Los pacientes gravemente enfermos de COVID-19 en el Hospital Hadassah Ein Kerem, en Jerusalem, no están vacunados o no recibieron una tercera dosis de la vacuna, informó el jefe de la sala de coronavirus del hospital.
Hasta el lunes, 17 pacientes fueron hospitalizados en la sala de coronavirus de Hadassah Ein Kerem. Ocho se encuentran en estado grave y otros dos están gravemente enfermos.
En todo Israel, más de 200 personas han sido hospitalizadas y 110 están en estado grave, ya que la variante altamente contagiosa de Ómicron impulsa un aumento masivo en la infección.
Para combatir el aumento de casos, Israel ha comenzado a ofrecer una cuarta dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech a personas de 60 años o más, así como a trabajadores médicos.
The Media Line se sentó con el profesor Dror Mevorach, jefe de las salas de COVID-19 y Medicina Interna del Hospital Hadassah Ein Kerem, para discutir lo que se avecina a medida que el mundo entra en el tercer año de pandemia.
–Hay muchas personas que hablan de recibir una cuarta dosis de la vacuna. ¿Qué piensa al respecto?
–No soy un gran partidario de esta idea, la razón es que creo que la tercera vacuna ni siquiera fue un refuerzo; era parte de la propia vacuna. Las dosis de Pfizer deberían haber sido tres. Creo que tal vez deberíamos prepararnos para una vacuna de Pfizer en marzo, que está dirigida a la [variante] Ómicron y no a la vacuna general que tenemos hasta ahora. No estoy seguro de que tengamos evidencia de que una cuarta vacuna disminuya las hospitalizaciones. Probablemente disminuirá la propagación de la enfermedad, que también es importante, pero no estoy seguro de que valga la pena la cuarta vacuna para toda la población. Simplemente no veo una indicación clara para ello, pero no por razones de seguridad.
–¿Qué pasa con la vacunación de los niños, especialmente los más pequeños? Muchos padres aún no han llevado a sus hijos a recibir la inyección. ¿Qué opina sobre esto?
–Creo que los niños deberían vacunarse. Estamos hablando de aquellos de entre 5 y 16 años. Estamos siguiendo los efectos adversos de la vacunación en la población israelí, especialmente el efecto de la miocarditis, y pudimos resumir nuestros hallazgos en el New England Journal of Medicine. Creo que los niños sufrirán menos de miocarditis que los adultos. Ya lo veo. Los niños necesitan [la dosis] no sólo para prevenir la enfermedad, sino también para las consecuencias posteriores a la enfermedad como PIMS (síndrome multisistémico inflamatorio pediátrico) o MIS-C (un síndrome inflamatorio multisistémico en niños). Deben ser vacunados, y ganamos mucho más que el riesgo de daño. Recomendaría a todos los padres que vacunen a sus hijos.
–La variante Ómicron ha causado un aumento masivo en los casos en todo el mundo. ¿Qué sabe sobre esta variante hasta ahora?
–La mayoría de los pacientes que se encuentran en estado grave o crítico no están vacunados. El único paciente gravemente enfermo que fue vacunado [recibió] dos vacunas y no la tercera. Lo que vemos a estas alturas es que el curso de la enfermedad parece un poco más leve y esperamos que continúe de esta manera. Todos esperamos que éste sea el final de la pandemia, pero no podemos contar con ello. Tenemos que estar preparados para algunos otros escenarios, como un número severo de hospitalizaciones. El período más grave fue la tercera ola, donde tuvimos cerca de 200 pacientes al día en el hospital Hadassah.
–¿Qué es lo más difícil en este momento para los profesionales médicos?
–No hablamos mucho de eso, pero el personal médico está bajo estrés continuo. Ven morir a los jóvenes, tienen que trabajar bastante intensamente, y en realidad han desarrollado algunos [problemas], estrés e incluso lo llamaría TEPT. En mi departamento, comenzamos a tener reuniones semanales con un psicólogo para facilitar esto. Creo que es muy importante.
–Con la pandemia sin mostrar signos de desaceleración, ¿qué podemos esperar en el futuro?
–No estamos en el mismo lugar en el que estábamos en marzo de 2020. Estamos mucho más familiarizados con la enfermedad. Estamos vacunados. Tenemos mejores medicamentos. Creo que en algunos lugares el problema está en la infraestructura y la posibilidad de tratar a muchos pacientes a la vez. Creo que COVID-19 será una enfermedad más crónica y endémica en la que tendremos que recibir una vacuna anual. Este es un escenario. Otro es que la enfermedad podría desaparecer, como le sucedió al SARS-1 hace unos 20 años. Llegó y después de dos años desapareció. Hasta entonces, tenemos que seguir lidiando con ello, vivir con él y tratar de llevar una vida razonable.
