Los estudiantes miran los archivos de los deportados
Los estudiantes miran los archivos de los deportados
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Victor Perahia, sobreviviente del Holocausto

Un sobreviviente del Holocausto rompe el silencio para que los jóvenes nunca olviden

Victor Perahia tenía sólo 9 años cuando fue detenido en Drancy, Francia, desde donde fue enviado al campo de concentración de Bergen-Belsen.

AP - Adaptado por Alejo Sanzo |
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Las niñas y los niños en la habitación eran un poco mayores que Victor Perahia cuando fue liberado en 1945, su cuerpo destrozado con tuberculosis y tifus, su mente angustiada por el sufrimiento y la muerte que había visto.
Después de 40 años de silencio autoimpuesto, ahora regresa una y otra vez para dar testimonio al centro de tránsito desde donde el gobierno francés deportó a decenas de miles de judíos a las manos de los nazis.

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Víctor Perahia, sobreviviente del Holocausto
Víctor Perahia, sobreviviente del Holocausto
Victor Perahia, sobreviviente del Holocausto
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"Les contaré mi historia desde el día de mi arresto hasta mi liberación", comenzó Perahia.
Perahia habló con estudiantes la semana pasada en el marco de una serie de eventos para conmemorar el 75° aniversario de la liberación de Auschwitz. Las encuestas realizadas en los últimos años, incluida una publicada este año, muestran que los jóvenes en Francia y en otras partes de Europa cuestionan cada vez más la magnitud del Holocausto.
El sobreviviente de la Shoá les explicó a los estudiantes que tenía sólo nueve años cuando seis soldados alemanes subieron a su apartamento, en el pueblo costero de Saint-Nazaire. Lo mantuvieron como rehén mientras su madre corría a buscar a su padre, quien exigió saber qué estaba pasando.
"Estamos aquí para una simple verificación de identidad. Usted deberá acompañarnos, junto con su esposa y su hijo, y en 48 horas volverá a estar en su casa" le afirmó el oficial a su padre.
La mentira fue revelada dos días después. Estaban en un campo de detención cerca de la ciudad de Tours cuando más oficiales alemanes separaron a los hombres de las mujeres y los niños, le contó Perahia a los adolescentes, con voz firme.
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El sobreviviente del Holocausto francés Victor Perahia cuenta su historia a los escolares en Drancy. De fondo, los edificios en los que estuvo privado de su libertad
El sobreviviente del Holocausto francés Victor Perahia cuenta su historia a los escolares en Drancy. De fondo, los edificios en los que estuvo privado de su libertad
Victor Perahia cuenta su historia a los escolares en Drancy. De fondo, los edificios en los que estuvo privado de su libertad
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La sala quedó en completo silencio mientras hablaba.
"Mi padre me miró a los ojos, como si sintiera que iba a ser un momento difícil de vivir. Porque tal vez pensó que sería la última vez que nos veríamos". Allí hizo una pausa breve. "Se los diré de forma directa, ésa fue la última vez que vi a mi padre. Él fue deportado en el convoy número 8".
El convoy número 8, como casi todos aquellos de Drancy, se dirigía a Auschwitz. Los estudiantes de Livry Gargan, una ciudad a unos siete kilómetros de distancia, ya habían aprendido de su maestra de historia, Valerie Maloberti, que la gran mayoría de las 57.977 personas deportadas de Drancy perecieron en el campo de exterminio nazi.
Pero aquí había un hombre para quien esto no era historia sino un recuerdo amargo. Les contó sobre los niños que había conocido, los adolescentes que cuidaron a los bebés cuyos padres fueron deportados.
Describió lo que experimentaron, casi minuto a minuto, después de que llegaron a Auschwitz, donde los soldados alemanes los recibieron con perros y gritos, donde les comunicaron que se iban a duchar y entraron a una cámara de gas, donde murieron todos.
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Los estudiantes asisten a un taller dedicado al recuerdo del Holocausto en Drancy, en las afueras de París
Los estudiantes asisten a un taller dedicado al recuerdo del Holocausto en Drancy, en las afueras de París
Los estudiantes asisten a un taller dedicado al recuerdo del Holocausto en Drancy, en las afueras de París
(AP)
"Yo, que los conocía, que amaba a estos niños, siempre hablo de ellos con mucha emoción, y cuando lo hago siento que les devuelvo un poco de vida", explicó.
A estas alturas, los estudiantes de Malaberti se estaban limpiando las lágrimas de los ojos, pensando en sus padres, sus hermanos, siendo cargados en vagones de ganado desde el ferrocarril nacional francés como el que podían ver por la ventana. Perahia y su madre apenas sobrevivieron al campo de trabajo de Bergen-Belsen y fueron liberados por soldados rusos en su camino a Berlín.
"Cuando volvimos a casa, pensamos que nos volveríamos a conectar con el pasado. Pero nadie nos estaba esperando. Nos enfrentamos con una sociedad incrédula, incapaz de comprendernos", sostuvo. "Así que durante décadas permanecimos callados. Yo personalmente no pude hablar durante 40 años sobre el asunto, ni siquiera con mi familia, ni siquiera con mis hijos, que tenían preguntas que no podía responder", afirmó.
Finalmente decidió que se lo debía contar a su familia y a las futuras generaciones.
A estas alturas, la luz se estaba desvaneciendo, pero Perahia se unió a la clase al aire libre. Más de dos docenas de adolescentes lo rodearon, disminuyendo su ritmo mientras caminaban hacia los edificios donde había pasado casi dos años de su vida, antes de ser deportado a Bergen Belsen.
Los edificios del campamento de tránsito se convirtieron en apartamentos casi inmediatamente después de la guerra para las personas cuyas casas habían sido bombardeadas. Esto molestó a algunos de los estudiantes, pero no a Perahia.
"Después de todo lo que has vivido, todo lo que has pasado, ¿estás feliz?", le preguntaron.
"Yo estoy feliz", contestó Perahia. "Pero es un poco tarde".
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