La comunidad judía mexicana cumplió 110 años de establecerse formalmente en el país
Este 2022 que culmina, la comunidad judía de México cumple 110 años de establecerse formalmente en el país, pues se indica que se comenzó a conformar en 1912. Ahora es una gran comunidad judía, porque ocupa el lugar undécimo lugar a nivel mundial, mientras que en América latina apenas se encuentra detrás de Argentina y Brasil. Tras atravesar momentos inciertos o persecuciones, los judíos son uno de los grupos que brindan multiculturalidad a la nación mexicana.
Anterior a la inmigración detonada por el Holocausto, ya existían antecedentes de inmigración desde la Nueva España, dado que a la entidad arribaron judíos de España, convertidos al catolicismo. La Inquisición fue responsable de perseguirlos e incluso condenarlos a la hoguera. Shulamit Goldsmith Brindis escribió en Judeo-mexicanos: gestación de una identidad, que la afluencia de este sector disminuyó con la independencia del virreinato.
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La historia de los judíos en México se remonta a principios del siglo XX.
(Gentileza Sinagoga Justo Sierra)
“Durante la primera parte del siglo XIX México no fue un territorio atrayente para la inmigración, debido, por una parte, a la inestabilidad derivada de los conflictos políticos y bélicos posteriores a su recién lograda independencia, y por otra, a la Constitución de 1824, que mantuvo a la religión católica como única para la naciente nación. A pesar de los intentos por promover la inmigración, pocos fueron los atractivos para consolidarla”, cuenta Goldsmith Brindis.
Con el paso de los años, las Leyes de Reforma, emitidas por Benito Juárez, permitieron el arribo de judeofranceses, por la libertad de culto otorgada. Además, la segunda intervención francesa, con episodios como la creación del imperio de Maximiliano y Carlota de Habsburgo, facilitó el aumento de europeos con raíces judías. Posteriormente y cercano el siglo XX, durante la regencia de Porfirio Díaz algunos judíos viajaron a territorio mexicano.
Yael Siman, investigadora y doctora en Ciencias Políticas por la University of Chicago, explica que la comunidad judía se consolida de manera formal en el siglo XX, de ahí que en ese momento inicia la construcción de sinagogas y sitios con influencia de Medio Oriente.
“La comunidad judía mexicana, en su perfil actual, se conformó en el siglo XX. Primero llegaron los judíos provenientes del anterior Imperio Otomano y fueron los pioneros en formar instituciones, me parece que la primera es de 1908. Luego arribaron los judíos de Europa central y crearon la comunidad Ashkenazí. A su vez ésta se integró con otras, la sefaradí y la árabe (jalebis, shamis). Así, en los años 20 se constituyó la colectividad en México y entre las cuatro coexistieron, pero cada una con sus respectivas escuelas y sinagogas”.
Como se ha mencionado, la etapa que marcó a la inmigración fue el Holocausto, ya que los judíos de Europa se dispersaron por algunos países de América, entre ellos México, que vio la entrada de pocos, ya que se presentaron restricciones por parte del gobierno, debido a los prejuicios antisemitas.
“Daniela Gleizer y yo encontramos que al término de la guerra hubo un pico de refugiados judíos en México, entre 1941 y 1942. Pero hay que recordar que llegaron sólo 2000. Sin embargo, después cae la migración porque ya no pueden salir los barcos y la gente está atrapada en Europa, sin forma de salvarse. En 1943 y 1944 hay un descenso, algunos llegan después, pero porque ya habían salido de allá y estaban en Cuba. Consecuentemente, los migrantes aumentan desde 1947 hasta 1950. No obstante, todavía hay restricciones migratorias muy fuertes. Como ejemplo estaba un expediente de una señora, Elena Sundovich, quien era una niña huérfana y el tío pretendía traerla al país, pero no le fue posible porque el gobierno demandaba que fuera una persona honorable o con trayectoria. Finamente, Elena llegó en 1950”, expresó Yael Siman.
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En México, la construcción de sinagogas comenzó de manera formal a principios del siglo XX.
(Gentileza Sinagoga Justo Sierra)
Algunos refugiados se dedicaron al comercio en el barrio de La Lagunilla (Ciudad de México), donde ocurrieron altercados contra ellos, pero nada grave. De hecho, existió un grupo conocido como "las camisas doradas", que pedían la expulsión de los migrantes, aunque no faltaron también organizaciones que brindaron ayuda a los asilados.
Con los años, los judíos veían en México una oportunidad para rehacer sus vidas o bien para emprender negocios. Llegaron al país empresarios o personas provenientes de Medio Oriente y Europa, inclusive sobrevivientes del genocidio. Bronislaw Zajbert es uno de ellos, porque vivió en el gueto de Łódź, Polonia. Él fue testigo de sucesos dramáticos llenos de odio nazi, incluso presenció el día de la liberación del lugar, es decir, el 19 de enero de 1945.
Broni, como suele ser conocido, llega a tierras mexicanas a través de Caracas, su primer hogar en América: “Mis padres ya no quisieron seguir en Polonia. Nos hubiera gustado ir a Estados Unidos, pero la cuota era por naciones, y para Polonia tardaban 26 años en emitir una visa. Mi mamá tenía un hermano periodista que vivía en Francia y, por medio de las listas de localización de la Cruz Roja Internacional, se supo que se radicaba en la Ciudad de México”.
El tío materno de Broni ayudó a que la familia agilizara los trámites para dejar Europa, por medio de la Embajada de Francia. Así las cosas, los polacos se mudaron a Venezuela, hasta que Bronislaw viajó a México en 1960 y contrajo matrimonio con Zina Rapoport. La tranquilidad que ofrecía el país les permitió abrir una pastelería especializada en clientes diabéticos.
“No tuve dificultades cuando llegué a México, aunque no me vinculé con la comunidad judía local. A través de mi señora conocí a personas, muchos de ellos aún son mis amigos”, relató.
"Nadie toma un cuchillo y ataca a los judíos, ni siquiera a los ortodoxos, que son fáciles de reconocer. Hay prejuicios socializados, políticos y económicos, pero no antisemitismo virulento"
“Había mucho prejuicio antijudío, y al día de hoy es la misma realidad, sólo que no vemos un grupo fascista o de extrema derecha en las calles, aunque sí hay muestras de lo primero, es decir, la venta de libros antisemitas como Los protocolos de los sabios de Sion. Pero nadie toma un cuchillo y ataca a los judíos, ni siquiera a los ortodoxos, que son fáciles de reconocer. Hay prejuicios socializados, políticos y económicos, pero no antisemitismo virulento”; especuló Siman.
El Museo Memoria y Tolerancia es un espacio que muestra la convivencia de lo judío con lo mexicano, aparte de lugares como la Sinagoga Histórica Justo Sierra. Al mismo tiempo, estas zonas recuerdan las luchas que ha librado este sector poblacional para constituirse y reforzar la identidad de la República Mexicana.
First published: 11:08, 24.12.22
