Aplicación Zoom, un nuevo foco para la actividad antisemita
Aplicación Zoom.
Shutterstock
Aplicación Zoom, una aplicación que igualmente deja ver  nuestro lenguaje corporal.

Cómo entender el lenguaje corporal en una videollamada

¿Qué papel interpreta la voz? ¿Cómo entender lo que transmite? Una experta en lenguaje corporal analiza todo lo que nuestros interlocutores por video intentan ocultar a la cámara.

Maaian Poolak Bashán - Adaptado por Beatriz Oberlander |
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Hace unos dos meses, cuando estalló el coronavirus, todo mi trabajo se anuló en un instante. Una gira de conferencias sobre el lenguaje corporal que iba a hacer por todo Estados Unidos se interrumpió después de dos que di en Washington, y volví a mi casa en Israel triste, deprimida y sobre todo preocupada. No es la manutención la que me quita el sueño, sino el hecho de que no podré reunirme con gente, mirarlos a los ojos, tocarlos, abrazarlos y, sobre todo, no podré hacer lo que se me da mejor: interpretar y analizar el lenguaje corporal.
Tras dos semanas de aislamiento, caí en la cuenta de que la humanidad no se rendirá tan rápido. La necesidad de sobrevivir, de lograr lo que se propone, de triunfar y de crecer es más fuerte que nosotros. Y también la necesidad de comunicación interpersonal y de conexión con los otros. Poco a poco descubrí las soluciones tecnológicas, y me di cuenta de que la gente se sigue comunicando, oyendo conferencias, participando en cursos y “reuniéndose” por medio de diferentes aplicaciones.
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Aplicación Zoom, un nuevo foco para la actividad antisemita
Aplicación Zoom, un nuevo foco para la actividad antisemita
Aplicación Zoom, una aplicación que igualmente deja ver nuestro lenguaje corporal.
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La primera vez que me invitaron a dar una conferencia por medio de Zoom me pregunté: ¿Será posible sentir a la gente, entender qué les está pasando y “leer” su lenguaje corporal a través de la pantalla?
El lenguaje corporal es el lenguaje de los sentimientos y las emociones. Nos permite saber qué siente o piensa la persona que está adelante de nosotros, aun cuando se esfuerce por ocultarlo. Aunque yo soy especialista en lenguaje corporal, en realidad no hace falta ser un experto. Todos tenemos la capacidad de “leer” el lenguaje corporal. Es una capacidad innata, aunque no siempre seamos conscientes de ello.
El lenguaje corporal –los movimientos del cuerpo, los gestos de la cara, las manos, la voz– se da en dos niveles: uno visible y otro oculto. El nivel visible es de alrededor del 80 por ciento de la totalidad de nuestras expresiones. Y consiste en las macro-expresiones que mostramos en las situaciones en las que no ocultamos nada, no intentamos impresionar a nadie y estamos cómodos y seguros a la hora de expresar lo que sentimos. El plano oculto –el 20 por ciento restante– se expresa en décimas de segundo de micro-expresiones, que vienen en realidad del inconsciente. No hay manera de controlarlo ni de dominarlo; es el reflejo de lo que realmente sentimos.
¿Conocen esa sensación de que acaban de conocer a una persona, de que la ven por primera vez en la vida, y que les resulta insoportable sin un motivo lógico para ello? Esto nos ocurre a todos. El motivo es que cuando recibimos información lo hacemos a través de los sentidos. Esa información pasará primero por el inconsciente, y a partir de allí tendremos una corazonada (lo que se suele denominar ‘intuición’). Si pienso en esa información, ésta aparecerá en mi conciencia; de lo contrario, quedará en el inconsciente.
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Los ojos recogen información que el cerebro no alcanza a procesar.
Los ojos recogen información que el cerebro no alcanza a procesar.
Los ojos recogen información que el cerebro no alcanza a procesar.
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En ese proceso, muchas veces nuestros ojos recogen información durante un brevísimo instante, como en las micro-expresiones. La duración de la micro-expresión es de una décima de segundo, de modo que el cerebro no alcanza a procesar la información. Pero eso no quiere decir que no lo hayamos visto. La sensación que nos produjo esa expresión existe. La pregunta es si tenemos que tomar en cuenta esas corazonadas o pasarlas por alto.
El lenguaje corporal es una especie de fórmula que dará una respuesta exacta solamente si la asociación de los datos se hace correctamente. El porcentaje de influencia o impacto de estas fórmulas varía de acuerdo con la manera en que nos comunicamos. En la comunicación frontal, es decir, en encuentros físicos de unas personas con otras, vemos todo el cuerpo de nuestro interlocutor. En esa situación, según numerosos estudios que se han hecho a lo largo del último siglo, la influencia del lenguaje corporal sobre el mensaje es del 93 por ciento. De esta cifra, el 55 por ciento corresponde a los movimientos del cuerpo, el 38 a la voz y sólo el 7 por ciento al contenido de lo que se dice.
En la comunicación no frontal, como una conversación telefónica, los porcentajes cambian: la voz es la que tiene más impacto –55 por ciento–, y tras ésta lo que se dice tiene una influencia considerable del 38 por ciento. Aun cuando no podemos verlos, los movimientos del cuerpo expresarán un 7 por ciento porque las diferentes posturas influyen en el tono de voz.
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Una captura de pantalla de una videoconferencia histórica de rabinos y líderes judíos en toda Argentina.
Una captura de pantalla de una videoconferencia histórica de rabinos y líderes judíos en toda Argentina.
Una captura de pantalla de una videoconferencia histórica de rabinos y líderes judíos en la Argentina.
(Eliahu Hamra / Twitter)
¿Cómo funcionará esto en una videollamada, en la que no se puede ver el cuerpo entero de quien habla, y tampoco se oyen muy bien los cambios en el tono de la voz? ¿Es que el lenguaje corporal sigue siendo importante aun cuando cambia nuestra forma de comunicación?
Debo reconocer que después de la primera conferencia que di por Zoom, me sentí mal; tuve la sensación de que algo había mutilado, como si me hubieran cortado las dos piernas y me hubieran pedido que siga caminando. Pero, como ocurre en la vida, seguimos adelante. Después de varias reuniones y conferencias por Zoom, me di cuenta de que la cosa no era tan terrible, y seguí investigando.
En las últimas semanas estudié a colegas, amigos terapeutas y profesores que ahora hacen su trabajo por medio de Zoom. Yo misma he dado un número considerable de clases y conferencias por Zoom. Y analicé el lenguaje corporal de todos los que lo permitieron.
Y me di cuenta de que también a través de la pantalla o monitor el lenguaje corporal tiene una importancia extraordinaria. Es cierto que la imagen es limitada, y que tengo que referirme a aspectos menos dominantes de la comunicación, como por ejemplo la voz y el contenido de lo que se dice, por lo que la fórmula utilizada es diferente. Pero es absolutamente posible trabajar de esa manera.
Recomiendo mucho a las personas para quienes es importante la conversación, sobre todo a empresarios que llevan a cabo negociaciones por medio de aplicaciones de video, que graben todas y las repasen antes de seguir a la fase siguiente de la negociación. Es increíble la cantidad de información que ustedes se han perdido la primera vez.
En los gestos de la cara se puede ver lo que trasciende de las siete expresiones básicas. Por supuesto, es importante la cercanía de la cara a la cámara. Pero si ustedes han grabado la conversación podrán verla, y percibir mejor los cambios en los gestos del rostro.
El segundo elemento es el tono de la voz, que nos puede decir mucho sobre el estado emocional y psicológico de la persona. En algunos casos, asimismo las manos (si las podemos ver) nos ayudan mucho a darnos cuenta del estado psicológico de nuestro interlocutor… Todo depende del ángulo de la imagen.
La voz
La voz es una parte muy significativa del lenguaje corporal, y la mayoría de nosotros tendemos a darle poca importancia, al menos de manera consciente.
En una de las clases que he dado recientemente por Zoom, le pedí a una de las alumnas que se presentara y hablara sobre sí misma. Su cámara era tan mala que no conseguí verla con claridad, pero oí muy bien lo que dijo. Sin verla, me resultó claro que el hecho mismo de presentarse y de hablar de sí misma la ponía en una situación muy embarazosa:
Imaginen que el papel de la voz es expresar lo que se siente en el alma, una especie de megáfono que aumenta el volumen de lo que la persona siente por medio de la velocidad, el ritmo y los cortes en el habla. El de la voz es un proceso cognitivo. En ese proceso es importante identificar qué lo domina: la razón o el sentimiento.
¿Cómo identificarlo? Prestando atención en los cambios del tono de voz, la entonación, el ritmo y la continuidad del habla. Por ejemplo, cuando la que domina en el proceso es la razón, el tono de la voz es muy estable, hay pocas subidas y bajadas de intensidad en el habla, muy pocos cortes y el ritmo será relativamente uniforme.
Otro elemento que me revela el estado emocional de una persona a través de la voz es el estilo de ésta, que se divide en dos: staccato y legato. Staccato es un concepto musical cuya traducción literal es “desconectado” o “separado”. Los sonidos del staccato son breves y cortados. Una persona que se caracteriza por hablar en estilo staccato se comunica por medio de frases agudas y relativamente cortas, como si hubiera un signo de admiración al principio y al final de la fr
ase. Dicho estado suele ser característico de una persona rígida, segura de sí misma y decidida, o un estado emocional de estrés, miedo o ansiedad. En cuanto al legato, se trata de una forma musical en la que se tocan los sonidos seguidos y sin interrupciones o saltos. Esta forma de hablar es característica de personas cálidas y delicadas, o de un estado emocional sereno y cómodo.
Los gestos de la cara
En la comunicación por medio de Zoom o de cualquier otro tipo de videollamada, los gestos de la cara adquieren un significado doble porque la cámara graba y muestra sobre todo el rostro, y muchas veces sólo éste.
En un estudio que se hizo en la década de los 80, se vio que en los gestos de la cara de cada uno de nosotros hay más de 32.000 expresiones diferentes. Cada expresión es un poco diferente de la otra, y en todas entran en juego diferentes músculos del rostro. Cada una de las expresiones refleja una emoción determinada. Pero las 32.000 se basan en siete expresiones básicas, que reflejan siete emociones básicas que existen desde que nacemos hasta el último de nuestros días: alegría, miedo, ira, tristeza, desprecio, aversión y sorpresa.
En un estudio que se hizo en la década de los 80, se vio que en los gestos de la cara de cada uno de nosotros hay más de 32.000 expresiones diferentes.
Es importante tener en cuenta que las siete expresiones básicas constituyen herramientas para entender el estado emocional de la persona que está frente a mí, así como lo que piensa y su actitud respecto a nuestro tema de conversación.
En la mayoría de los casos, cuando una persona se siente cómoda, su lenguaje corporal estará acorde con lo que dice, y esto se reflejará en la macro-expresión: una expresión rotunda y clara, que refleja lo que siente y no tiene necesidad de ocultarlo. Esta es la situación ideal. El problema comienza cuando la persona oculta lo que siente, como por ejemplo en el mundo de las ventas.
En esta situación, aunque esa persona haga grandes esfuerzos por ocultar lo que siente, siempre se podrá descubrir la verdad gracias a las micro-expresiones, que son un 20 por ciento del lenguaje corporal. Vienen del inconsciente, y no tenemos control sobre ellas.
Precisamente ahora –por el coronavirus– tenemos la posibilidad de saber de nuestros familiares y nuestros compañeros de trabajo por medio de videollamadas. Y dado que nuestra comunicación está grabada, si así lo habíamos decidido, aunque uno no sea un experto en lenguaje corporal, siempre podremos volver y analizar la conversación, y de esa manera darnos cuenta si alguien que es importante para nosotros está angustiado.
En una persona que tiene emociones negativas, el tono de los músculos aumenta de manera significativa, y el músculo se acorta. También cuando estamos contentos o nos emocionamos, el tono de los músculos aumenta de manera significativa pero los músculos se alargan. De esta manera se puede diferenciar entre una emoción negativa y una positiva.
Traten de imaginar a hinchas en un estadio de fútbol inmediatamente después de que su equipo hizo un gol. Se supone que oirán gritos de alegría, así como saltos y brazos extendidos hacia arriba. Pero si “nos metieron un gol”, el cuerpo “se enroscará como si fuera un caracol” y se meterá hacia dentro, la gente se agarrará la cabeza con las manos y se sentirá la tensión en los músculos.
Otras señales de angustia:
-1- Movimientos rápidos, bruscos y lineales.
-2- Un aumento en la velocidad y el ritmo al hablar.
-3- Mucha agitación. Una persona estresada se moverá con inquietud de un lado para otro, lo que se expresa cuando está sentado. Es decir, se moverá en la silla. Todo su cuerpo se moverá (aunque los movimientos apenas se perciban). En casos extremos, la persona se levantará y se volverá a sentar una y otra vez.
-4- El pecho y las rodillas estarán a un lado. La zonas del pecho las rodillas reflejan intenciones. Cuando una persona habla, y al mismo tiempo sus rodillas, el pecho y el hombre en su totalidad están a un lado y no en dirección al interlocutor, significa deseo de huir, de terminar con la conversación. Muchas veces, a las personas angustiadas les será difícil compartirlo o tratarán de “actuar” para no causar preocupación. El hecho mismo del juego les dificulta más las cosas, y por ello querrán terminar la conversación más rápidamente.
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