A pesar de que no hay personas irremplazables, la eliminación de Qasem Soleimani significó un duro golpe para Irán. Desde que fue nombrado como comandante de la fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria a fines de 1997, la unidad de élite que lideró ha intentado expandir su influencia en la región y alcanzar sus objetivos estratégicos mediante el terrorismo y la subversión política.
Soleimani se convirtió en el arquitecto del establecimiento de Irán en la región. Sus principales objetivos consistieron en frenar al Estado Islámico (EI), proteger al régimen de Assad en Siria con la ayuda de Rusia y proveer de armamento avanzado a Hezbollah en el Líbano y a las organizaciones terroristas en Gaza.
Su desempeño como comandante de la fuerza Quds y sus logros en la región lo convirtieron en un héroe nacional para los ciudadanos iraníes y para el régimen persa. En marzo de 2019, el líder espiritual de Irán, Alí Jamenei, le otorgó a Soleimani la medalla de honor militar más prestigiosa, la cual no se entregaba desde la Revolución Islámica de 1979.
Más allá de sus éxitos, Soleimani también sufrió varios fracasos. Las operaciones de Israel en Siria lograron complicar el establecimiento iraní en ese país y demorar el abastecimiento de misiles de alta precisión al Hezbollah en el Líbano. Además, se frustraron varios intentos de la fuerza Quds de responder a las ofensivas en Siria y a los asesinatos selectivos de científicos nucleares iraníes. Estas operaciones fueron atribuidas a Israel.
Además, en Irak se opusieron al aumento de la intervención de Soleimani en los asuntos político-sociales internos. En 2015, el entonces primer ministro de Irak, Haider Al-Abadi, le pidió a Soleimani que se retirara durante una reunión de funcionarios de alto rango del gobierno iraquí luego de que el difunto comandante de la fuerza Quds criticara las reformas propuestas por Al-Abadi.
En los últimos meses se oyeron voces contra la intervención de Soleimani durante las protestas antigubernamentales en Irak, lo que demostraba un creciente descontento contra la intervención iraní en los asuntos del país.
Además, la mayoría de los ataques llevados a cabo por Irán en el Golfo Pérsico desde mayo de 2019, como el derribo de drones estadounidenses, los bombardeos a instalaciones petroleras sauditas, entre otros, fueron realizados por otras unidades de la Guardia Revolucionaria iraní y no por la fuerza Quds de Soleimani.
En las últimas semanas, Soleimani fue blanco de críticas en Bagdad por sus intentos de imponer un primer ministro cercano a Teherán en Irak y por sus esfuerzos en establecerse militarmente en Siria y el oeste iraquí.
Después de la eliminación de Soleimani, Irán se enfrenta a un complejo dilema. Si bien debe vengar la muerte de uno de sus principales comandantes para no demostrar debilidad, sabe que una respuesta demasiado fuerte podría derivar en un enfrentamiento militar con Estados Unidos en momentos en que Teherán debe lidiar con difíciles desafíos internos y externos. De hecho, varios funcionarios iraníes manifestaron que Irán no tiene intención de responder de forma inmediata.
A pesar de la eliminación de Soleimani, el régimen iraní continuará intentando establecerse en la región. Teherán tiene intereses políticos, militares y económicos para mantener su posición en la zona.
Sin embargo, los logros de los últimos años han sido posibles en gran medida gracias a la audacia, la determinación y la capacidad operativa de Soleimani, y es poco probable que su sucesor, Ismail Kaani, pueda llevar a cabo la tarea de la mejor manera, al menos en el corto plazo.
El doctor Raz Zimmt es un investigador del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS, por sus siglas en inglés)