La pandemia del coronavirus creó una brecha entre los crecientes casos diagnosticados de trastornos alimenticios y las opciones de tratamiento existentes, según un nuevo informe del Centro de Investigación e Información de la Knesset.
El Ministerio de Salud calcula que entre 69.000 y 97.000 jóvenes de entre 15 y 24 años padecen trastornos alimenticios, y cada año se diagnostica algún trastorno de este tipo a unos 1.500 niños y adolescentes israelíes.
"Se estima que el número de casos de trastorno alimenticio aumentó un 56% en 2021, en comparación con 2019, especialmente entre las mujeres y la población judía en general"
Informe de la Knesset
"El brote de COVID-19 en 2020 provocó una acumulación simultánea de muchos factores de riesgo para desarrollar un trastorno alimenticio, entre ellos el aislamiento social y el énfasis de la población en la prevención de la obesidad. Se estima que el número de casos aumentó un 56% en 2021, en comparación con 2019, especialmente entre las mujeres y la población judía en general", señala el informe.
Como resultado de la pandemia, la brecha entre el número de casos y las opciones de tratamiento disponibles aumentó, y dejó a muchos jóvenes sin terapia inmediata.
"Se puso en peligro la capacidad de dar una respuesta óptima a los pacientes. En 2020, 667 pacientes fueron hospitalizados con un diagnóstico de trastorno alimenticio, entre ellos 114 niños y adolescentes (17%), y 553 adultos (83%). Y se informó que los tiempos de espera para el tratamiento se incrementó a, por lo menos, unos meses de espera", agrega el informe.
Hay 32 clínicas en todo Israel en las que se celebran sesiones terapéuticas con frecuencia en función de la situación clínica. El 25% de ellas están situadas en el distrito central, el 19% en el distrito de Jerusalem, el 16% tanto en el distrito norte como en el sur, y el 13% en los distritos de Tel Aviv y Haifa. Pero no hay clínicas al sur de Be'er Sheva.
"En 2020, 667 pacientes fueron hospitalizados con un diagnóstico de trastorno alimenticio, entre ellos 114 niños y adolescentes (17%), y 553 adultos (83%). Y se informó que los tiempos de espera para el tratamiento se incrementó a, por lo menos, unos meses de espera"
Informe de la Knesset
Además, en los hospitales hay 17 puestos de trabajo para el tratamiento de los trastornos alimenticios, y son para pacientes de todas las edades que no pueden ser estabilizados en las clínicas y que requieren cuidados más intensivos para evitar la hospitalización psiquiátrica.
En Israel hay nueve salas médicas dedicadas a los trastornos alimenticios, seis de las cuales son para adultos y tres para menores. Según el informe, todas las salas de hospitalización están llenas y todas ellas -tanto las dedicadas como las que tratan a pacientes sin trastornos alimenticios- tienen un tiempo de espera de al menos tres meses, ya que algunas pueden tardar hasta un año o más.
En el Centro Médico Sheba la sala de trastornos alimenticios está completa y el tiempo de espera es de, al menos, tres meses. En el Centro Médico Shamir, la sala alcanzó más del 90% de su capacidad, y el tiempo de espera es de más de un año. Y en el Centro Médico Hadassah el periodo de espera es de entre 6 y 12 meses.
Por otro lado, el Centro Médico Ziv, que trata a menores con trastornos alimenticios, suele alcanzar el 200% de su capacidad, y el tiempo de espera oscila entre 4 y 6 meses; el Centro Médico Infantil Schneider de Israel tiene una espera de 3 a 6 meses, y tanto el Centro Médico Mayanei Hayeshua como el Centro Médico Soroka tienen un periodo de espera de seis meses.
Según los expertos, el principal recurso que falta para el tratamiento de los trastornos alimenticios es la mano de obra: psicólogos, psiquiatras, médicos, enfermeras, trabajadores sociales y nutricionistas, que son quienes recibieron conocimientos especializados esenciales.
La complejidad del tratamiento hace necesario un equipo profesional que trabaje de forma coordinada. Todas las clínicas afirmaron en el informe que sufren una escasez de personal médico especializado en este tipo de trastornos, escasez causada en gran medida por cuestiones presupuestarias.
