Nadie sospechó del joven que se presentaba como un turista judío de Egipto, portador también de un pasaporte europeo. Pero era un espía, cuyos superiores le habían asignado varias misiones: bajo el nombre clave “Menashe”, debía averiguar en la Agencia Judía los trámites de inmigración a Israel y la ayuda que podía recibir como inmigrante; entablar contacto con empresas y organismos económicos gubernamentales, reunir información sobre modos de transferir dinero a Israel con fines de inversión, crear vínculos con círculos académicos y conseguir referencias de sitios en Jerusalén. A tal fin, “Menashe” se instaló bajo una profunda cobertura en un hotel en Jerusalén. En otra misión, recibió la indicación de depositar “una carga explosiva en la bahía de Haifa, con el objetivo de paralizar la empresa”. Los superiores de “Menashe” estuvieron satisfechos. “(El) es práctico, con iniciativa y buen entendimiento, capacidad de comprensión, muy buena orientación y ejecución, buena memoria para los detalles, poseedor de pensamiento lógico en consideraciones y evaluación de situaciones”, habían escrito sobre él en el dictamen de opinión.
Era el año 1960, y “Menashe” realmente era un espía – pero un espía israelí. Las acciones en Jerusalén y en Haifa eran parte de su ardua capacitación, para salir a una de las misiones de inteligencia más complejas y renombradas en la historia del Estado. Y algo más: El nombre “Menashe” era el código de un joven, señalado como “combatiente 88” en la Unidad más secreta del Servicio de Inteligencia israelí.
Su verdadero nombre era Cohen, Eli Cohen.
El caso de Eli Cohen, por lo visto el espía más famoso en la historia de Israel, fue el origen de un sinnúmero de libros y películas, y la semana pasada se lanzó en Netflix una serie televisiva del director israelí Gidi Raff, sobre su historia, actuando en el rol del espía Cohen, otro Cohen: Sacha Barón Cohen (“Borat”). Pero a pesar del enorme interés que este hecho aún despierta, y aunque pareciera que ya todo fue contado y descripto, no es el caso. En la profundidad del registro de Cesárea, el Ala de Operaciones Especiales del Mossad, están conservados los archivos operativos de Cohen. Solamente unos pocos fueron revelados frente al enorme conjunto de materiales reunido alrededor del hecho. Hasta hoy.
Hace aproximadamente un año en el Mossad completaron la confección de dos informes integrales sobre el accionar de Cohen. El primero es general, y detalla su vida desde el reclutamiento y hasta su ejecución. El segundo se focaliza en el período en el que Cohen residió en Buenos Aires, donde construyó su profunda historia como pantalla. Ambos se basan en los miles de documentos que se encuentran en los archivos y permiten una fascinante observación del mundo profesional y complejo de su entrenamiento, capacitación, creación de la pantalla y la movilización de un “combatiente en destino” – punta de lanza del Mossad.
Partes extensas de los informes y raras fotografías del archivo operativo han llegado a nuestras manos y vierten nueva luz sobre el hecho. Por primera vez se describe la historia de Cohen desde los documentos internos, y los redactores ponen orden en la cuantiosa mezcla de información publicada al respecto, siendo una parte no pequeña de la misma, equivocada.
¿Por qué aparecen los informes precisamente ahora, 54 años después de que Cohen fuera apresado, enjuiciado y ahorcado en las calles de Damasco? Nadia, su viuda, culpó todos los años al Mossad por su caída, y mantuvo con la organización una relación compleja, y por momentos muy dura. Reclamó ante el anterior jefe de dicha entidad Tamir Pardo, porque un hombre del Mossad, de bajo rango, que sirvió en el pasado en Cesárea, y que asumió la tarea de documentar la historia de la Unidad, dijo acerca de su fallecido esposo, que disminuía y menospreciaba el aporte de Cohen a la seguridad del Estado y que le endilgaba la responsabilidad de su captura, por la transmisión demasiado frecuente que hacía a los superiores en Israel. Pardo decidió reducir el contacto con el hombre. Su sucesor, Iosi Cohen, tejió una especie de perdón, el hombre del Mossad continuó escribiendo la historia y aportó a los dos informes sobre Eli Cohen.
Paralelamente, el director del Mossad efectuó una serie de operativos con el fin de localizar los restos de Cohen, durante las cuales fue hallado su reloj pulsera, que fue devuelto a Israel.
En la reseña de síntesis del Mossad se describe la importancia del accionar de Cohen en Siria. “No cabe duda que en la campaña de actuación de Eli Cohen en el destino sirio fueron invertidos numerosos insumos y esfuerzos, y toda la comunidad de Inteligencia estaba detrás de él para asegurar su éxito”, expresa el documento revelado aquí por primera vez. “Eso, tanto por la importancia crítica de encontrarse un combatiente en el destino sirio, vigilado de cerca, en una época de inestabilidad gubernamental y cambios internos en ese país; como por el lugar de Siria en el mapa de la confrontación israelí-árabe (…) sus condiciones y capacidades lograron que se reciba información de calidad y genuina, que contribuyó a la comprensión de la situación reinante en ese país en una época en la que las posibilidades de acopio mediático y visual estaban en pañales”.
Por primera vez desde los registros del Mossad: Así se veía la preparación y la puesta en acción del espía Eli Cohen. Hasta que las Fuerzas de Seguridad sirias golpearon la puerta de su casa, en el corazón de Damasco.
"El centro de la fiesta”
Eli Cohen nació en Alejandría en 1924, de padres oriundos de Alepo, Siria. Por su actuación en Movimientos sionistas, fue investigado y se le prohibió abandonar Egipto. Por ese motivo, cuando su familia emigró a Israel en 1950, él permaneció demorado por otros siete años. En 1951 Cohen se encontró por primera vez con un hombre del Servicio Secreto israelí, cuando un empresario británico llamado John Darling le preparó una especie de entrevista de admisión. Darling era en realidad Abraham Dar, un combatiente de la Unidad de Inteligencia 131 del Servicio de Inteligencia, que había llegado a Egipto a fin de reclutar combatientes para acciones de terror que se opongan al gobierno del rey Faruk. Con el tiempo, la campaña que Dar había comenzado (y luego fue alejado de la misma), será recordada como “el fracaso” y terminó mal, pero Cohen se salvó del destino de algunos de los miembros de la red que fueron atrapados – ejecución y largos encarcelamientos. El motivo: Dar no se llevó una gran impresión del joven que había conocido. “Era un bon vivant – una persona que sabe y ama disfrutar”, sentenció Dar. “Pasa tiempo en restaurantes y cafeterías, se destaca socialmente, es carismático, tiene humor, es agudo, alguien que recordarás luego de haberlo conocido. Exactamente lo contrario de lo que yo buscaba. Al finalizar el encuentro le dije que no trabajaríamos juntos y que lo mejor que puede hacer en mi opinión, es emigrar a Israel”.
Cuando cayó la red, se supo que uno de los jefes de células era amigo de Eli Cohen. Cohen fue citado a una intensa indagatoria. En el informe del Mosad se determinaron dos hechos: a) que los investigadores no lograron vincular a Cohen con el suceso; y b) que se habían equivocado. Cohen estaba muy involucrado en la red, a pesar de la decisión de Dar de no reclutarlo. Por ejemplo, viajó a un apartado lugar del desierto a comprar armas para la red. También una vivienda en Alejandría, que utilizó la red, estaba inscripta a su nombre. Pero Cohen en su indagatoria consiguió convencer a los egipcios que su intervención era sólo casual y mínima. Después de la Guerra del Sinaí, Cohen y otros judíos fueron expulsados a Israel, y él aterrizó en el país en febrero de 1957.
Luego de su inmigración, Cohen fue reclutado al servicio de reserva en el Cuerpo de Comunicaciones, pero otra Unidad llamada Servicio de Inteligencia 5, solicitó trasladarlo a sus filas como investigador. Paralelamente fue derivado, por su dominio de idiomas, a tareas de traducción en una de las Unidades del Ministerio de Defensa. Pero Cohen aspiraba a más, y pidió ingresar a la Unidad de Inteligencia 188, la más secreta del Servicio en esa época. Al principio fue rechazado. El motivo: debido a su arresto en Egipto, se temía que, si era activado, su identidad sería revelada. Cohen, decepcionado, halló consuelo en los brazos de su futura esposa, Nadia, con quien se casó en 1959. Para su sustento se desempeñaba como contable en Hamashbir Latzarjan. El mundo comercial le era menos afín, y se dirigió nuevamente a la Unidad 188. Las pruebas que pasó señalaron un alto nivel de inteligencia y aptitudes que serían acordes a un agente combatiente en el terreno. Ya era padre de Sofi, de cinco meses, cuando comenzó el proceso de capacitación, durante el cual se le asignó “espiar” en Jerusalem y “detonar” una empresa en Haifa. Durante ocho meses (desde mayo de 1960 hasta enero de 1961) fue trasladado a una vivienda operacional en Tel Aviv, donde comenzó a trabajar en su pantalla, apartado totalmente, aún de combatientes colegas. “Menos de diez personas conocían su verdadera identidad”, me contó Guedalia Jalaf, uno de los entrenadores y quien se convertiría en uno de los superiores de Cohen.
Aquí corresponde una breve explicación: la pantalla de un combatiente de Inteligencia en un país de destino, es su franja de protección más importante. Cuanto más profunda sea su pantalla, con más detalles, con más huellas, con más personas que puedan verificarlo, y una historia más “redonda” y particularizada – la franja de protección lo defenderá mejor. La de Cohen era una historia-pantalla de un árabe sirio-libanés, que se había mudado a Egipto, pasó allí su infancia y arribó en 1948 a Argentina.
Según el registro de la capacitación del Mosad, a Cohen se le adjuntó un comandante de la escuela de capacitación de combatientes de la Unidad 188, así como también varios guías del Servicio de Inteligencia. Entre otras cosas, fue orientado y entrenado de manera intensiva en la teoría de la actividad secreta con todos sus componentes, la teoría de la pantalla, la teoría de la arabización (incluidos estudios islámicos e historia árabe), la programación operativa y la evaluación de situación (“a fin de brindarle herramientas para el pensamiento y el análisis ordenados y para enfrentar circunstancias inesperadas”, según consta en la pesquisa del Mosad), en comportamiento de seguridad en el país de destino (ver fotografías de ejercitaciones en las calles de Tel Aviv) y en topografía. Fue adiestrado en el armado de pantalla, en envío de cartas en código, en comunicación secreta, Morse, así como también en ocultar y descifrar transmisiones. En la vivienda de entrenamiento fue instalada una estación de radio, mediante la cual Cohen captaba y enviaba telegramas frente a la base de transmisiones. También aprendió acerca de fotografías en el terreno y documentos, preparación de escondites para el equipo, medios de combate y documentos, uso de materiales de sabotaje, ejercicios de memoria para identificar objetos y armas, etc.
Cohen obtuvo muy buenas calificaciones en la mayoría de esos ejercicios y opiniones favorables por parte de los entrenadores y los psicólogos. Pero también hubo señales de advertencia. Moti Kefir, que fue comandante de la escuela durante parte del tiempo, dijo que: “A veces el hombre cree que no lo ven. Pero se equivoca y pasa a ser demasiado notorio. Le dije a Eli en los entrenamientos: “Nunca seas el centro de la fiesta”, él hizo lo opuesto y finalmente fue descubierto”.
First published: 16:56, 25.09.19
