Sí, Kanye West es un famoso rapero, diseñador de moda y un autoproclamado genio. Tiene millones de admiradores, y cualquiera de ellos puede decidir en cualquier momento seguir su consejo, ir a "Death Con 3", comprar un arma y ajustar cuentas con el "pueblo judío" por él. Pero mirando el panorama general, Kanye, que ahora se llama simplemente "Ye", es irrelevante.
Aparte de la música, y tal vez la moda, Kanye realmente no sabe nada de nada. Definitivamente no es el pensador "libre e independiente" que cree ser. Es gracioso, pero de alguna manera todas estas "mentes libres e independientes" siempre terminan siendo expuestas como racistas, antisemitas, homófobas o fanáticas del patriarcado medieval.
La caída de West comenzó mucho antes de que supuestamente le diagnosticaran trastorno bipolar. El expresidente de los Estados Unidos, Barack Obama, lo llamó "imbécil" en 2009 cuando la gente lo aclamaba como el nuevo Malcolm X.
Y como a veces les sucede a aquellos que saltaron de la pobreza a la riqueza en Estados Unidos, Kanye también parece odiar a aquellos con antecedentes similares a los suyos que han tenido éxito. En resumen, Kanye West y su ignorancia no son importantes aquí.
Lo importante es la libertad con la que West amenaza a los judíos en una publicación de Twitter. La confianza de ser antisemita, racista, homófobo y abrazar el fascismo públicamente, eso es lo que es problemático, no Kanye específicamente.
Este impulso de confianza intolerante fue derramado en los rincones oscuros de la América conservadora por el expresidente estadounidense Donald Trump. No los convirtió en fanáticos, pero los liberó.
Plantó muchas semillas venenosas durante su mandato, y las que dieron fruto se volvieron aún más sofisticadas, contundentes y arrogantes que él.
La narrativa básica del trumpismo global, un término para las ideologías políticas y las emociones sociales asociadas con el expresidente, es que una camarilla de élites internacionales controla los medios, Hollywood, la academia y, por supuesto, los bancos. Su objetivo principal es destruir la civilización occidental y reinventar la cultura.
Está bastante claro por qué este movimiento atrae a tantos antisemitas. De lo que tenemos que preocuparnos es de la cantidad de judíos que se han subido a este movimiento intolerante.
A Israel le gusta criticar los sentimientos antisionistas y, a veces, antisemitas que resuenan en los campus estadounidenses porque es un problema impulsado por la izquierda del espectro político. Pero en realidad, es un fenómeno a pequeña escala que involucra a un número minúsculo de personas que no tienen ningún efecto.
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Hombre vestido con un estampado de Auschwitz durante el ataque al Capitolio en enero 2021.
Mientras las opiniones antisemitas de la derecha a veces se expresan a través de masacres en sinagogas, los representantes de la extrema derecha se postulan para el Congreso y utilizan los medios de comunicación estadounidenses, que se niegan a ver lo que sucede delante de sus narices.
El trumpismo disfruta de mucho apoyo de un gran porcentaje de judíos en Israel y alrededor del 25% de los judíos estadounidenses. Conocen su historia, pero han aprendido a racionalizar el antisemitismo, porque están de acuerdo con el resto de visiones venenosas que el movimiento está difundiendo, y porque están seguros de que no les afectará.
Esto también, por supuesto, es un fenómeno bastante conocido en la historia, y está creciendo constantemente. Esto es lo importante aquí, no Kanye West.
