Ochenta años después de escapar de las fuerzas nazis cuando era una niña de diez años, Wanda Semionovna Obiedkova se fue marchitando lentamente en un húmedo sótano de la ciudad ucraniana asediada de Mariupol, escondiéndose de los constantes bombardeos rusos, hasta que falleció.
La sobreviviente del Holocausto, de 91 años, se enfermó en sus dos últimas semanas y no podía ni siquiera mantenerse en pie. Con frío, hambrienta, y mendigando agua; así fueron sus últimas horas de vida.
"En el sótano hacía un frío y un hambre terrible. Mamá no podía ducharse, ni cambiarse de ropa"
Larissa Obiedkova, residente de Mariupol
"Mamá no merecía morir así", aseguró a Ynet su hija Larissa, médica de profesión.
Durante esas dos semanas, permaneció con su madre y describió el infierno por el que pasaron: sin comida, medicinas y con miedo a los bombardeos.
"En el sótano hacía un frío y un hambre terrible. Mamá no podía ducharse, ni cambiarse de ropa", contó.
Obiedkova murió hace unas dos semanas en el sótano donde se escondía con su familia. Su hija arriesgó su vida para enterrarla durante el incesante bombardeo.
La hija manifestó que su madre "fue enterrada apresuradamente, bajo el fuego. En un parque cercano a la casa, no en un cementerio adecuado".
Larissa y su familia fueron finalmente evacuados a un lugar seguro esta semana, pero dice que tiene la intención de regresar a Mariupol lo antes posible para enterrar a su madre de forma ordenada.
"La hija, Larissa, vio morir lentamente a Wanda y nos contó entre lágrimas todos los detalles. Es desgarrador", explicó el rabino principal de Mariupol, Mendel Cohen.
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Un civil camina junto a autobuses carbonizados en medio del asedio ruso a Mariupol.
(AFP)
"Todo lo que Wanda podía soñar en sus dos últimas semanas era sólo agua", sumó.
"Mi madre decía que no recordaba nada parecido, ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial"
Larissa Obiedkova, residente de Mariupol
Mariupol, un enorme cementerio
Con el inicio de los combates en la ciudad a principios de marzo, la familia se trasladó al sótano de una tienda cercana y la única ayuda que recibieron provino de la sinagoga y el centro comunitario del rabino Cohen.
"No había agua, ni electricidad, ni calefacción, y hacía un frío insoportable", prosiguió Larissa. "No podíamos hacer nada. Vivíamos como animales".
Larissa recordó que dos francotiradores establecieron posiciones junto a las fuentes de agua más cercanas, lo que hacía muy peligroso cualquier viaje hasta allí, además de las bombas que llovían sobre la ciudad.
"Cada vez que caía una bomba, todo el edificio temblaba", subrayó. "Mi madre decía que no recordaba nada parecido, ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial", sumó.
Obiedkova nació en Mariupol en 1930. Tenía diez años en octubre de 1941 cuando los nazis entraron en la ciudad y empezaron a reunir a todos los judíos. Cuando llegaron a la casa de la familia, se llevaron a la madre de Wanda, Maria (Mindle), pero la niña se escondió en el sótano y escapó.
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Obiedkova con sus padres Maria (Mindle) y Semion, antes de la Segunda Guerra Mundial.
(Cortesía)
El 20 de octubre de 1941, los alemanes ejecutaron a entre 9.000 y 16.000 judíos en las fosas comunes de las afueras de Mariúpol, entre ellos a la madre de Obiedkova y a toda su familia.
"Mariúpol se convirtió en un enorme cementerio"
Cohen, rabino de Mariúpol
La niña fue arrestada más tarde, pero los amigos de la familia consiguieron convencer a los nazis de que era griega. Finalmente llegó a un hospital, donde permaneció hasta la liberación de Mariúpol en 1943.
"Mariúpol se convirtió en un enorme cementerio", manifestó el rabino Cohen, director de la Casa de Jabad y rabino del puerto ucraniano, que está siendo pulverizado por las fuerzas rusas. Según él, Obiedkova y su familia eran miembros activos de la comunidad de la ciudad.
Desde el comienzo de la guerra, el rabino Cohen trabajó sin descanso para evacuar a los miembros de la comunidad del infierno, incluso en Shabat y en la noche del Seder. Esta semana, finalmente logró poner a Larissa y a su familia a salvo.
En las últimas semanas, el rabino recibió no menos de 1.840 solicitudes de familias judías que buscaban una salida de la ciudad.
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Una mujer camina entre los escombros que quedaron de Mariupol, asediada por bombardeos rusos.
(AP)
"Las comunicaciones están cortadas en toda la ciudad", dijo. "Incluso los que consiguen salir, no podemos comunicarnos con ellos. Los rusos los tienen controlados y tardan en ponerse en contacto. Sé que al menos 500 familias ya salieron. En cuanto al resto, no está claro dónde están, y tememos por la suerte de todos", remarcó.
El rabino Cohen contó, además, que toda la comunidad judía de Mariupol está profundamente apenada por el fallecimiento de Obiedkova, a quien todos conocían y que se convirtió en un símbolo de la supervivencia a la ocupación nazi de Mariupol en 1941-1943.
"Se escondió en sótanos y trincheras de los nazis que fusilaron a su familia. Quién iba a pensar que 80 años después, Wanda moriría de hambre en un sótano de Mariúpol", expresó.
"Era una persona brillante y amable, que permanecerá para siempre en nuestra memoria y nuestros corazones. Todos estos años siempre contó su historia del Holocausto, y su testimonio era escalofriante", cerró.