Israelíes miran el eclipse en Jerusalem.
Israelíes miran el eclipse en Jerusalem.
Reuters
El eclipse visto desde Jerusalem.

Eclipse solar con anillo de fuego en el cielo de Israel

El fenómeno astronómico pudo verse desde la mayor parte de África, Europa Central y Oriental y Asia. El punto máximo se observó en Eilat, donde la luna ocultó al sol en un 40%.

Dr. Yigal Patel - Adaptado por Adrián Olstein |
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Los observadores del cielo en Israel pudieron disfrutar el domingo por la mañana de un eclipse solar parcial, con la luna bloqueando más de un tercio del sol en todo el país. En su apogeo, la luna ocultó el 32% del sol en el norte de Israel y el 40% en el extremo sur del país, la ciudad de Eilat.
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El eclipse visto desde Jerusalem.
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(Reuters)
Un eclipse solar anular sucede cuando el disco de la luna no es lo suficientemente grande como para cubrir todo el sol, y como resultado los bordes exteriores del sol aparecen como un anillo de fuego en el cielo. El eclipse se produjo por lo que se conoce como una “conjunción de luna nueva”, un alineamiento entre el sol, la luna y la tierra, con la luna interpuesta.
Durante un eclipse solar, el diámetro angular (el tamaño con que se ve desde la tierra) de la luna y el sol es casi idéntico. De esa manera, algunas veces la luna parece tapar por completo el disco solar, lo cual se conoce como eclipse solar completo.
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Israelíes miran el eclipse en Jerusalem.
Israelíes miran el eclipse en Jerusalem.
Israelíes miran el eclipse en Jerusalem.
(Reuters)
El eclipse se observó en gran parte de África, Europa Central y Oriental, Asia y el norte de Australia. Su punto máximo fue visible en el norte de la India, donde cobró su forma más clara el “anillo de fuego”.
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Así se vio el eclipse en Kenia.
Así se vio el eclipse en Kenia.
Así se vio el eclipse en Kenia.
(Reuters)

El eclipse del domingo tuvo lugar el mismo día que el solsticio de verano del hemisferio norte, el día más largo del año. Esta es una coincidencia extremadamente inusual que sólo sucederá una vez más en este siglo, en 2039.
Al igual que con todos los eventos solares, observar sin los instrumentos adecuados puede causar daños irreversibles en los ojos e incluso provocar ceguera.
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