Debate en el estudio de Ynet: ¿Por qué haría falta un impuesto a la riqueza en Israel? La crisis del coronavirus, entre otras cosas, desnudó la incapacidad del Estado para brindar la asistencia que la ciudadanía espera: desinversión en el sistema de salud, escasez de maestros, falta de computadoras para los alumnos y una red de seguridad social insuficiente.
Un nuevo informe del Centro Avda de Israel asegura que esta falencia presupuestaria no es el resultado de una negligencia del gobierno, sino de una política estatal que aboga por servicios públicos mínimos, a través de un concepto de “Estado pequeño” que apuesta al crecimiento económico del país a través de capitales privados. Así, el Estado puede sostenerse con un presupuesto reducido, y esto redunda en impuestos bajos para la población.
Pero el Centro Avda argumenta que es necesario analizar las políticas tributarias de modo que permitan un financiamiento adecuado de los servicios públicos. Dicho financiamiento, afirman, mejoraría el nivel de vida de todos los ciudadanos y uno de los caminos para lograrlo es un impuesto a la riqueza que pagarían los principales capitales del país.
“A diferencia de los impuestos sobre la renta, éste no se determina a partir de los ingresos actuales de las personas, sino como un porcentaje del patrimonio total”, explica en el estudio de Ynet el sociólogo Yaron Hoffman Dishon, integrante del Centro Avda, quien señala dos motivos principales por lo que debería aplicarse este impuesto en Israel: “Por un lado, en nuestra economía existe una presión impositiva relativamente baja en comparación con otros países del mundo. Y por el otro, al igual que otros países occidentales, nos caracterizamos por una desigualdad muy grande”.
“Cuando las brechas de riqueza son tan grandes, se rompe la sociedad. Ya deja de ser un mercado libre de jugadores en igualdad de condiciones, como a menudo queremos pensar, sino que se convierte en un juego injusto en el que algunas personas alcanzan niveles de capital que pueden moldear el mercado y afectar a la democracia. El rol del impuesto a la riqueza es equilibrar esa situación”, argumenta Hoffman Dishon.
Michael Sarel, economista que encabeza el Foro Kohelet que defiende los principios del libre mercado, no está de acuerdo con el informe del Centro Avda sobre la supuesta presión tributaria baja en Israel. “Hay diferencias metodológicas entre Israel y otros países de la OCDE, como el sistema de pensiones, el apoyo a la agricultura y el servicio militar no remunerado. Si se consideran estas cuestiones, la conclusión es que la presión tributaria israelí es de las más altas de la OCDE”, afirma en el estudio de Ynet.
Además, Sarel considera que los impuestos israelíes son muy progresivos y que la cima de la pirámide “paga el 50% de sus ingresos” y que de la mitad restante aporta “el 17% en el impuesto al consumo (IVA) y un 25% sobre las ganancias extraordinarias”.
Más allá del desacuerdo a la hora de definir la foto del mapa tributario israelí, la principal resistencia de Sarel a la propuesta de un impuesto a la riqueza parte de la premisa de que si se carga de impuestos al estrato más pudiente de la sociedad estos capitales se irán del país en búsqueda de condiciones de crecimiento más favorables. “Mucha gente con buenas intenciones hace sugerencias sobre impuestos pero se olvidan de lo más elemental de la economía: la gente responde a los incentivos. Si los presionan, distribuirán dividendos y se irán a otros países”, dice.
Según Hoffman Dishon, más allá de la cuestión puntual del impuesto a las riquezas, “la conclusión es que vivimos en un país donde los servicios públicos son deficientes y una de las formas de aumentar el gasto social es recaudar más impuestos”. El sociólogo entiende a su vez que “los impuestos dan forma a la sociedad en que vivimos y es perjudicial que estos debates permanezcan únicamente en círculos de economistas”.
El informe del Centro Avda cita al economista francés Thomas Pikkety que sostiene que “las políticas fiscales, la decisión de qué se grava, quién paga y cuánto, requiere un debate público abierto bajo la atenta mirada de ciudadanos y periodistas, ya que es un tema demasiado importante para dejarlo en mano de economistas y contadores”.
Respecto al debate público sobre los impuestos en Israel, en el liderazgo político existe una fuerte resistencia a los aumentos impositivos. Así se pronunciaron en reiteradas oportunidades el primer ministro Benjamín Netanyahu, el viceprimer ministro Benny Gantz, el ministro de Finanzas y el actual gobernador del Banco de Israel.
La mayoría de los líderes políticos israelíes, especialmente en épocas de elecciones, se oponen públicamente al aumento de impuestos, pero según el Centro Adva no se desarrollan los debates necesarios para entender de dónde saldrá el dinero destinado a mejorar los servicios públicos y soportar las subvenciones propias de la crisis del coronavirus.