Del análisis más exacto de los datos del Departamento de Población y de Inmigración, considerados por segmentos, se desprende que Rusia fue el país desde el que llegaron más inmigrantes en los últimos ocho años: 56.342. De ellos, 21.383 son judíos y 34.662 no lo son (los 279 restantes aún no figuran en los registros).
Desde Ucrania llegaron a Israel 39.740 personas, de las cuales 13.235 eran judíos y 26.256 no lo eran (los 249 restantes aún no figuran en los registros).
Por otro lado, la mayoría absoluta de los inmigrantes que llegaron de Francia son judíos: de 30.361, 28.967 lo son y 1.168 no (los 226 restantes aún no figuran en los registrados). En el caso de quienes llegaron a Israel provenientes de Estados Unidos, el porcentaje es similar: de 19.721, la gran mayoría –18.608– son judíos, y 915 no lo son (los 198 restantes aún no figuran en los registros).
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La "ley del retorno" permite ser ciudadano israelí a todo aquel que uno de sus cuatro abuelos sea judío o a aquellos que se han convertido.
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En Israel hay casi medio millón de personas que no se consideran de ninguna religión
Según datos oficiales del Ministerio del Interior, sólo un 14% de quienes obtuvieron la nacionalidad israelí en los últimos años, de acuerdo con la llamada “Ley del Retorno”, son –en efecto– judíos. El 86% restante no tiene ninguna religión o pertenece a otras, y llegaron a Israel como descendientes o como cónyuges de judíos.
Un investigador del tema de la inmigración, la adaptación y la conversión al judaísmo, el Dr. Netanel Fisher, señaló que, según los datos actualizados de la Oficina Central de Estadísticas, actualmente viven en Israel casi medio millón de inmigrantes no judíos y sus descendientes. “Es una cifra astronómica”, afirmó Fisher.
Según el especialista, en el último número de la publicación de la Oficina Central de Estadísticas, que se dio a conocer en octubre del 2019, se indica que hay al menos 440.000 personas que no pertenecen a ninguna religión, una prueba más del “número cada vez mayor de no judíos entre quienes inmigran a Israel cada año en el marco de la Ley del Retorno”. Esto se hace posible debido a la cláusula 4 de dicha ley, que también otorga el derecho a inmigrar a Israel a los descendientes de judíos hasta la tercera generación, así como a sus cónyuges. Fisher insta a que se modifique y actualice la ley a fin de que se adecuen a las características únicas del judaísmo en el mundo actual.
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Varios expertos en demografía calculan que actualmente viven en Israel 350.000 personas que inmigraron a Israel en virtud de la “cláusula del nieto” y sus descendientes.
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Qué es la “cláusula del nieto”
De acuerdo con la Ley del Retorno, todas las personas que nacieron de una madre judía o que se han convertido al judaísmo tienen derecho a inmigrar a Israel. En el año 1970 se agregó a esa ley la controvertida “cláusula del nieto”, según la cual ello se extiende a los hijos y a los nietos de quienes tenían el derecho originariamente, así como a sus cónyuges. Los datos que se revelan ahora se extrajeron de la distribución de inmigrantes entre los años 2012 y 2019, de acuerdo con las dos cláusulas por las que pudieron inmigrar, según informó el Departamento de Población y de Inmigración.
Quienes apoyan la “cláusula del nieto” lo explican generalmente diciendo que se refiere a personas que forman parte de un colectivo judío, y que también fueron perseguidos en sus países de origen por serlo, incluso cuando la ley religiosa judía (Halajá, en hebreo) no los reconoce como tales. Por ello, añaden, tienen derecho a vivir en el hogar nacional judío. Y quienes se oponen, alegan que si se los acepta como ciudadanos israelíes el país se verá inundado de personas ajenas al judaísmo, lo que llevará en el futuro a casamientos mixtos. La preocupación por parte los religiosos y del establishment obedece a que aquellas personas “sin religión”, y en especial la segunda generación, se insertan en la sociedad como iguales, se integran como israelíes a todos los efectos y se casan con judíos. Y de aquí a la “asimilación” hay sólo un paso.
Varios expertos en demografía calculan que actualmente viven en Israel 350.000 personas que inmigraron a Israel en virtud de la “cláusula del nieto” y sus descendientes, una cifra que aumenta como consecuencia del crecimiento vegetativo o natural, así como del hecho de que siguen inmigrando. Una de las consecuencias más significativas de esta situación es que la mayoría absoluta de ese grupo de personas no tiene ninguna posibilidad legal de casarse en Israel. Esto es así ya que el matrimonio en Israel es únicamente religioso. Y, de ese modo, se los priva de uno de los derechos básicos del ciudadano en el país en el que viven.
Sólo en algunos casos aislados en los que ambos cónyuges se definen como “sin religión” pueden casarse mediante un registro legal, de acuerdo con una ley del año 2010. Y esto únicamente después de que el rabinato oficial del Estado compruebe, efectivamente, que ninguno de los dos es judío o de que existe la posibilidad de que lo sea. Por otro lado, en la realidad legal existente, a esos cientos de miles de personas también les resulta difícil convertirse al judaísmo mediante el proceso reconocido por las autoridades israelíes.
La asociación “Dar una mano a los hermanos”, que se opone a la asimilación en Israel, se dirigió al primer ministro en una carta, y le pidió que interviniera en el asunto. En la carta se dice, entre otras cosas, que “la organización vio que en los últimos años hubo un gran aumento de casos de asimilación en Israel. Los datos que proporcionó el Ministerio del Interior apuntan a la fuente de algunos de estos problemas. Se trata de un dato que encierra un desastre y que afectará negativa y profundamente el azote de la asimilación aquí, en Israel. Se trata de una amenaza y de un peligro concreto para el pueblo judío que vive en la tierra de Israel”.
También señalan lo siguiente en su carta: “Puesto que estamos atentos al futuro físico de nuestro pueblo en todos los frentes, es deseable que usted opine sobre la existencia del pueblo judío y su futuro como tal en su sentido más profundo. Dentro de una o dos generaciones, la mayoría judía de Israel estará en peligro, y lo estará en su propio hogar. Por ello, le pedimos que exprese una postura inequívoca y clara sobre una cuestión tan esencial. Y que, en tanto que líder, proponga un plan para erradicar este grave fenómeno”.