a cabo en el pasado sobre el coronavirus, que causaron la enfermedad de SARS [sigla más conocida en inglés de ‘síndrome respiratorio agudo grave’] en el año 2003, mostraron que los anticuerpos contra el virus se conservan hasta tres años después del contagio. En los supervivientes del virus MERS [sigla en inglés de ‘síndrome respiratorio de Oriente Medio’], causado por un virus de la familia del coronavirus, se vio que los anticuerpos se conservan alrededor de un año.
En la reunión semanal por videoconferencia de médicos de la ciudad china de Wuhan, donde se acumuló la mayor experiencia del mundo en el tratamiento de enfermos de coronavirus, los profesionales explicaron que aún están analizando los resultados relativos a la posibilidad de volver a infectarse. Pero todo indica que el nuevo contagio y la infección son, al parecer, un error de los laboratorios.
Se trata de un resultado conocido como “falso negativo”. Los resultados que se obtienen dan negativo (a la existencia del virus en el organismo), pero eso se debe a un error. Un motivo posible por el que la prueba ha dado un resultado erróneo es que en parte de los pacientes que se sometieron a esa segunda prueba después de que se curaran, la muestra no captó el virus en el hisopo que se introdujo en la nariz o en la faringe. En consecuencia, el resultado del laboratorio dio aparentemente negativo –es decir, que la persona estaba sana–, aun cuando en realidad no se había curado.
La prueba más precisa para saber si el paciente se ha curado es el análisis serológico: de los sueros. Se trata de un análisis de sangre que detecta los anticuerpos que crea el organismo en respuesta a la infección. El organismo produce anticuerpos del tipo IgM [Inmunoglobulina M] alrededor de una semana después del contagio y la infección, en tanto que los anticuerpos del tipo IgG [Inmunoglobulina G], que aparecen unas dos semanas después del contagio y la infección, indican inmunidad contra el virus.
Sea como sea, se prevé que el nuevo coronavirus nos acompañe durante muchos años. Es inevitable que todos estemos expuestos al virus en forma gradual, de modo que en nuestro organismo se producirán todo el tiempo anticuerpos contra él. Eso es lo que sucede, por ejemplo, en el caso de otras enfermedades virales como la “enfermedad del beso”, causada por los virus CMV [citomegalovirus, que se encuentra en todo el mundo y se relaciona con los virus que causan la varicela y la mononucleosis infecciosa]. Se calcula que alrededor del 95 por ciento de la población estuvo expuesta a esos virus, y en consecuencia están inmunizados para siempre contra ellos. Sabremos la respuesta definitiva a esta cuestión los próximos años. Hasta entonces nos queda esperar que las nuevas vacunas contra el coronavirus que están en camino nos protejan e impidan una epidemia recurrente.