El 1 de enero, un grupo de neonazis armenios marchó por las calles de Ereván, capital de Armenia, con estilizadas banderas nazis. ¿De qué se trata y por qué el Estado de Israel no puede ignorar este movimiento neonazi y antisemita?
"El terrorista, para unos, es el luchador por la libertad, para otros", escribió hace décadas Gerald Seymour, en su famoso libro Harry's Game. Esta declaración, que invita a la reflexión, destaca la naturaleza subjetiva de etiquetar a individuos o grupos involucrados en conflictos. Sugiere que la percepción de las acciones de una persona, depende de la perspectiva de cada uno y del contexto en el que se ven.
El problema es que todos los llamados “luchadores por la libertad”, frecuentemente, utilizan métodos violentos y no democráticos para alcanzar sus objetivos. Los daños colaterales de sus actividades alcanzan, a veces, a miles de personas inocentes, aterrorizadas, heridas o asesinadas. Por eso, desde la perspectiva histórica, es difícil afirmar si la persona fue un verdadero libertador o simplemente un asesino en masa.
Sin embargo, éste no es el caso del colaborador nazi armenio Garegin Nzhdeh. Hace varios años, el ex vicepresidente del Parlamento, Eduard Sharmazanov, proclamó que Nzhdeh no era un nazi, sino un patriota de la nación, que luchó por la independencia toda su vida.
Aunque Armenia llama a Nzhdeh “patriota armenio”, apoya y glorifica, oficialmente, a quien estableció contactos con las agencias de inteligencia alemanas, durante la Segunda Guerra Mundial, para la lucha armada contra unidades del ejército soviético y se aseguró de que la legión armenia siguiera las órdenes de los nazis en el Cáucaso, Crimea y Francia.
En los últimos años, Armenia estuvo buscando desesperadamente sus propios héroes. Es obvio que cada nación necesita personas que puedan ser glorificadas y cuyas acciones puedan ser alabadas. Por lo tanto, estas personas deben ser elegidas sabiamente. Si el gobierno armenio decide erigir en su capital y en muchas otras ciudades, monumentos a un nacionalista armenio que dirigió una unidad militar, que sirvió bajo el mando nazi en la Segunda Guerra Mundial, los países democráticos deberían entender el mensaje.
Armenia, no sólo está normalizando el nazismo, sino que también, acuerda en que las aspiraciones y decisiones políticas y nacionales de Nzhdeh están en consonancia con los objetivos nacionales actuales. Las manifestaciones de neonazismo y la glorificación de los criminales, como política nacional, son bastante inquietantes y deben seguirse de cerca, especialmente cuando hablamos de un país fronterizo con Irán.
Para que quede claro: por un lado, Armenia está tratando desesperadamente de reescribir su historia, en un intento de minimizar el nivel de colaboración local con los nazis; pero, por otro lado, erige estatuas de Nzhdeh en todos los lugares posibles, nombra una avenida, una gran plaza y una estación de metro cercana en Ereván. La proliferación de monumentos y nombres de calles en su honor, incluida una aldea, atestigua su influencia duradera y la glorificación de su ideología por parte de grupos influyentes dentro del país.
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"Me sorprende que mucha gente se sintiera indignada por esta marcha verdaderamente pacífica..."
(EPA)
No sorprende que esta atmósfera de glorificación de los colaboradores nazis se esté extendiendo por toda Armenia y que el 1 de enero realizaran una marcha en Ereván, en honor del cumpleaños de Nzhdeh. Un grupo llamado Hosank desfiló por el centro de la capital armenia cantando "Sieg Heil", mientras llevaba brazaletes rojos con esvásticas estilizadas y banderas con los mismos símbolos.
Recibieron mucho apoyo en línea y, como lo expresó un canal armenio de Telegram: "Me sorprende, que mucha gente se sintiera indignada por esta marcha verdaderamente pacífica... Estas personas no participaron en vandalismo, no insultaron a nadie y no hicieron absolutamente nada ilegal". Esta publicación gustó a cientos de usuarios y muestra que el movimiento neonazi, en Armenia, tiene el potencial de crecer rápidamente.
Un grupo neonazi llamado Hosank desfiló por el centro de la capital armenia cantando "Sieg Heil", mientras llevaba brazaletes rojos con esvásticas estilizadas y banderas con los mismos símbolos.
Además, el líder de Hosank, Hayk Nazaryan, es un armenio estadounidense que regresó a su país de origen hace varios años. No se cubre la cara y se autodenomina un "nacionalista armenio que vivió con ideas nacionales toda su vida consciente".
Al explicar su posición y la marcha, escribió que no culpaba a quienes no lo apoyaron, ya que todos los que están en el poder -coalición y oposición- "están involucrados en la misma calumnia judía y continúan dividiendo a la nación armenia, porque están tan lejos de las verdaderas ideas nacionales como yo lo estoy del ballet", afirmó.
Nazaryan admite que, en los últimos dos años, logró unir a los nacionalistas armenios en torno a la idea y la bandera e incluso organizar una marcha, que fue la primera, pero no la última, planificada y ejecutada.
“¡Una nación, un estado, una voluntad!” El eslogan oficial del grupo lo identifica, más que nada, como neonazi. El sitio web del grupo está lleno de glorificaciones de Hitler y caricaturas antisemitas. Sin embargo, las autoridades armenias ignoran oficialmente las acciones de Hosank, y aunque se está difundiendo propaganda antisemita y antiisraelí y hubo tres intentos de quemar la sinagoga local, su completa inacción es una señal inquietante.
“¡Una nación, un estado, una voluntad!” El eslogan oficial del grupo lo identifica, más que nada, como neonazi.
Además, es importante tener en cuenta que Nazaryan podría haber hecho varios contactos mientras vivía en los Estados Unidos, probablemente, incluso, dentro de un fuerte lobby armenio, y podría tener partidarios fuera de Armenia, también. La ideología neonazi, entre los jóvenes armenios, podría extenderse más rápido de lo esperado.
Por eso, el Estado de Israel, no sólo debería condenar la marcha en Ereván y pedir a las autoridades que adopten una postura contra el neonazismo y el antisemitismo, como lo hizo el embajador Joel Lion, sino que también debería tomar todas las medidas posibles para proteger a los judíos de Armenia. Y si las autoridades locales están ignorando las señales de alerta, tanto literal como metafóricamente, Israel tiene el derecho y la obligación moral de cuidar de la comunidad judía, antes de que sea demasiado tarde.
La Dra. Elina Bardach-Yalov es ex miembro de la Knesset por el partido Yisrael Beiteinu.