Personas tocando el shofar en Rosh Hashaná en Tel Aviv.
Personas tocan el shofar en Rosh Hashaná en Tel Aviv.
Reuters
Oración por Yom Kipur en un estacionamiento al aire libre.

Acabamos de vivir un Yom Kipur que quedará en el recuerdo

Las calles de Israel vieron honrar el Día del Perdón con vecinos oficiando de oradores entre pequeños grupos improvisados de oración, con la gente en las calles paseando a los niños y aprovechando una jornada de calor. ¿Fue un Yom Kipur triste o uno poderoso y emocionante?

Sivan Rahav-Meir - Adaptado por Adrián Olstein |
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Recé Shajarit, la tradicional oración de la mañana de Yom Kipur, en casa, con el aire acondicionado al máximo. Por la ventana vi una imagen extraña: gente cargando sillas de plástico y sentándose debajo de glorietas plásticas distribuidas por todo el barrio. ¿Estuvimos ante un Yom Kipur triste y desdichado, o ante uno poderoso y emocionante? Una cosa es segura. Fue un Yom Kipur que no olvidaremos.
Chaim Adler, un cantor de renombre mundial, está acostumbrado a dirigir la oración en sinagogas lujosas, esta vez le tocó cantar entre tubos de gas y buzones de correo, en un estacionamiento al aire libre. Después de una breve oración, contó que la última vez que tuvo que hacer más corto su servicio fue también en Yom Kipur, cuando en 1973 se le acercaron a decirle que se apurara, que había comenzado la guerra.
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Oración por Yom Kipur en un estacionamiento al aire libre.
Oración por Yom Kipur en un estacionamiento al aire libre.
Oración por Yom Kipur en un estacionamiento al aire libre.
(Yedioth Ahronot)
Para la oración de la mañana, llamaron a mi esposo para completar el quorum de vecinos. El tipo de situaciones extrañas que se vive por estos días. Diez hombres justo abajo de nuestro departamento mirando hacia el tercer piso. Un vecino que tomó la palabra durante las oraciones dijo que nos estábamos enfocando en rezar respecto al coronavirus y agregó: “Pero no debemos conformarnos con oraciones para encontrar la vacuna, tenemos que pedir por un mundo mejor”.
Para el servicio de cierre caminamos por el barrio. Mientras oscurecía, el desafío era encontrar un poco de luz debajo de un farol de la calle y al mismo tiempo mantener la distancia con otras personas. Y también evitar tropezar con los triciclos y juguetes de los niños desparramados por la calle. En una esquina vi a la profesora Raanana Meridor, de 97 años, conocido personaje de Jerusalem. Todos los años, desde la liberación del Muro Occidental, ella y todo su clan caminan hacia allí para Yom Kipur. Este año, por primera vez en 53 años, el coronavirus obligó también a esta leona a quedarse cerca de casa.
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Jerusalem en la etapa previa al coronavirus: el Muro de los Lamentos repleto durante Yom Kipur.
Jerusalem en la etapa previa al coronavirus: el Muro de los Lamentos repleto durante Yom Kipur.
Jerusalem durante Yom Kipur en años anteriores.
(Israel Bardugo)
Algunos se conformaron con salir al balcón y otros detuvieron la marcha o un paseo a su perro para escuchar el sonido del shofar. Yaakov Bergman, un residente del vecindario que, como muchos, se convirtió en orador público debido a los pequeños grupos que se formaron en los barrios expresó a su improvisada audiencia que hay dos modelos en los cuales pensar para intentar ser mejores. Abraham, el patriarca, cambió su vida por propia voluntad, sin pensarlo, sin angustias externas. En cambio, el profeta Jonás, cuya historia se lee en Yom Kipur, reaccionó solo después de ser arrojado del barco, gracias a las tempestuosas olas del mar.
Hasta hace unos seis meses vivíamos una vida tranquila, dijo, sin intención de cambiar. El coronavirus es la tormenta que sacude nuestras vidas. Esta es una oportunidad para despertar, para mejorar, para pensar qué queremos arreglar.
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