Muebles de una sinagoga realizados en la fabrica del kibutz Lavi.
Muebles de una sinagoga realizados en la fabrica del kibutz Lavi.
Cortesía
Un carpintero del kibutz Lavi usa una máscara protectora mientras construye muebles para sinagogas.

En plena pandemia un kibutz asegura abastecimiento de rollos de la Torá

Una serie de nuevas sinagogas podrán abrir sus puertas cuando terminen las restricciones por el coronavirus gracias al trabajo de un equipo de carpinteros en el kibutz Lavi, en Galilea.

Ynet - Adaptado por Adrián Olstein |
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Mientras Israel detenía poco a poco sus actividades y entraba en una cuarentena casi total, un equipo de trabajadores redoblaba sus esfuerzos en pos de las comunidades judías del mundo. En la fabrica de muebles del kibutz Lavi serrucharon, clavaron y lijaron a mayor velocidad.
“La actividad de las sinagogas en casi todo el mundo está frenada. Nuestro objetivo es que no bien puedan abrir, lo hagan y con más fuerza que antes”, afirma Aner Amiram, vicepresidente de la fábrica de muebles Lavi, la más grande proveedora de mobiliario para sinagogas de todo el mundo.
Todos los años, Lavi recibe muchos pedidos en esta época, de comunidades que quieren abrir sus puertas para Pésaj. Este año, las restricciones a la circulación, dejaron muchos de los pedidos en espera. “No bien empezó la crisis del coronavirus, nos propusimos que ninguna comunidad tenga que esperar un día de más, desde el día que todo vuelva a funcionar, para poder abrir sus puertas”, cuenta Amiram.
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Un carpintero del kibutz Lavi usa una máscara protectora mientras construye muebles para sinagogas.
Un carpintero del kibutz Lavi usa una máscara protectora mientras construye muebles para sinagogas.
Un carpintero del kibutz Lavi usa una máscara protectora mientras construye muebles para sinagogas.
(Cortesía)
Cuando a mitad de marzo comenzaron las medidas de restricción a la circulación, quedaba claro que esas restricciones serían cada vez más estrictas y que la fábrica, en algún momento, dejaría de contar con muchos de sus trabajadores. Así fue que los 85 trabajadores de la fábrica decidieron poner manos a la obra y completar tantos pedidos como fuera posible.
Completaron envíos a Francia, Suiza, Estados Unidos e Israel entre muchos otros. "En épocas normales, nuestro horario de trabajo comienza a las 7, pero por esos días empezamos a abrir la fábrica a las 4. Nunca había visto a la gente trabajar tan rápido, terminamos más de lo que creí posible" confiesa Amiram.
“Sentimos que las comunidades ya habían sufrido un golpe bastante duro con la crisis del coronavirus”, cuenta el ejecutivo. “Queríamos, por nuestra parte, mostrar nuestra preocupación en completar sus pedidos y que contaran con sus muebles el primer día que pudieran abrir sus puertas”.
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Trabajadores del kibutz Lavi se reunen manteniendo el distanciamiento social.
Trabajadores del kibutz Lavi se reunen manteniendo el distanciamiento social.
Trabajadores del kibutz Lavi se reunen y mantienen el distanciamiento social.
(Cortesía)
La semana pasada, cuando Israel determinó una cuarentena para la gran mayoría de sus ciudadanos, la fábrica quedó casi en silencio. Los únicos que pueden seguir yendo son los que viven dentro del kibutz. Doce trabajadores que se dedican a la tarea específica de construir gabinetes móviles para el guardado de la Torá, arón hakodesh.
“En esto también vemos una misión especial. Mientras que la mayoría de las sinagogas están cerradas, con sus rollos de Torá sin leer, nosotros podemos construir gabinetes que la gente se pueda llevar a su casa y continuar con sus lecturas sin incumplir las restricciones por el coronavirus” agrega Amiram.
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