En Occidente, cada vez más personas tienen problemas de depresión y ansiedad, ya sea que se trate de un episodio pasajero o de una enfermedad crónica grave. De hecho, la Organización Mundial de la Salud calcula que un 4,3% de la población mundial (más de 300 millones de personas) padece depresión. En Estados Unidos, por ejemplo, el porcentaje de estudiantes que tienen pensamientos suicidas y depresión, y que se lesionan a sí mismo, se ha duplicado en la última década.
En Israel, el porcentaje general de suicidios se ha reducido, pero el de intentos de suicidio entre los jóvenes está en aumento. Un estudio publicado el 3 de junio del 2019 en Estados Unidos muestra que el 20% de la población padecerá estos problemas durante semanas o meses.
La razón del aumento no radica en el ritmo de vida o en las características del mundo moderno, sino al revés. Tal vez las innovaciones tecnológicas puedan contribuir a superar las sensaciones de depresión y de ansiedad.
¿Qué innovaciones tecnológicas tenemos a nuestra disposición? Para responder a esta pregunta, es necesario entender primero qué es la tecnología. La tecnología es ‘la teoría o el conocimiento del arte’, que trata de encontrar soluciones prácticas a los deseos y necesidades utilizando las innovaciones científicas.
El énfasis no está en usar una computadora, una aplicación o un dispositivo nuevos, sino en el uso de esos accesorios a fin de obtener información, practicar y aplicar hábitos que desconectan el pensamiento no emocional que aumenta en situaciones de estrés y de depresión. La ciencia no tiene una varita mágica tecnológica para lidiar con trastornos psicológicos, pero existen nuevas técnicas cuya eficacia está demostrada científicamente y que permiten superar los impulsos emocionales y ayudan a adoptar nuevas formas de pensar.
El mito de los jugadores
La idea de que dedicarse todos los días a la comunicación digital y a juegos de computadora puede perjudicar a la salud mental es un mito. Un nuevo estudio de la Universidad de Oxford en colaboración con la de Cardiff, publicado este mes en la revista Clinical Psychological Science determinó que la adicción a los juegos no causa frustraciones ni disfunciones psicológicas.
En la investigación se analizaron más de mil adolescentes adictos a videojuegos, y no se encontraron pruebas de que se hubieran perjudicado en lo que respecta a sus necesidades psicológicas básicas. De esto se deduce que el fenómeno de la adicción a los juegos no constituye un trastorno clínico.
En otro estudio que se publicó el pasado mes de agosto se analizó el efecto que tienen los smartphones e internet en más de 2.000 jóvenes de Estados Unidos, y se vieron pocas pruebas de la relación entre el uso de tecnología digital y su salud psicológica. De hecho, de ese estudio se puede deducir lo contrario: muchos de los jóvenes que participaron informaron que en las épocas en que enviaron muchos mensajes, su estado de ánimo mejoró.
Actualmente hay bastantes tecnologías que permiten lidiar con la ansiedad y con la aparición de depresión: empezando por la psicoterapia, que permite documentar y diagnosticar los fallos en la forma de pensar y entender en forma precisa y exacta el concepto de realidad, hasta libros (sí, el libro es una tecnología) que cuentan con un número considerable de consejos y métodos de autotratamiento.
Tecnología terapéutica
Siempre podemos recurrir a la tecnología que está a nuestro alcance y aprovecharla como ayuda psicológica: cartas terapéuticas, videojuegos, nuevos métodos de biorretroalimentación, o la atención plena (lo que en inglés llaman “mindfulness”) que buscan desconectar el pensamiento de su significado por medio de ejercicios diarios. Si a esto agregamos las posibilidades modernas del teléfono, Skype u otras aplicaciones, hoy en día la terapia está al alcance incluso cuando el paciente no está en condiciones de ir personalmente al tratamiento.
Uno de los grandes avances se ha producido en el campo de la realidad virtual, es decir, visualizaciones tridimensionales que permiten exponerse y afrontar fobias como el miedo a hablar en público, a la altura o a viajar en avión.
En pocas palabras, cada uno de nosotros tiene que hacer la transición del pensamiento emocional al pensamiento lógico. Todos tenemos algo que debemos superar. Ya sea practicando con una aplicación o por medio de la tecnología que permite que se reflejen mediciones, el secreto está en practicar a largo plazo.
Dr. Nir Eishar
Especialista en Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) en el Instituto Psagot
