Zinab Abu Sweid fue nombrada miembro del consejo e hizo historia como la primera mujer beduina en hacerlo. Es una mujer fascinante, y todo lo que sale de su boca refleja una visión.
Actualmente divorciada, tiene 35 años, dos hijos y es madre de un niño con necesidades especiales. Su caso sentó precedentes por tratarse de la primera en divorciarse en Ka'abiya-Tabash-Hajajra, comunidad donde vive.
También fue la primera en elegir una alimentación libre de productos animales y su nuevo horizonte apunta a incluir temas que se perciben como tabú en la sociedad beduina: derechos de las mujeres, divorcio, veganismo, cancelación de la poligamia, matrimonio de menores y más.
"Me casé a la edad de 18 años. Es la historia muy triste de muchas mujeres jóvenes que se casan a una edad muy temprana, porque no hay conciencia de las implicaciones de esto", dice Abu Sweid mientras se arregla frente al espejo en su casa.
Ella vive en el centro del asentamiento, en una casa de campo de dos niveles con ventanas que dan al paisaje verde del valle de Jezreel.
"Cuando tenía 25 años, pasé por un proceso de divorcio muy violento y agresivo, y temía que eso trajera una mancha a mi familia, principalmente porque fui la primera en hacerlo en la comunidad donde la mujeres cargamos con mucha culpa por esto". Después de que terminó, Abu Sweid encontró la fuerza para mirar todo el asunto desde la dirección opuesta: "De repente comprendí que tuve suerte de que hubiera sucedido, y que el divorcio no es el final de la vida como me decía mi exmarido¨.
"Los hombres tienen dos cartas en contra de la mujer, ya sea divorciarse o casarse con otra mujer porque se les permite religiosamente, y también saber que si finalmente se divorcian serán los solteros más codiciados. Las mujeres están al final de la sociedad árabe en general, y de los beduinos en particular", asegura Sweid.
También relata que muchas mujeres relegan su vocación buscando empleo dentro de la educación para llegar a casa temprano, y poder hacer las tareas del hogar, asumiendo de antemano que no podrán progresar demasiado en sus trabajos.
Lamentablemente esta situación compleja se traslada a las niñas y jóvenes, quienes por ejemplo, no pueden asistir a fiestas después de las 10 de la noche, o deben someterse a las órdenes de su hermano varón; entre otras cosas, donde se ven limitados sus derechos por su género.
Sobre su compromiso expresa: "El 30 de octubre, la gente votó y gracias a ellos hicimos un precedente. Recibimos un mandato, y hoy soy la primera mujer beduina del norte que triunfa como miembro de un consejo de la aldea beduina". Ella cree que con el tiempo habrá un balance y podrán ser incluidas las beduinas del sur. "La gente no diferencia tanto entre los beduinos en el norte y los beduinos en el sur", dice ella. "Cuando le digo a un judío que soy beduina, generalmente se imagina que vivo en el desierto del Negev, y cuando digo que soy del norte, es fácil asociarme con el sector árabe, cuando yo solo me considero beduina”.
Sobre las cifras del estado de las mujeres beduinas, ella expresa que los números son aterradores. "Siempre es fácil hablar solo de lo que falta", enfatiza. "Sé que lentamente, después de un proceso meticuloso, cambiaremos el equilibrio de las mujeres en los consejos beduinos, otorgaremos derechos iguales a las poblaciones desfavorecidas, y cuidaremos los intereses de todos y no sobre la base de la familia”.